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TEMA	51.	LA	LÍRICA	DEL	BARROCO.	
GÓNGORA.	QUEVEDO.	LOPE	DE	VEGA.	
INTRODUCCIÓN:		
El	Siglo	de	Oro	puede	verse	desde	una	doble	perspectiva	que	
incluye	las	formas	de	Renacimiento	y	Barroco	como	concepciones	
diferentes	del	arte.		Maravall	ha	mostrado	cómo	el	Barroco	no	es	
solo	 un	 estilo,	 sino	 una	 estructura	 cultural	 dirigida,	 urbana	 y	
conservadora,	que	ha	pasado	de	la	expansión	política	y	cultural	de	
Carlos	V	a	un	recelo	ante	el	estudio	de	los	textos	bíblicos	y	el	triunfo	
del	ideal	educativo	de	la	ratio	studiorum	jesuística	y	su	disciplinado	
conformismo	de	la	Contrarreforma	y	Felipe	II,	además	del	Concilio	
de	Trento.		
Los	 escritores	 se	 siente	 moralmente	 responsables	 de	 las	
consecuencias	de	sus	escritos,	con	una	fuerte	religiosidad	que	se	
expresa	por	medio	de	la	sensualidad.	El	ámbito	cultural	español	es	
la	esencia	de	la	cointidentia	oppositorum,	una	interacción	entre	
arte	y	vida	que	produce	diversidad	de	estilos	poéticos.		
Poesía	 lírica	 +	 teatro	 =	 logros	 de	 la	 hegemonía	 literaria	
española	en	el	XVII,	apoyadas	en	el	siglo	anterior.		
Ausencia	 de	 ediciones	 en	 vida	 de	 algunos	 de	 los	 mejores	
poetas	 (Garcilaso,	 Aldana,	 los	 Argensola,	 Góngora	 o	 Quevedo)	 >	
Arbitrariedad	en	la	transmisión	de	los	textos	y	falsas	atribuciones.	
>	Circulación	de	manuscritos	y	antologías	generales	o	cancioneros	
para	 uso	 privado	 (movilidad	 de	 estudiantes,	 funcionarios	 o	
comerciantes).	 à	 Reuniones	 de	 ingenios	 en	 academias,	
certámenes	poéticos	en	provincias	para	garantizar	una	puesta	al	día	
de	las	convicciones	estéticas	del	momento.		
1.	EVOLUCIÓN	DE	LAS	FORMAS	Y	TEMAS	DE	LA	LÍRICA	
BARROCA	
1.2.	La	dialéctica	Renacimiento/Barroco	
Origen	del	término	no	del	todo	claro	(latín	VERRUCA,	‘mancha	
de	 una	 piedra	 preciosa,	 defecto’;	 portugués	 barroco,	 ‘piedra	
irregular’;	 española	 barrueco,	 relacionado	 con	 silogismos	
escolásticos	 complejos).	 Cronológicamente	 se	 sitúa	 entre	 el	
Renacimiento	y	la	Ilustración	y	engloba	el	manierismo	y	el	rococó.		
Weisbach,	 al	 definirlo	 como	 un	 “producto	 de	 la	
Contrarreforma	e	influjo	de	la	Compañía	de	Jesús”,	excluye	a	los	
países	 protestantes,	 sin	 embargo,	 sí	 que	 lo	 hay	 en	 toda	 Europa	
(Welleck	habla	de	un	“Barroco	protestante”),	de	forma	que	como	
proponía	Maravall,	esta	concepción	del	arte	y	la	vida	“depende	de	
un	estado	social	en	virtud	del	cual	y	dada	su	extensión,	todas	las	
sociedades	del	occidente	europeo	presentan	aspectos	comunes	o	
conexos”.	Así,	el	Barroco	abarca	corrientes	como	el	conceptismo,	
culteranismo,	gongorismo,	eufismo	inglés,	marinismo	italiano,	los	
poetas	metafísicos	y	el	preciosismo.		
Es	Wöllfflin	quien	rescata	al	movimiento,	dentro	del	marco	de	
la	 historia	 del	 arte,	 de	 la	 descalificación,	 pero	 mediante	 una	
concepción	 formalista	 y	 externa.	 En	 Renaissance	 und	 Barrock	
(1888),	formula	la	relación	dialéctica	con	el	Renacimiento,	de	forma	
que	se	vuelve	al	estilo	“ático”,	breve	y	conceptuoso	de	Séneca	o	
Tácito,	modelos	de	Quevedo	o	Gracián.		
Eugenio	d’Ors	(Lo	barroco)	concibe,	dentro	de	esta	dialéctica,	
que	es	una	constante	histórica	que	alterna	con	etapas	de	clasicismo	
desde	 las	 raíces	 de	 la	 historia	 humana	 (cuenta	 hasta	 22	
movimientos).	 Sin	 embargo,	 el	 trasfondo	 social,	 los	 factores	
históricos	son	diferentes.	Las	técnicas	artísticas	son	limitadas,	no	
así	las	vivencias.	En	este	caso,	factores	históricos	como	las	guerras,	
absolutimo	y	el	empobrecimiento;	y	estéticos	como	el	agotamiento	
de	las	formas	renacentistas,	crearon	una	“relativa	homogeneidad	
en	las	mentes	y	comportamientos	de	los	hombres”	que	permite	la	
aparición	del	Barroco	(Maravall).		
1.2.	Preocupaciones	y	temas	del	Barroco	
a) Persuasión	 religiosa	 à	 alianza	 Iglesia-Monarquía	 que	
impregna	el	orden	estético,	festivo	y	ceremonial	(Maravall).	
Los	misterios.		
b) Impulso	de	infinitud	
c) Atrapar	lo	instantáneo	à	en	clave	religiosa	y	como	fugacidad	
de	la	vida	(“soy	un	fue,	un	será	y	un	es	cansado”	Q)	o	como	
intrascendente	 anecdotismo	 (“Prisión	 del	 nácar	 era	
articulado”,	 G).	 La	 Epístola	 moral	 a	 Fabio	 de	 FERNÁNDEZ	 DE	
ANDRADA	es	una	síntesis	perfecta	del	contentamiento	epicúreo	
con	los	placeres		de	la	existencia	tranquila	y	sin	tensiones	que	
lleva	a	la	exaltación	de	la	aurea	mediocritas.		
d) Tensión	entre	realidad	y	apariencia	à	Se	llega	con	Descartes	
al	solipsismo,	por	el	cual	la	realidad	pasa	a	ser	una	fantasía	
imaginada	 por	 el	 sujeto	 pensante.	 Lleva	 a	 una	 suerte	 de	
impresionismo	que	no	refleja	lo	que	el	objeto	es,	sino	lo	que	
parece	a	los	ojos	del	espectador.	Esto	lleva	a	la	deprecación	
de	la	realidad,	la	vida	como	sueño.		
e) Desalegorización	de	la	materia	amorosa.	
f) Pesismismo	 y	 desengaño,	 fundamentados	 en	 las	 adversas	
condiciones	 político-económicas	 y	 la	 presión	 política	 de	 la	
clase	dominante	que	trata	de	impedir	la	movilidad	social.		
g) Ideal	de	Arte	total:	mezcla	de	disciplinas	artísticas,	como	con	
el	nacimiento	de	la	ópera	(Monteverdi,	1607).		
h) Naturalismo	 panteísta	 en	 que	 se	 adoptan	 procedimientos	
similares	a	los	descritos	por	la	Naturaleza.		
O.H.Green	 considera	 que	 los	 motivos	 renacentistas	 se	
reinterpretan	en	el	Barroco.	Los	instrumentos	son	los	mismos,	pero	
la	materia	que	debe	expresarse	es	distinta.	Petrarquismo	limitado,	
fosilización	de	recursos,	reiteración	y	lexicalización	de	imágenes.	El	
Barroco	trata	de	captar	la	naturaleza	en	su	complejidad,	frente	a	la	
idealización	 renacentista.	 También	 encontramos	 serenidad:	
bodegones	o	cantos	de	flores.	La	regeneración	barroca	tienda	a	
ampliar	los	campos	del	interés	artístico	y	a	romper	con	los	moldes	
fijados	por	las	preceptivas.	Mientras	que	el	arte	renacentista	actúa	
por	eliminación,	el	arte	barroco	actúa	por	acumulación.		
Aparecen	 otros	 motivos	 como	 el	 del	 hombre	 como	
microcosmos,	el	desengaño,	el	mundo	al	revés,	pesimismo,	locura	
asociada	a	la	necesidad	y	la	simpleza,	nostalgia	del	Paraíso	perdido,	
transformación	 de	 los	 temas	 clásicos,	 mundo	 como	 teatro,	
reinterpretación	 de	 la	 mitología	 (Welles	 señala	 que	 la	 inventio	
triunfa	 sobre	 la	 imitatio),	 la	 soledad,	 temas	 escabrosos	 y	 la	
meditación	 del	 hombre	 sobre	 la	 muerte,	 que	 puede	 llevar	 a	 un	
carpe	diem	o	a	un	memento,	homo,	peor	incluso	el	primero	con	
apresuramiento	acongojado	y	amargura.
