Las organizaciones tradicionales se caracterizaban por una estructura jerárquica estricta, donde los directivos tomaban decisiones de forma aislada y los empleados cumplían roles predefinidos sin aportar opiniones. En contraste, las organizaciones actuales fomentan el trabajo en equipo, la participación de los empleados en la toma de decisiones, la flexibilidad laboral y el uso de la tecnología para adaptarse continuamente a los cambios del entorno.