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1.3.	Géneros	y	formas	líricos	del	Barroco	
La	poesía	es	el	género	dominante	del	Barroco,	hasta	el	punto	
de	invadir	otros	géneros	y	estilos.		
v Poesía	popular:	Se	renueva	la	afición	a	los	romances	con	un	
público	adicto	y	entusiasta.	M.	Frenk	nos	habla	del	romance	
artístico,	 el	 villancico,	 la	 seguidilla	 y	 la	 letrilla.	 Los	 grandes	
poetas	cultivaron	estas	formas.		
v Lírica	culta	en	metros	castellanos:	Se	generalizó	la	técnica	de	la	
glosa,	casi	siempre	en	quintillas	o	redondillas	dobles.	Se	fijó	la	
décima	 o	 espinela,	 apta	 para	 la	 poesía	 conceptuosa	 y	
argumentativa.	 También	 se	 sirvió	 de	 estas	 estrofas	 la	 poesía	
satírica,	burlesca,	la	poesía	social…	Los	versos	más	intensos	los	
debemos	al	CONDE	DE	SALINAS	y	al	DE	VILLAMEDIANA.		
v Poesía	 amorosa	 de	 carácter	 petrarquista:	 pero	 renovada	 de	
distintas	 maneras	 dependiendo	 del	 autor,	 hasta	 incluso	
desautomatizarlo.	Se	adensa	y	trasciende	a	soneto	metafísico.	
v Inspiración	horaciana:	metros	italianistas	para	cantar	la	aurea	
mediocritas	en	lenguaje	equilibrado.	Epístola	en	tercetos,	como	
género	para	recoger	convicciones	filosóficas.		
v Poesía	sacra,	moral	y	metafísica:	la	exterioridad	del	Barroco	se	
lleva	a	las	justas	de	poemas	religiosos,	a	menudo	rayanos	en	lo	
grosero	e	irreverente.	Lope	de	Vega	y	Quevedo	cultivaron	estos	
temas	en	su	poesía.		
v Poesía	 narrativa	 y	 descriptiva:	 Utilización	 de	 los	 materiales	
petrarquescos,	 intensificados	 y	 retorcidos	 para	 reflejar	 un	
mundo	externo	y	casi	siempre	brillante.	Como	culmen	tenemos	
la	 Fábula	 de	 Polifemo	 y	 Galatea	 de	 G.,	 la	 Fábula	 de	 Faetón,	
CONDE	DE	VILLAMEDIANA,	La	Circe,	de	LOPE	y	el	Orfeo	de	JÁUREGUI.		
v Poesía	 burlesca	 y	 paródica:	 consecuencia	 del	 cansancio	
estilístico,	de	la	deprecación	de	la	realidad	y	la	ampliación	de	
los	 motivos	 poéticos.	 Los	 tonos	 son	 muy	 diversos,	 desde	 la	
ferocidad	de	Q.	a	la	simpatía	de	las	Rimas	de	Tomé	de	Burguillos,	
de	LOPE.		
v Poesía	épica:	Lope	quiso	ser	el	poeta	épico	nacional,	y	por	ello	
presenta	 en	 su	 evolución	 todos	 los	 matices	 del	 género.	
Quevedo,	aunque	intentó	la	épica	sacra,	tuvo	mayor	fortuna	
con	 una	 sorprendente,	 feroz	 y	 bellísima	 parodia	 de	 Ariosto:	
Poema	 heroico	 de	 las	 necedades	 y	 locuras	 de	 Orlando	 el	
enamorado.	Junto	con	La	Gatomaquia	de	Lope,	son	el	mejor	
reflejo	del	desengaño	vital	del	momento,	pues	asistimos	con	
ellos	a	la	desintegración	de	la	épica	heroica.		
	
1.4.	Los	estilos	literarios	del	Barroco:	conceptismo	y	
culteranismo.		
Los	 estilos	 son	 realmente	 variados,	 sin	 embargo,	 si	 algo	
predomina	 en	 el	 XVII	 es	 el	 “concepto”.	 De	 hecho,	 el	 nombre	
empleado	para	la	literatura	que	se	cultivaba	era	el	de	“concepto	
ingenioso”	 o	 “agudeza”,	 es	 decir,	 la	 iluminación	 del	 ingenio	 que	
alumbra	una	relación	entre	conceptos	remotos.	Gracián	lo	define	
como	“acto	del	entendimiento	que	exprime	la	correspondencia	que	
se	halla	entre	los	objetos”.	Los	antiguos	inventaron	los	métodos	
lógicos	 (silogismos)	 y	 los	 retóricos	 exploraron	 las	 reglas	 de	 la	
agudeza	(“valentía	del	ingenio”),	cuyo	producto	más	depurado	era	
el	 concepto,	 “hijo	 del	 esfuerzo	 de	 la	 mente”,	 que	 acercaba	
realidades	por	semejanza,	desemejanza	o	misterio.		
Lázaro	 Carreter	 señala	 que	 el	 conceptismo	 es	 usado	 como	
señuelo	 para	 atraer	 a	 todo	 tipo	 de	 público,	 en	 la	 labor	 de	
vulgarización	y	propaganda	de	una	cultura	masiva	como	el	Barroco.	
Es	una	manera	de	propiciar	la	complicidad	del	lector,	que	se	siente	
orgulloso	de	su	triunfo	intelectual,	motivo	por	el	que	es	muy	usado	
en	la	literatura	religiosa.		
El	 cultismo	 literario	 es	 una	 tendencia	 a	 crear	 una	 lengua	
poética	culta,	autónoma	e	independiente	en	cierta	medida	de	la	
lengua	cotidiana	y	la	naturalidad	y	llaneza	de	la	literatura	vulgar.		
La	oposición	entre	conceptismo	y	culteranismo	proviene	de	
Fernando	de	Herrera	a	Garcilaso,	como	señala	Aurora	Egido.	El	XIX	
adjudicaría	los	significados	de	“vicio	de	contenido”	al	conceptismo	
y	“vicio	de	forma”	al	culteranismo,	término	acuñado	por	Jiménez	
Patón	y	que	hace	referencia	luteranismo	como	forma	de	constatar	
lo	herético	del	estilo.		
Pese	 a	 ello,	 ambos	 coinciden	 en	 cuanto	 a	 desrealización	
grotesca	 del	 mundo	 representado	 por	 estilización,	 o	 hacia	 lo	
repugnante,	con	ejercicios	estéticos	dirigidos	a	élites	intelectuales.		
Ya	en	1952,	A.	Parker	mostró	que	la	oposición	era	falsa.	El	valor	
estético	del	grado	de	léxico	con	que	los	“conceptos”	transmitían	la	
experiencia	humana.		
2.	GÓNGORA.		
Luis	de	Góngora	y	Argote	(1561-1627)	es	el	inventor	de	una	
“nueva	poesía”	que	capta	la	esencia	misma	de	las	cosas	y	exalta	el	
mundo	 recreándolo.	 Anuncia	 la	 poesía	 moderna:	 la	 voluntad	 de	
liberar	 de	 una	 vez	 por	 todas	 el	 lenguaje	 poético	 de	 la	 lengua	
natural.		
Vida:	nació	en	Córdoba	en	una	familia	de	caballeros.	Por	su	padre,	
jurista	 y	 hombre	 culto,	 su	 familia	 estaba	 vinculada	 a	 los	 regidores	
locales:	esos	cargos	(veinticuatrías)	eran	más	o	menos	hereditarios,	de	
tal	forma	que	algunos	miembros	de	su	familia	integraron	el	consejo	
municipal	de	Córdoba.	Por	su	madre,	Leonor	de	Góngora,	tenía	raíces	
en	la	Iglesia,	su	tío	Francisco	era	racionero	en	la	catedral	de	Córdoba.	
La	dignidad	eclesíastica	era	importante	para	una	familia,	y	por	ello	con	
catorce	años,	Góngora	es	llamado	a	suceder	a	su	tío	y	por	ello,	lleva	el	
primer	 apellido	 de	 la	 madre.	 En	 1585	 recibió	 las	 primeras	 órdenes	
mayores	ya	terminados	sus	estudios	en	Salamanca	(entre	1576-1580)	
	
Los	inicios:		
Para	 1585,	 ya	 había	 escrito	 unas	 sesenta	 poesías	 que	
circulaban	 de	 forma	 manuscrita:	 sonetos	 petrarquizantes,	
romances	populares	y	letrillas	irreverentes,	escritas	en	Salamanca.	
En	 el	 centro	 de	 esas	 creaciones	 está	 el	 amor,	 platónico	 en	 los	
sonetos	 y	 a	 menudo	 picante	 y	 descarado	 en	 los	 romances	 y	 las	
canciones.		
Los	 viajes	 que	 realizó	 por	 la	 Península,	 fruto	 del	 trabajo	
eclesiástico	 que	 desempeñaba,	 alimentaron	 su	 obra,	
especialmente	en	el	plano	emocional,	con	Córdoba	y	Madrid	como	
polos	simbólicos.	El	rechazo	hacia	las	capitales	(Madrid,	Valladolid,	
Lisboa)	 en	 sus	 sátiras	 (hedor	 de	 Valladolid,	 lecho	 seco	 del	
Manzanares)	es	fruto	de	su	apoliticismo	insolente,	en	contra	de	las		
iniciativas	políticas	y	empresas	militares	de	la	monarquía.	Lo	mismo	
le	ocurre	con	el	clero,	al	que	también	desdeña,	igual	que	al	amor	
caballeresco	del	que	se	burla.		
La	celebridad	le	llegó	por	diversos	canales	de	expansión	de	su	
obra	 que,	 como	 hemos	 dicho,	 nunca	 publicó:	 la	 difusión	
manuscrita,	la	transmisión	oral	por	los	textos	musicales	en	letrillas	
y	romances	con	estribillo	(se	han	encontrado	veintiséis	partituras	
de	sus	poesías),	pequeños	romanceros	o	romancerillos	impresos	y,
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ya	 con	 fama,	 en	 el	 Romancero	 general	 de	 1600	 y	 las	 Flores	 de	
poetas	 ilustres	 de	 Pedro	 Espinosa,	 con	 la	 parte	 consagrada	 a	
Góngora	como	la	predominante.		
A	partir	de	1605,	con	la	muerte	del	hijo	mayor	de	su	hermana,	
y	 unido	 a	 ello	 la	 pérdida	 de	 bienestar	 económico	 (por	 el	 juego,	
entre	otros	motivos),	hace	que	su	carrera	de	un	giro	decisivo.	En	
1609	 corrobora	 que	 la	 justicia	 no	 funciona	 en	 el	 pleito	 por	 el	
asesinato	 de	 su	 sobrino,	 y	 es	 cuando	 escribe	 los	 famosos	 «¡Mal	
haya	 el	 que	 en	 señores	 idolatra!»,	 en	 el	 que	 se	 reprocha	 haber	
querido	ser	poeta	de	la	corte	y	haber	adulado	a	los	grandes.	En	ese	
momento,	considera	que	lo	mejor	que	puede	hacer	es	atender	un	
huerto	en	su	Córdoba	natal,	allí,	en	«soledad».	Entre	1610	y	1614,	
liberado	de	sus	obligaciones	capitulares	por	su	sobrino	Saavedra,	
es	cuando	escribe	las	obras	mayores.		
PERIODIZACIÓN	Y	ESTILO	DE	GÓNGORA:		
Durante	 un	 tiempo	 se	 habló	 de	 los	 periodos	 de	 claridad	 y	
oscuridad	(Cascales	aludía	al	príncipe	de	la	luz/tinieblas).	En	los	años	
20,	Dámaso	Alonso	señaló	paralelismos	entre	sus	poemas	«fáciles»	
y	 «difíciles».	 Recreaba	 la	 belleza	 de	 la	 realidad	 y	 rechazaba	 con	
melancolía	el	convencionalismo.	Para	Parker,	la	forma	intelectual	y	
la	materia	verbal	eran	en	él	inseparables.		
Modo	manierista	(1580-1609):	E.	Orozco	observa	rasgos	como	
el	 diálogo	 de	 lo	 popular	 y	 lo	 culto	 o	 correspondencias	 con	 los	
manieristas	italianos	y	la	pintura	en	los	siguientes	elementos:		
- pluritematismo	
- distribución	 de	 temas	 meditada	 con	 intención	 artística	
previa	
- relegado	a	un	fondo	lo	fundamental	
- subrayado	de	los	materiales	con	que	está	hecha	la	obra	
2)	Modo	barroco	(1609-1627):	Emprende	la	fusión	de	lo	culto	
y	lo	burlesco,	el	desengaño,	el	sensualismo	y	la	recuperación	de	la	
fábula	 mitológica,	 la	 oda	 heroica	 y	 el	 descriptivismo.	 Hay	 un	
aumento	de	elementos	cultos,	surge	la	nueva	poesía.		
Su	 obra	 promueve	 un	 estilo	 que	 quiere	 elevar	 la	 lengua	
española	a	la	latina,	para	lo	que	se	basa	en	metáforas,	sinestesias,	
ennoblecimiento	de	vocablos	humildes,	cultismo	léxico	y	sintáctico,	
hipérbatos,	 ablativos	 absolutos,	 acusativos	 griegos,	 herméticos	
referentes	 mitológicos	 o	 fórmulas	 estilísticas	 del	 tipo	 A	 no	 B	
añadiendo	 capacidad	 rítmica	 y	 musical	 (D.Alonso).	 El	 diseño	
retórico	se	basa	en	antítesis,	bimembraciones	y	correlaciones	de	
tentación	pictórica	(E.	Orozco)	
	
El	Polifemo:	
Poema	 de	 504	 versos,	 compuesto	 durante	 el	 año	 1612	 y	
difundido	en	copias	manuscritas	a	partir	de	1613.	La	crítica	actual,	
aunque	 todavía	 bajo	 la	 fórmula	 de	 la	 oposición	 entre	
«monstruosidad/belleza»,	ha	contribuido	a	la	interpretación	al	ver	
que	se	transforma	el	sistema	ovidiano	del	mito,	de	modo	que	el	
cíclope	es	moralmente	menos	monstruoso	que	el	original	y	que,	
por	amor,	se	humaniza.	El	poema	se	divide	en	tres:	Cíclope	y	Silicia,	
los	 amores	 de	 Alcis	 y	 Galatea	 y	 el	 canto	 de	 Polifemo.	 La	 parte	
central	la	ocupa	la	seducción	de	la	ninfa,	las	miradas,	las	actitudes,	
como	un	«ballet	silencioso»	(Robert	James,	«Góngora	y	la	poesía	
lírica»).	Además	del	gran	tema	del	amor	entre	Polifemo	y	Galatea	y	
la	 elusión	 de	 prohibiciones	 morales,	 tiene	 otros	 tres	 temas	
secundarios:	 la	 abundancia	 pastoril	 y	 rústica,	 los	 ríos	 y	 fondos	
submarinos	y	los	naufragios	y	navegaciones	lejanas.	Desde	el	punto	
de	vista	formal,	es	su	poema	más	perfecto.		
Las	Soledades:	
El	«Polifemo»	lleva	el	germen	de	las	Soledades,	redactadas	a	
continuación	dentro	del	mismo	impulso.			
El	comentarista	antiguo	Díaz	de	Rivas,	aseguraba	que	el	plan	
inicial	abarcaba	cuatro	Soledades:	de	los	campos,	de	las	riberas,	de	
las	selvas	y	del	yermo,	pero	es	seguro	que	acudió	secundariamente	
a	otras	taxonomías	con	prestigio	literario	como	las	cuatro	edades	
del	hombre	y	del	mundo	o	las	estaciones	del	año	(F.	Rico	«Mil	años	
de	poesía	española»).	La	primera	Soledad		fue	el	acontecimiento	
literario	de	la	época.	Por	un	lado,	tuvo	gran	éxito,	pero	también	
fuertes	 ataques	 en	 forma	 de	 cartas	 anónimas	 (Lope),	 críticas	
(Jáuregui)	 o	 sátiras	 (Quevedo).	 Dio	 lugar	 a	 que	 lo	 llamaran	
«culterano»,	término	escogido	por	asociación	con	«luterano»,	es	
decir,	hereje,	por	parte	de	aquellos	partidarios	de	la	poesía	clara	y	
la	tradición	castellana.	El	debate,	principalmente	formalista,	sobre	
este	poema	ha	sido	enorme,	fue	desdeñado	durante	el	XVIII	y	el	
XIX,	pero	el	siglo	XX	y	en	especial	la	Generación	del	27	lo	recuperó.	
Fue	 entonces	 cuando	 empezó	 a	 verse	 que	 lo	 que	 Góngora	
pretendía	era	«alcanzar	la	cosa	última»,	llegar	a	la	esencia	de	las	
cosas	más	simples	venidas	de	la	tierra	(por	ejemplo,	para	hablar	de	
la	tabla	del	náufrago	hace	un	rodeo	por	el	árbol	sacudido	por	el	
viento).	Este	poema,	pues,	abre	territorios	poéticos	inexplorados	
hasta	entonces.		
Góngora	cortesano:		
A	pesar	de	sus	propias	convicciones,	Góngora	fue	a	partir	de	
los	cincuenta	cortesano.	Sus	amigos,	su	fama	y,	especialmente,	sus	
necesidades	económicas,	hacen	que	abandone	Córdoba.	En	1617	
se	ordena	sacerdote	y	entra	como	capellán	de	honor	de	Felipe	III.	
Se	instala	en	Madrid	para	poder	mantener	desde	allí	a	sus	sobrinos.	
Entre	1617	y	1626	(regresó	después	de	una	congestión	cerebral	a	
Córdoba,	donde	murió	un	año	después),	se	multiplican	las	obras	de	
convencionalismo	 social	 (parabienes,	 ditirambos,	 crónicas	
mundanas	 rimadas…),	 conjunto	 del	 que	 surge	 en	 fabuloso	
«Panegírico	al	duque	de	Lerma»,	de	seiscientos	treinta	y	dos	versos	
en	octavas	y	que	no	pudo	terminar	por	la	desgracia	del	ministro.	
También	son	de	este	momento	algunas	sátiras	y,	especialmente	
relevante,	el	romance	de	Píramo	y	Tisbe,	la	tentativa	más	original	
de	buscar	una	promoción	estética	y	burlesca	al	mismo	tiempo.		
Tras	 adquirir	 un	 cartapacio	 con	 su	 obra,	 Góngora	 la	 legó	
aclarada	y	depurada	a	la	modernidad.	Hizo	la	revisión	con	su	amigo	
Antonio	 Chacón,	 y	 el	 manuscrito	 que	 conserva	 su	 obra	 tiene,	
indicados	por	él,	la	fecha,	asunto	y	a	veces	circunstancias	de	sus	
poemas.	Cernuda	llama	a	este	cordón	umbilical	que	une	los	poemas	
con	su	autor	“historial	de	un	libro”.		
Paradójicamente,	 su	 condición	 de	 cortesano	 le	 inspira	 los	
últimos	 grandes	 versos:	 poesías	 a	 la	 muerte	 trágica	 de	 sus	
protectores,	cinco	sonetos	de	1623	en	los	que	refleja	la	amargura	
del	cortesano	decepcionado,	su	martirio	cotidiano	y	la	esperanza	
Argumento	de	las	Soledades:		
1ª	Soledad:	una	tempestad	arroja	a	un	náufrago	al	pie	de	
un	acantilado,	cuando	se	recompone	ve	una	luz	a	lo	lejos	de	un	
fuego,	y	penosamente	llega	hasta	allí.	Está	con	unos	cabreros	
y	llega	gente:	es	una	boda	en	el	pueblo,	con	fuegos	artificiales	
y	 festejos.	 Al	 día	 siguiente	 come	 con	 la	 gente	 del	 pueblo	 y	
pasan	los	novios	camino	al	tálamo.		
2ª	Soledad:	El	viajero	va	con	unos	pescadores	a	la	orilla	de	
una	ría.	Lo	llevan	a	una	isla	donde	viven	con	sus	hermanas	y	su
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insensata,	suicida,	como	un	jugador	incapaz	de	retirarse.	Fueron	
diez	años	difíciles	pero	no	estériles.		
QUEVEDO	
Quevedo	(1580-1645)	pertenece	a	la	aristocracia.	Su	familia	
era	de	origen	montañés	(Santander),	su	padre	era	un	gentilhombre	
que	se	casó	con	una	dama	de	honor	de	Su	Majestad.	A	los	catorce	
años,	heredó	por	la	muerte	primero	de	su	hermano	mayor	y	luego	
de	 su	 padre,	 y	 es	 considerado	 lo	 que	 se	 llamaba	 un	 «mediana	
sangre»,	 es	 decir,	 tenía	 bienes	 modestos.	 Hizo	 estudios	 en	
Valladolid	(Teología)	y	Alcalá.	Durante	22	años	litigió	para	conseguir	
ser	finalmente	señor	de	La	Torre	de	Juan	Abad.	Bajo	la	protección	
del	 duque	 de	 Osuna	 fue	 a	 Nápoles	 y	 Sicilia,	 participó	 en	 la	
conjuración	de	Venecia,	en	la	que	desveló	secretos	a	Richelieu,	y	
fue	encarcelado	por	ello.	Después	de	que	cayera	en	desgracia	el	
conde	de	Osuna,	le	dio	protección	el	duque	de	Uceda	y,	finalmente,	
el	conde-duque	de	Olivares,	a	quien	le	dedicó	en	1624	su	Epístola	
satírica	y	censoria.		
Teniendo	 la	 situación	 política	 de	 su	 época,	 es	 posible	
comprender	 las	 contradicciones	 de	 Quevedo	 en	 un	 mundo	
convulso.	Al	hacer	literatura,	no	distinguía	lo	que	le	ennoblecía	de	
lo	que	le	rebajaba.	Se	encontraba	entre	el	impulso	reaccionario	de	
un	anacrónico	hidalgo	con	ambiciones	y	un	humanista	tardío	(Vida	
de	Marco	Bruto).	En	los	tercetos	de	su	Epístola	satírica	y	censoria	
habla	de	la	edad	de	oro	militar,	pero	siempre	evadió	impuestos	
para	el	ejército;	despreció	aparentemente	las	honras,	pero	pleiteó	
para	ser	señor	de	Torre	de	Juan	Abad;	se	burló	del	patriotismo,	pero	
defendió	que	Santiago	fuera	patrón	de	España	por	encima	de	Santa	
Teresa	de	Jesús;	protestó	contra	la	economía	mercantil	y	en	pro	de	
la	 moralización	 pública,	 pero	 dilapidó	 dinero	 y	 fue	 amante	 de	
actrices	 de	 dudosa	 reputación.	 Y	 escribió	 algunas	 de	 las	 más	
elevadas	 meditaciones	 morales	 de	 su	 tiempo,	 pero	 al	 mismo	
tiempo	fue	autor	de	una	indecorosa	Execración	contra	los	judíos	
(José-Carlos	Mainer,	Historia	mínima	de	la	literatura	española).	
Quevedo	veía	absurdo	el	mundo,	y	fruto	de	esa	vivencia	es	la	
invención	 de	 un	 género	 literario	 en	 prosa,	 los	 sueños,	 donde	
profesiones	 (médicos,	 letrados)	 o	 instituciones	 como	 la	 justicia	
aparecen	 degradadas.	 Brutal,	 machaconamente	 antisemita,	
grotesca	y	vulgarmente	machista,	patriotero	y	casticista	hasta	el	
extremo,	 pero	 también	 un	 extraordinario	 crítico	 de	 la	 sociedad	
decadente,	 fantasiosa	 y	 vulgar	 de	 su	 tiempo;	 terrible	
desmitificador,	 noble	 pensador	 político	 obsesionado	 por	 la	
dignidad	humana,	sabio	y	erudito,	poeta	metafísico,	brillante	en	la	
novela	picaresca	y	uno	de	los	grandes	poetas	de	la	larga	tradición	
petrarquista.		
Si	Góngora	era	un	poeta	de	la	vida,	del	«Renacimiento»	en	el	
que	el	alma	y	el	cuerpo	se	expresan,	Quevedo	lo	es	de	la	muerte	en	
sentido	medieval;	la	opacidad	del	cuerpo	y	el	alma	no	se	pueden	
expresar	 porque	 están	 corruptos	 y	 empapados	 de	 pecado.	 El	
mundo	ha	dejado	de	ser	bello:	es	pecaminoso.	Así	pues,	mientras	
Góngora	materializa	lo	espiritual,	Quevedo	espiritualiza	lo	material,	
dado	que	esto	último	está	corrompido.	Personifica	los	elementos	
del	poema	como	si	fueran	figuras	del	teatro,	como	sombras.	En	sus	
poemas	predomina	un	concepto	del	mundo	como	imperfecto	en	
cuanto	que	rectilíneo,	y	solo	con	sentido	si:		
	
	
	
Ene	1613	sufrió	una	crisis	espiritual.	Escribió	unos	poemas	que,	
según	sus	cartas,	iban	a	ser	un	libro,	el	Heráclito	cristiano,	basado	
en	el	tempus	fugit	(no	te	bañarás	dos	veces	en	el	mismo	río,	idea	
esta	retomada	en	la	dialéctica	de	Hegel).	En	Quevedo,	de	nuevo,	las	
signaturas	 de	 Dios	 no	 son	 signos	 arbitrarios,	 sino	 que	 llevan	 su	
firma.	 Su	 poesía,	 se	 entiende,	 pues,	 dentro	 del	 organicismo	
medieval	que	retrotrajo	la	Contrarreforma.		
(Estilo):	Presenta	una	colosal	condensación	y	una	capacidad	
afectiva	de	enorme	fuerza,	que	aúna	el	pesimismo	y	la	apasionada	
violencia,	a	veces	con	tono	desmesurado	(D.	Alonso).	Según	Lázaro	
Carreter,	usó	del	lenguaje	como	disfraz.	La	metáfora	es	su	forma	
habitual	de	la	creatividad.	No	se	fía	del	lenguaje	y	descubre	en	él,	
antes	de	usarlo,	su	verdad	y	sus	mentiras.	Quevedo,	para	Lázaro	
Carreter,	encarna	la	pura	literatura.		
La	 fuerza	 paródica	 de	 su	 lenguaje	 fue	 estudiada	 en	
profundidad	 por	 Emilio	 Alarcos	 en	 «Quevedo	 y	 la	 parodia	
idiomática».	
	
Obra	poética	
Quevedo	no	publicó	su	obra,	pero	sí	que	la	dividió,	para	que	
González	de	Salas	la	publicara,	en	nueve	«musas»,	cada	una	con	un	
tema	concreto.	Esta	división	temática	no	nos	permite	garantizar	la	
cronología	 de	 su	 obra,	 pero	 sí	 comprobar	 cómo	 el	 autor	 y	 sus	
contemporáneos	discernían	temáticamente	en	el	género	poético.	
A	la	muerte	de	González	Salas,	en	la	sexta	musa,	es	su	sobrino	Pedro	
de	Aldrete	quien	publica	las	otras	tres,	con	más	descuido	que	el	
primero.	
	
Poesía	amorosa	
Altera	y	desautomatiza	el	petrarquismo	con	la	angustia	y	la	
soledad,	 aunque	 mantenga	 los	 topoi	 del	 discurso	 amoroso	
renacentista.	 Para	 Pozuelo	 Yvancos	 esta	 obra	 deriva	 de	 los	
márgenes	 neoplatónicos,	 y	 debe	 leerse	 en	 conjunción	 con	 los	
Diálogos	de	amor	de	León	Hebreo	y	Los	Asolanos	de	Bembo.	Aquí	
amar	es	la	contemplación	de	la	belleza	inaccesible	de	la	dama	y	Lisi,	
a	quien	dedica	los	64	sonetos	que	más	destacan,	no	es	más	que	la	
recreación	de	una	pasión.	El	amor	es	pasión	y	aflicción	en	“Fuego,	
llama,	 corazón	 ardiente”.	 También	 son	 mencionables	 A	 Flora,	 A	
Doris	o	el	majestuoso	y	ligado	a	lo	metafísico	“Amor	constante	más	
allá	de	la	muerte”,	reflejo	del	organicismo	en	el	que	todo	se	traduce	
a	“polvo	enamorado”.			
Poesía	satírica	
Las	 modalidades	 poéticas	 anteriores	 habían	 alcanzado	 ese	
grado	de	desarrollo	que	fomenta	la	aparición	de	la	parodia	y	de	la	
burla	sobre	los	mismos	temas,	motivos	y	estilos	que	se	prolongan.	
Cultivó	la	sátira	en	su	modalidad	seria	y	moralizadora	al	modo	de	
Juvenal,	pero	también	ligera	al	modo	de	Marcial.	Desfilan	ante	él	
todo	tipo	de	personajes	y	profesiones,	así	como	los	desajustes	de	
la	vida	pública	como	en	la	mencionada	Epístola	al	Condeduque		o	
en	el	Memorial	a	S.M.	el	Rey	Felipe	IV.	Entre	las	sátiras	personales,	
destacan	 las	 que	 van	 contra	 Góngora.	 De	 estas	 cabe	 destacar,	
quizás,	«Receta	para	hacer	Soledades	en	un	día»,	por	cuanto	nos	
demuestra	tanto	el	ingenio	verbal	de	Quevedo	como	el	brillo	que	
proporcionó	al	la	lengua	española	su	enemigo.		
Hace	un	tratamiento	paródico	del	género	amoroso	(“Rostro	de	
blanca	nieve,	fondo	de	grajo”);	no	es	oculta	su	misoginia	con	la	que
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trata	 a	 la	 mujer	 como	 bruja,	 alcahueta,	 dueñas	 y	 prostitutas.	
También	 trabaja	 la	 parodia	 de	 tema	 histórico	 (Poema	 de	 las	
necedades	 y	 locuras	 de	 Orlando),	 ofrece	 la	 deformación	 de	 una	
temática	épica	de	la	que	se	siente	cierto	hastío.	Su	metaforismo	
deformante,	feísmo	expresionista.	Asimismo,	tiene	un	registro	de	
censor	 moral	 de	 modas	 («Mujer	 puntiaguda	 con	 enaguas»)	 o	
contra	 costumbres	 («Si	 el	 mundo	 amaneciera	 cuerdo	 un	 día»),	
donde	la	locura	del	mundo,	el	lujo	y	la	destrucción	de	los	ideales	
constituyen	el	horizonte	de	su	artificio	verbal.		
Entre	las	formas	tradicionales	cabe	recordar	las	letrillas	Con	su	
pan	se	lo	coma,	Poderoso	caballero,	Punto	en	boca,	Yo	me	soy	el	rey	
Palomo,	 etc.	 Entre	 sus	 romances	 «Aquí	 ha	 llegado	 una	 niña»,	
«Pariome	adrede	mi	madre»,	«Mi	marido,	aunque	es	chiquito»	o	
«A	la	corte	vas,	Perico».	Las	jácaras	en	romance	cuentan	la	vida	de	
pícaros	reales	y	sus	coimas.	También	fue	autor	de	mojigangas	o	fin	
de	fiesta,	subgénero	entre	lírico,	dramático	y	musical	que	recrea	
ambientes	satíricos	del	hampa	o	la	vida	poltrona.		
Su	 inspiración	 grotesca	 hace	 que	 procure	 creaciones	
caricaturescas	en	las	que	lo	vivo	se	caracteriza	en	cosa	inerte.		
Poesía	seria	
Usa	motivos	y	topoi	de	raigambre	ética,	comunes	al	discurso	
religioso,	 cristiano,	 corrientes	 neoestoicas	 y	 filosofía	 moral	 del	
Renacimiento.	 Son	 excepcionales	 Lágrimas	 de	 Hieremías	
castellanas	y	el	Heráclito	cristiano	(1613),	de	tensión	filosófica	y	
relacionada	con	tratados	en	prosa	como	La	cuna	y	la	sepultura,	
funde	lo	religioso	con	lo	moral	y	metafísico:	es	una	reflexión	sobre	
la	propia	existencia,	un	diálogo	con	la	divinidad,	una	honda	ansia	de	
regeneración	 y	 un	 amargo	 desencanto	 de	 las	 cosas	 terrenas.	
Aparecen	temas	estoicos:	el	nacimiento	como	empezar	a	morir,	la	
vida	como	llanto,	la	muerte	como	única	realidad.	Son	interesantes	
sus	99	sonetos	«morales»,	15	salmos	bajo	el	título	«Lágrimas	de	un	
penitente»,	sus	poesías	religiosos	y	las	del	grupo	«varias»	(Al	sueño,	
A	una	fuente…).		
Es	importante	su	poesía	metafísica,	una	corriente	definida	a	
principios	del	XX	por	T.S.	Eliot.	Los	temas	metafísicos	son	la	unión	
del	espíritu	y	el	cuerpo,	la	limitación	del	hombre	unida	al	ansia	de	
inmortalidad,	el	misterio	del	amor	como	creador	de	unidad	a	partir	
de	lo	diverso.	Este	tipo	de	poesía	abunda	en	conceptos,	creados	por	
una	ruptura	entre	los	extremos	que	se	correlación	y	que	tienen	
identidad	o	referencia.	Cabe	recordar	«¡Cómo	de	entre	mis	manos	
te	resbalas!»,	«Si	hija	del	amor	mi	muerte	fuese»	o	«Cerrar	podrá	
mis	ojos	la	postrera»	(ya	comentada).	
	
4.	LOPE	DE	VEGA	
Lope	de	Vega	fue	llamado	«Fénix»	por	sus	contemporáneos,	
dado	 que,	 efectivamente,	 cada	 género	 que	 tocaba	 renacía	 y	 se	
desarrollaba	 en	 sus	 manos.	 Nació	 en	 Madrid	 en	 1562	 y	 desde	
pequeño	resultó	ser	un	niño	precoz	y	brillante.	Después	de	asistir	
al	colegio	de	los	teatinos,	entró	hacia	1576	al	servicio	del	obispo	de	
Ávila,	y	estudió	en	la	Universidad	de	Alcalá.		Se	enamoró	de	la	hija	
de	un	actor,	Elena	Osorio,	que	al	mismo	tiempo	tenía	relaciones	
con	Francisco	Perronet	de	Granvela,	con	quien	acabó	casándose.	
Lope	fue	acusado	de	hacer	circular	libelos	injuriosos	y	difamatorios	
sobre	 su	 familia,	 por	 lo	 que	 fue	 primero	 encarcelado	 y	 luego	
desterrado	dos	años	de	Castilla	y	ocho	de	Madrid.	Cuando	sale	de	
la	 cárcel	 rapta	 a	 doña	 	 Isabel	 de	 Urbina	 y	 Cortinas,	 se	 casa	 por	
poderes	y	se	enrola	en	la	Armada	Invencible	hacia	Lisboa.	Después	
del	 desastre	 se	 establece	 en	 Valencia,	 donde	 muere	 su	 mujer.	
Después	de	pasar	cinco	años	en	Toledo	y	Alba	de	Tormes	al	servicio	
de	 la	 familia	 de	 Alba,	 vuelve	 a	 Madrid,	 donde	 es	 secretario	 del	
marqués	de	Sarria.	Se	casa	con	Juana	de	Guardo,	al	mismo	tiempo	
que	mantiene	una	relación	con	la	actriz	Micaela	Luján.	En	1605	se	
instala	en	Toledo	y	conoce	al	duque	de	Sessa,	mientras	mantiene	
dos	hogares.	En	1613	Juana	de	Guardo	muere	y	su	hijo	Carlos	Félix	
también,	por	lo	que	toma	los	hábitos	en	1614	y	publica	las	Rimas	
sacras.	 En	 1616	 conoce	 a	 Marta	 de	 Nevares	 y	 la	 cuida	 cuando	
queda	ciega.	En	1627	el	papa	nombra	a	Lope	caballero	de	la	orden	
de	San	Juan.	Un	año	después,	Marta	enloquece.	En	1632,	año	de	
publicación	de	La	Dorotea,	ella	muere	y	su	vida	se	ensombrece.	
Escribe	en	1633	la	égloga	Amarilis	dedicada	a	ella.	En	1634	muere	
su	hijo	Lope	Félix	en	un	naufragio	y	raptan	a	su	hija	Antonia	Clara.	
Lope	de	Vega	muere	el	27	de	agosto	de	1635.		
Es	 significativa	 su	 relación	 con	 el	 poder	 y	 con	 el	 resto	 de	
escritores,	 teniendo	 en	 cuenta	 un	 hecho	 relevante	 de	 su	
personalidad,	 como	 es	 el	 que	 fuera	 agente	 de	 la	 Inquisición	 en	
1608.		
1.1. Poesía	
Su	vida	es	especialmente	relevante	en	relación	con	su	obra,	ya	
que	 este	 es	 uno	 de	 los	 factores	 clave	 que	 le	 da	 coherencia.	 Al	
mismo	tiempo,	es	su	biografía	sentimental	la	que	va	transformando	
los	tópicos	petrarquistas	al	tiempo	que	estos	van	transformando	su	
modo	de	sentir.	De	esta	manera,	Rozas	dividió	su	obra	en	«ciclos».	
La	 transposición	 de	 lo	 vivido	 pasa	 por	 seudónimos,	 a	 veces	
anagramáticos	y	marcas	de	autenticidad	autobiográfica:	Lope	es	
Belardo,	Tomé	de	Burguilos	y	Zaide.	Estos	ciclos	son:		
• Ciclo	de	Filis	(Elena	Osorio,	1583-1587):	atiende	sobre	todo	al	
soneto	y	al	romancero	morisco.	Su	comedia	Belardo	el	furioso	
sugiere	la	relación	con	el	amante	preferido	de	Elena.	La	Dorotea	
(1632)	recuerda	el	despecho	sufrido.		
• Ciclo	de	Belisa	(Isabel	de	Urbina,	1588-1596):	en	relación	con	la	
casa	 de	 Alba:	 romancero	 pastoril,	 La	 Arcadia	 (1598),	 La	
Dragontea	(1598)	y	el	Isidro	(1599).	
• Ciclo	 de	 Camila	 Lucinda	 (Micaela	 Luján,	 1599-1608):	 Rimas	
(1602)	con	sonetos	petrarquistas	y	poemas	épico	líricos	como	
La	hermosura	de	Angélica	de	1609,	que	augura	una	renovación	
paralela	a	la	del	Arte	Nuevo.		
• Ciclo	de	de	la	crisis	religiosa	en	torno	a	la	muerte	de	Juana	de	
Guardo:	maduración	estética	y	espiritual	antes	y	después	de	la	
muerte	de	su	esposa.	Son	de	entonces	las	Rimas	sacras	(1614)	
en	 las	 que	 humaniza	 el	 sentimiento	 religioso.	 El	 amor	 a	 la	
divinidad	queda	enteramente	asimilado	a	la	pasión	cordial	que	
desata	el	amor	humano.	Se	recrea	en	la	visualización	de	cristo.	
También	 de	 entonces	 son	 novelas	 espirituales	 como	 Los	
pastores	de	Belén	(1612).	Lope	ya	reflexiona	sobre	la	literatura	
(de	 este	 momento	 es	 el	 Arte	 nuevo).	 En	 1619	 se	 publicó	 un	
Romancero	espiritual.	
• Ciclo	de	Marcia	Leonarda/Amarilis	(Marta	de	Nevares):	Lope	
estaba	 en	 el	 cénit	 pero	 era	 censurado	 por	 sus	 amores	
prohibidos,	ya	siendo	sacerdote.	Quería	ser	el	eje	del	panorama	
literarario	 y	 mantiene	 batallas	 literarias	 contra	 aristotélicos,	
gongorinos	y	cervantinos,	confiando	su	defensa	al	género	de	la	
epístola	en	verso.	Son	de	este	momento	La	Fiomenta	(1621)	y	
Circe	(1624).		
Sus	últimos	años	presentan	una	escritura	distanciada	en	la	que	
adopta	el	nombre	de	Tomé	de	Burguillos	(Rimas	divinas	y	humanas
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del	licenciado	Tomé	de	Burguillos,	1634),	para	dar	salida	a	la	función	
paródica	y	burlesca.	A	él	le	atribuye	La	Gatomaquia,	parodia	de	la	
poesía	épica.	También	da	a	la	imprenta	la	«acción	en	prosa»,	La	
Dorotea.		
El	otro	punto	eficaz	para	dotar	de	coherencia	a	la	obra	es	el	
lenguaje	 poético.	 En	 un	 sentido	 amplio,	 constituye	 la	 materia	
común	 del	 teatro,	 de	 las	 rimas,	 de	 las	 églogas,	 de	 los	 poemas	
mitológicos,	 las	 epopeyas,	 las	 prosas	 y	 las	 novelas.	 Tienen	 el	
soporte	 de	 una	 materia	 verbal,	 matafórica	 y	 asociativa	
perfectamente	probada	y	estructurada	por	ritmos	familiares,	así	
como	 un	 repertorio	 adaptable	 de	 formas	 y	 sintaxis	 siempre	
semejantes	y	siempre	renovadas.	El	efecto	de	«naturalidad»	que	
proporciona	se	debe	a	un	dominio	perfecto	de	la	materia	erudita.		
Sus	poemas	conjugan	las	formas	y	los	metros	tradicionales,	el	
conceptismo	de	los	cancioneros	y	las	invenciones	de	la	poesía	del	
renacimiento.	Su	estilo	muestra,	pues,	la	intensidad	y	la	amplitud	
de	 sus	 registros.	 Lope	 intentó	 fundir	 el	 concepto	 con	 el	 ornato	
italiano,	lo	que	le	permitió	un	barroco	equilibrio	siempre	inestable	
entre	lo	medieval	y	el	Renacimiento,	la	depuración	técnica	de	la	
escritura	y	la	incitación	permanente	a	que	la	vida	lo	empujaba.		
	
CONCLUSIÓN	
La	poesía	del	Siglo	de	Oro	es	densa,	profunda,	brillante,	en	
todos	 los	 géneros,	 modos	 y	 estilos,	 de	 lo	 culto	 a	 lo	 popular,	 lo	
religioso	a	lo	profano.	La	poesía	es	fruto	de	un	momento	histórico	
determinado	en	que	es	fácil	ver	el	surgimiento	técnico	de	violentas	
superposiciones,	 perspectivas	 vertigionosas	 y	 contradicciones	
(Wölfflin).		
Mientras	 que	 en	 Góngora	 cantaba	 a	 la	 vida,	 mientras	 que	
culminaba	la	tradición	petrarquista	que	había	pasado	por	Garcilaso	
cantando	a	las	almas	bellas	y	extrayendo	la	esencia	de	las	cosas,	
Quevedo	se	situaba	dentro	de	un	conjunto	social	orgánico,	en	el	
que	Dios	era	el	centro	y	la	vida	una	simple	forma	de	alcanzarlo	de	
nuevo	 a	 él,	 o	 a	 Satán.	 Lope,	 por	 su	 parte,	 supo	 conjugar	 a	 la	
perfección	las	tendencias	de	su	época	con	una	técnica	impecable	y	
con	un	desbordamiento	de	su	obra/vida	absoluta,	no	en	vano	sus	
versos	a	Lupercio	Leonardo	de	Argensola:		
¿Que	no	escriba	decís	o	que	no	viva?	
Haced	vos	con	mi	amor	que	yo	no	sienta,		
que	yo	haré	con	mi	pluma	que	no	escriba.	
La	 fuerza	 descomunal	 de	 estos	 tres	 escritores	 he	
ensombrecido	 a	 otros	 grandes	 poetas	 (se	 dice	 que	 los	 grandes	
escritores	nunca	aparecen	en	el	vacío),	como	lo	son	Villamediana,	
Bocángel,	Medrano	o	Soto	de	Rojas.	Especialmente	relevante	es	
también	la	mexicana	Sor	Juana	Inés	de	la	Cruz	y	su	magnífico	Primer	
sueño.	También	esa	fuerza	hizo	que	la	Generación	del	27	celebrara	
el	aniversario	de	la	muerte	de	Góngora	y	diera	nombre	a	su	grupo,	
que	Alberti	escribiera	la	Tercera	Soledad,	o	que	Borges	afirmara	con	
rotundidad	que	más	que	un	poeta,	«Quevedo	es	una	literatura».		
	
	
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Contribución	al	estudio	del	conceptismo»	en	Estudios	dedicados	a	
Menéndez	Pidal,	Madrid:	CSIC	
Pedraza	Jiménez,	F.	Y	Rodríguez	Cáceres,	M.	(2012)	Las	épocas	
de	la	literatura	española,	Barcelona:	Ariel	
Rozas,	 J.M.	 (1990)	 Estudios	 sobre	 Lope	 de	 Vega,	 Madrid:	
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Zamora	Vicente,	A.	(1961),	Lope	de	Vega,	su	vida	y	su	obra,	
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  • 1. 1 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com TEMA 51. LA LÍRICA DEL BARROCO. GÓNGORA. QUEVEDO. LOPE DE VEGA. INTRODUCCIÓN: El Siglo de Oro puede verse desde una doble perspectiva que incluye las formas de Renacimiento y Barroco como concepciones diferentes del arte. Maravall ha mostrado cómo el Barroco no es solo un estilo, sino una estructura cultural dirigida, urbana y conservadora, que ha pasado de la expansión política y cultural de Carlos V a un recelo ante el estudio de los textos bíblicos y el triunfo del ideal educativo de la ratio studiorum jesuística y su disciplinado conformismo de la Contrarreforma y Felipe II, además del Concilio de Trento. Los escritores se siente moralmente responsables de las consecuencias de sus escritos, con una fuerte religiosidad que se expresa por medio de la sensualidad. El ámbito cultural español es la esencia de la cointidentia oppositorum, una interacción entre arte y vida que produce diversidad de estilos poéticos. Poesía lírica + teatro = logros de la hegemonía literaria española en el XVII, apoyadas en el siglo anterior. Ausencia de ediciones en vida de algunos de los mejores poetas (Garcilaso, Aldana, los Argensola, Góngora o Quevedo) > Arbitrariedad en la transmisión de los textos y falsas atribuciones. > Circulación de manuscritos y antologías generales o cancioneros para uso privado (movilidad de estudiantes, funcionarios o comerciantes). à Reuniones de ingenios en academias, certámenes poéticos en provincias para garantizar una puesta al día de las convicciones estéticas del momento. 1. EVOLUCIÓN DE LAS FORMAS Y TEMAS DE LA LÍRICA BARROCA 1.2. La dialéctica Renacimiento/Barroco Origen del término no del todo claro (latín VERRUCA, ‘mancha de una piedra preciosa, defecto’; portugués barroco, ‘piedra irregular’; española barrueco, relacionado con silogismos escolásticos complejos). Cronológicamente se sitúa entre el Renacimiento y la Ilustración y engloba el manierismo y el rococó. Weisbach, al definirlo como un “producto de la Contrarreforma e influjo de la Compañía de Jesús”, excluye a los países protestantes, sin embargo, sí que lo hay en toda Europa (Welleck habla de un “Barroco protestante”), de forma que como proponía Maravall, esta concepción del arte y la vida “depende de un estado social en virtud del cual y dada su extensión, todas las sociedades del occidente europeo presentan aspectos comunes o conexos”. Así, el Barroco abarca corrientes como el conceptismo, culteranismo, gongorismo, eufismo inglés, marinismo italiano, los poetas metafísicos y el preciosismo. Es Wöllfflin quien rescata al movimiento, dentro del marco de la historia del arte, de la descalificación, pero mediante una concepción formalista y externa. En Renaissance und Barrock (1888), formula la relación dialéctica con el Renacimiento, de forma que se vuelve al estilo “ático”, breve y conceptuoso de Séneca o Tácito, modelos de Quevedo o Gracián. Eugenio d’Ors (Lo barroco) concibe, dentro de esta dialéctica, que es una constante histórica que alterna con etapas de clasicismo desde las raíces de la historia humana (cuenta hasta 22 movimientos). Sin embargo, el trasfondo social, los factores históricos son diferentes. Las técnicas artísticas son limitadas, no así las vivencias. En este caso, factores históricos como las guerras, absolutimo y el empobrecimiento; y estéticos como el agotamiento de las formas renacentistas, crearon una “relativa homogeneidad en las mentes y comportamientos de los hombres” que permite la aparición del Barroco (Maravall). 1.2. Preocupaciones y temas del Barroco a) Persuasión religiosa à alianza Iglesia-Monarquía que impregna el orden estético, festivo y ceremonial (Maravall). Los misterios. b) Impulso de infinitud c) Atrapar lo instantáneo à en clave religiosa y como fugacidad de la vida (“soy un fue, un será y un es cansado” Q) o como intrascendente anecdotismo (“Prisión del nácar era articulado”, G). La Epístola moral a Fabio de FERNÁNDEZ DE ANDRADA es una síntesis perfecta del contentamiento epicúreo con los placeres de la existencia tranquila y sin tensiones que lleva a la exaltación de la aurea mediocritas. d) Tensión entre realidad y apariencia à Se llega con Descartes al solipsismo, por el cual la realidad pasa a ser una fantasía imaginada por el sujeto pensante. Lleva a una suerte de impresionismo que no refleja lo que el objeto es, sino lo que parece a los ojos del espectador. Esto lleva a la deprecación de la realidad, la vida como sueño. e) Desalegorización de la materia amorosa. f) Pesismismo y desengaño, fundamentados en las adversas condiciones político-económicas y la presión política de la clase dominante que trata de impedir la movilidad social. g) Ideal de Arte total: mezcla de disciplinas artísticas, como con el nacimiento de la ópera (Monteverdi, 1607). h) Naturalismo panteísta en que se adoptan procedimientos similares a los descritos por la Naturaleza. O.H.Green considera que los motivos renacentistas se reinterpretan en el Barroco. Los instrumentos son los mismos, pero la materia que debe expresarse es distinta. Petrarquismo limitado, fosilización de recursos, reiteración y lexicalización de imágenes. El Barroco trata de captar la naturaleza en su complejidad, frente a la idealización renacentista. También encontramos serenidad: bodegones o cantos de flores. La regeneración barroca tienda a ampliar los campos del interés artístico y a romper con los moldes fijados por las preceptivas. Mientras que el arte renacentista actúa por eliminación, el arte barroco actúa por acumulación. Aparecen otros motivos como el del hombre como microcosmos, el desengaño, el mundo al revés, pesimismo, locura asociada a la necesidad y la simpleza, nostalgia del Paraíso perdido, transformación de los temas clásicos, mundo como teatro, reinterpretación de la mitología (Welles señala que la inventio triunfa sobre la imitatio), la soledad, temas escabrosos y la meditación del hombre sobre la muerte, que puede llevar a un carpe diem o a un memento, homo, peor incluso el primero con apresuramiento acongojado y amargura.
  • 2. 2 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 1.3. Géneros y formas líricos del Barroco La poesía es el género dominante del Barroco, hasta el punto de invadir otros géneros y estilos. v Poesía popular: Se renueva la afición a los romances con un público adicto y entusiasta. M. Frenk nos habla del romance artístico, el villancico, la seguidilla y la letrilla. Los grandes poetas cultivaron estas formas. v Lírica culta en metros castellanos: Se generalizó la técnica de la glosa, casi siempre en quintillas o redondillas dobles. Se fijó la décima o espinela, apta para la poesía conceptuosa y argumentativa. También se sirvió de estas estrofas la poesía satírica, burlesca, la poesía social… Los versos más intensos los debemos al CONDE DE SALINAS y al DE VILLAMEDIANA. v Poesía amorosa de carácter petrarquista: pero renovada de distintas maneras dependiendo del autor, hasta incluso desautomatizarlo. Se adensa y trasciende a soneto metafísico. v Inspiración horaciana: metros italianistas para cantar la aurea mediocritas en lenguaje equilibrado. Epístola en tercetos, como género para recoger convicciones filosóficas. v Poesía sacra, moral y metafísica: la exterioridad del Barroco se lleva a las justas de poemas religiosos, a menudo rayanos en lo grosero e irreverente. Lope de Vega y Quevedo cultivaron estos temas en su poesía. v Poesía narrativa y descriptiva: Utilización de los materiales petrarquescos, intensificados y retorcidos para reflejar un mundo externo y casi siempre brillante. Como culmen tenemos la Fábula de Polifemo y Galatea de G., la Fábula de Faetón, CONDE DE VILLAMEDIANA, La Circe, de LOPE y el Orfeo de JÁUREGUI. v Poesía burlesca y paródica: consecuencia del cansancio estilístico, de la deprecación de la realidad y la ampliación de los motivos poéticos. Los tonos son muy diversos, desde la ferocidad de Q. a la simpatía de las Rimas de Tomé de Burguillos, de LOPE. v Poesía épica: Lope quiso ser el poeta épico nacional, y por ello presenta en su evolución todos los matices del género. Quevedo, aunque intentó la épica sacra, tuvo mayor fortuna con una sorprendente, feroz y bellísima parodia de Ariosto: Poema heroico de las necedades y locuras de Orlando el enamorado. Junto con La Gatomaquia de Lope, son el mejor reflejo del desengaño vital del momento, pues asistimos con ellos a la desintegración de la épica heroica. 1.4. Los estilos literarios del Barroco: conceptismo y culteranismo. Los estilos son realmente variados, sin embargo, si algo predomina en el XVII es el “concepto”. De hecho, el nombre empleado para la literatura que se cultivaba era el de “concepto ingenioso” o “agudeza”, es decir, la iluminación del ingenio que alumbra una relación entre conceptos remotos. Gracián lo define como “acto del entendimiento que exprime la correspondencia que se halla entre los objetos”. Los antiguos inventaron los métodos lógicos (silogismos) y los retóricos exploraron las reglas de la agudeza (“valentía del ingenio”), cuyo producto más depurado era el concepto, “hijo del esfuerzo de la mente”, que acercaba realidades por semejanza, desemejanza o misterio. Lázaro Carreter señala que el conceptismo es usado como señuelo para atraer a todo tipo de público, en la labor de vulgarización y propaganda de una cultura masiva como el Barroco. Es una manera de propiciar la complicidad del lector, que se siente orgulloso de su triunfo intelectual, motivo por el que es muy usado en la literatura religiosa. El cultismo literario es una tendencia a crear una lengua poética culta, autónoma e independiente en cierta medida de la lengua cotidiana y la naturalidad y llaneza de la literatura vulgar. La oposición entre conceptismo y culteranismo proviene de Fernando de Herrera a Garcilaso, como señala Aurora Egido. El XIX adjudicaría los significados de “vicio de contenido” al conceptismo y “vicio de forma” al culteranismo, término acuñado por Jiménez Patón y que hace referencia luteranismo como forma de constatar lo herético del estilo. Pese a ello, ambos coinciden en cuanto a desrealización grotesca del mundo representado por estilización, o hacia lo repugnante, con ejercicios estéticos dirigidos a élites intelectuales. Ya en 1952, A. Parker mostró que la oposición era falsa. El valor estético del grado de léxico con que los “conceptos” transmitían la experiencia humana. 2. GÓNGORA. Luis de Góngora y Argote (1561-1627) es el inventor de una “nueva poesía” que capta la esencia misma de las cosas y exalta el mundo recreándolo. Anuncia la poesía moderna: la voluntad de liberar de una vez por todas el lenguaje poético de la lengua natural. Vida: nació en Córdoba en una familia de caballeros. Por su padre, jurista y hombre culto, su familia estaba vinculada a los regidores locales: esos cargos (veinticuatrías) eran más o menos hereditarios, de tal forma que algunos miembros de su familia integraron el consejo municipal de Córdoba. Por su madre, Leonor de Góngora, tenía raíces en la Iglesia, su tío Francisco era racionero en la catedral de Córdoba. La dignidad eclesíastica era importante para una familia, y por ello con catorce años, Góngora es llamado a suceder a su tío y por ello, lleva el primer apellido de la madre. En 1585 recibió las primeras órdenes mayores ya terminados sus estudios en Salamanca (entre 1576-1580) Los inicios: Para 1585, ya había escrito unas sesenta poesías que circulaban de forma manuscrita: sonetos petrarquizantes, romances populares y letrillas irreverentes, escritas en Salamanca. En el centro de esas creaciones está el amor, platónico en los sonetos y a menudo picante y descarado en los romances y las canciones. Los viajes que realizó por la Península, fruto del trabajo eclesiástico que desempeñaba, alimentaron su obra, especialmente en el plano emocional, con Córdoba y Madrid como polos simbólicos. El rechazo hacia las capitales (Madrid, Valladolid, Lisboa) en sus sátiras (hedor de Valladolid, lecho seco del Manzanares) es fruto de su apoliticismo insolente, en contra de las iniciativas políticas y empresas militares de la monarquía. Lo mismo le ocurre con el clero, al que también desdeña, igual que al amor caballeresco del que se burla. La celebridad le llegó por diversos canales de expansión de su obra que, como hemos dicho, nunca publicó: la difusión manuscrita, la transmisión oral por los textos musicales en letrillas y romances con estribillo (se han encontrado veintiséis partituras de sus poesías), pequeños romanceros o romancerillos impresos y,
  • 3. 3 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com ya con fama, en el Romancero general de 1600 y las Flores de poetas ilustres de Pedro Espinosa, con la parte consagrada a Góngora como la predominante. A partir de 1605, con la muerte del hijo mayor de su hermana, y unido a ello la pérdida de bienestar económico (por el juego, entre otros motivos), hace que su carrera de un giro decisivo. En 1609 corrobora que la justicia no funciona en el pleito por el asesinato de su sobrino, y es cuando escribe los famosos «¡Mal haya el que en señores idolatra!», en el que se reprocha haber querido ser poeta de la corte y haber adulado a los grandes. En ese momento, considera que lo mejor que puede hacer es atender un huerto en su Córdoba natal, allí, en «soledad». Entre 1610 y 1614, liberado de sus obligaciones capitulares por su sobrino Saavedra, es cuando escribe las obras mayores. PERIODIZACIÓN Y ESTILO DE GÓNGORA: Durante un tiempo se habló de los periodos de claridad y oscuridad (Cascales aludía al príncipe de la luz/tinieblas). En los años 20, Dámaso Alonso señaló paralelismos entre sus poemas «fáciles» y «difíciles». Recreaba la belleza de la realidad y rechazaba con melancolía el convencionalismo. Para Parker, la forma intelectual y la materia verbal eran en él inseparables. Modo manierista (1580-1609): E. Orozco observa rasgos como el diálogo de lo popular y lo culto o correspondencias con los manieristas italianos y la pintura en los siguientes elementos: - pluritematismo - distribución de temas meditada con intención artística previa - relegado a un fondo lo fundamental - subrayado de los materiales con que está hecha la obra 2) Modo barroco (1609-1627): Emprende la fusión de lo culto y lo burlesco, el desengaño, el sensualismo y la recuperación de la fábula mitológica, la oda heroica y el descriptivismo. Hay un aumento de elementos cultos, surge la nueva poesía. Su obra promueve un estilo que quiere elevar la lengua española a la latina, para lo que se basa en metáforas, sinestesias, ennoblecimiento de vocablos humildes, cultismo léxico y sintáctico, hipérbatos, ablativos absolutos, acusativos griegos, herméticos referentes mitológicos o fórmulas estilísticas del tipo A no B añadiendo capacidad rítmica y musical (D.Alonso). El diseño retórico se basa en antítesis, bimembraciones y correlaciones de tentación pictórica (E. Orozco) El Polifemo: Poema de 504 versos, compuesto durante el año 1612 y difundido en copias manuscritas a partir de 1613. La crítica actual, aunque todavía bajo la fórmula de la oposición entre «monstruosidad/belleza», ha contribuido a la interpretación al ver que se transforma el sistema ovidiano del mito, de modo que el cíclope es moralmente menos monstruoso que el original y que, por amor, se humaniza. El poema se divide en tres: Cíclope y Silicia, los amores de Alcis y Galatea y el canto de Polifemo. La parte central la ocupa la seducción de la ninfa, las miradas, las actitudes, como un «ballet silencioso» (Robert James, «Góngora y la poesía lírica»). Además del gran tema del amor entre Polifemo y Galatea y la elusión de prohibiciones morales, tiene otros tres temas secundarios: la abundancia pastoril y rústica, los ríos y fondos submarinos y los naufragios y navegaciones lejanas. Desde el punto de vista formal, es su poema más perfecto. Las Soledades: El «Polifemo» lleva el germen de las Soledades, redactadas a continuación dentro del mismo impulso. El comentarista antiguo Díaz de Rivas, aseguraba que el plan inicial abarcaba cuatro Soledades: de los campos, de las riberas, de las selvas y del yermo, pero es seguro que acudió secundariamente a otras taxonomías con prestigio literario como las cuatro edades del hombre y del mundo o las estaciones del año (F. Rico «Mil años de poesía española»). La primera Soledad fue el acontecimiento literario de la época. Por un lado, tuvo gran éxito, pero también fuertes ataques en forma de cartas anónimas (Lope), críticas (Jáuregui) o sátiras (Quevedo). Dio lugar a que lo llamaran «culterano», término escogido por asociación con «luterano», es decir, hereje, por parte de aquellos partidarios de la poesía clara y la tradición castellana. El debate, principalmente formalista, sobre este poema ha sido enorme, fue desdeñado durante el XVIII y el XIX, pero el siglo XX y en especial la Generación del 27 lo recuperó. Fue entonces cuando empezó a verse que lo que Góngora pretendía era «alcanzar la cosa última», llegar a la esencia de las cosas más simples venidas de la tierra (por ejemplo, para hablar de la tabla del náufrago hace un rodeo por el árbol sacudido por el viento). Este poema, pues, abre territorios poéticos inexplorados hasta entonces. Góngora cortesano: A pesar de sus propias convicciones, Góngora fue a partir de los cincuenta cortesano. Sus amigos, su fama y, especialmente, sus necesidades económicas, hacen que abandone Córdoba. En 1617 se ordena sacerdote y entra como capellán de honor de Felipe III. Se instala en Madrid para poder mantener desde allí a sus sobrinos. Entre 1617 y 1626 (regresó después de una congestión cerebral a Córdoba, donde murió un año después), se multiplican las obras de convencionalismo social (parabienes, ditirambos, crónicas mundanas rimadas…), conjunto del que surge en fabuloso «Panegírico al duque de Lerma», de seiscientos treinta y dos versos en octavas y que no pudo terminar por la desgracia del ministro. También son de este momento algunas sátiras y, especialmente relevante, el romance de Píramo y Tisbe, la tentativa más original de buscar una promoción estética y burlesca al mismo tiempo. Tras adquirir un cartapacio con su obra, Góngora la legó aclarada y depurada a la modernidad. Hizo la revisión con su amigo Antonio Chacón, y el manuscrito que conserva su obra tiene, indicados por él, la fecha, asunto y a veces circunstancias de sus poemas. Cernuda llama a este cordón umbilical que une los poemas con su autor “historial de un libro”. Paradójicamente, su condición de cortesano le inspira los últimos grandes versos: poesías a la muerte trágica de sus protectores, cinco sonetos de 1623 en los que refleja la amargura del cortesano decepcionado, su martirio cotidiano y la esperanza Argumento de las Soledades: 1ª Soledad: una tempestad arroja a un náufrago al pie de un acantilado, cuando se recompone ve una luz a lo lejos de un fuego, y penosamente llega hasta allí. Está con unos cabreros y llega gente: es una boda en el pueblo, con fuegos artificiales y festejos. Al día siguiente come con la gente del pueblo y pasan los novios camino al tálamo. 2ª Soledad: El viajero va con unos pescadores a la orilla de una ría. Lo llevan a una isla donde viven con sus hermanas y su
  • 4. 4 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com insensata, suicida, como un jugador incapaz de retirarse. Fueron diez años difíciles pero no estériles. QUEVEDO Quevedo (1580-1645) pertenece a la aristocracia. Su familia era de origen montañés (Santander), su padre era un gentilhombre que se casó con una dama de honor de Su Majestad. A los catorce años, heredó por la muerte primero de su hermano mayor y luego de su padre, y es considerado lo que se llamaba un «mediana sangre», es decir, tenía bienes modestos. Hizo estudios en Valladolid (Teología) y Alcalá. Durante 22 años litigió para conseguir ser finalmente señor de La Torre de Juan Abad. Bajo la protección del duque de Osuna fue a Nápoles y Sicilia, participó en la conjuración de Venecia, en la que desveló secretos a Richelieu, y fue encarcelado por ello. Después de que cayera en desgracia el conde de Osuna, le dio protección el duque de Uceda y, finalmente, el conde-duque de Olivares, a quien le dedicó en 1624 su Epístola satírica y censoria. Teniendo la situación política de su época, es posible comprender las contradicciones de Quevedo en un mundo convulso. Al hacer literatura, no distinguía lo que le ennoblecía de lo que le rebajaba. Se encontraba entre el impulso reaccionario de un anacrónico hidalgo con ambiciones y un humanista tardío (Vida de Marco Bruto). En los tercetos de su Epístola satírica y censoria habla de la edad de oro militar, pero siempre evadió impuestos para el ejército; despreció aparentemente las honras, pero pleiteó para ser señor de Torre de Juan Abad; se burló del patriotismo, pero defendió que Santiago fuera patrón de España por encima de Santa Teresa de Jesús; protestó contra la economía mercantil y en pro de la moralización pública, pero dilapidó dinero y fue amante de actrices de dudosa reputación. Y escribió algunas de las más elevadas meditaciones morales de su tiempo, pero al mismo tiempo fue autor de una indecorosa Execración contra los judíos (José-Carlos Mainer, Historia mínima de la literatura española). Quevedo veía absurdo el mundo, y fruto de esa vivencia es la invención de un género literario en prosa, los sueños, donde profesiones (médicos, letrados) o instituciones como la justicia aparecen degradadas. Brutal, machaconamente antisemita, grotesca y vulgarmente machista, patriotero y casticista hasta el extremo, pero también un extraordinario crítico de la sociedad decadente, fantasiosa y vulgar de su tiempo; terrible desmitificador, noble pensador político obsesionado por la dignidad humana, sabio y erudito, poeta metafísico, brillante en la novela picaresca y uno de los grandes poetas de la larga tradición petrarquista. Si Góngora era un poeta de la vida, del «Renacimiento» en el que el alma y el cuerpo se expresan, Quevedo lo es de la muerte en sentido medieval; la opacidad del cuerpo y el alma no se pueden expresar porque están corruptos y empapados de pecado. El mundo ha dejado de ser bello: es pecaminoso. Así pues, mientras Góngora materializa lo espiritual, Quevedo espiritualiza lo material, dado que esto último está corrompido. Personifica los elementos del poema como si fueran figuras del teatro, como sombras. En sus poemas predomina un concepto del mundo como imperfecto en cuanto que rectilíneo, y solo con sentido si: Ene 1613 sufrió una crisis espiritual. Escribió unos poemas que, según sus cartas, iban a ser un libro, el Heráclito cristiano, basado en el tempus fugit (no te bañarás dos veces en el mismo río, idea esta retomada en la dialéctica de Hegel). En Quevedo, de nuevo, las signaturas de Dios no son signos arbitrarios, sino que llevan su firma. Su poesía, se entiende, pues, dentro del organicismo medieval que retrotrajo la Contrarreforma. (Estilo): Presenta una colosal condensación y una capacidad afectiva de enorme fuerza, que aúna el pesimismo y la apasionada violencia, a veces con tono desmesurado (D. Alonso). Según Lázaro Carreter, usó del lenguaje como disfraz. La metáfora es su forma habitual de la creatividad. No se fía del lenguaje y descubre en él, antes de usarlo, su verdad y sus mentiras. Quevedo, para Lázaro Carreter, encarna la pura literatura. La fuerza paródica de su lenguaje fue estudiada en profundidad por Emilio Alarcos en «Quevedo y la parodia idiomática». Obra poética Quevedo no publicó su obra, pero sí que la dividió, para que González de Salas la publicara, en nueve «musas», cada una con un tema concreto. Esta división temática no nos permite garantizar la cronología de su obra, pero sí comprobar cómo el autor y sus contemporáneos discernían temáticamente en el género poético. A la muerte de González Salas, en la sexta musa, es su sobrino Pedro de Aldrete quien publica las otras tres, con más descuido que el primero. Poesía amorosa Altera y desautomatiza el petrarquismo con la angustia y la soledad, aunque mantenga los topoi del discurso amoroso renacentista. Para Pozuelo Yvancos esta obra deriva de los márgenes neoplatónicos, y debe leerse en conjunción con los Diálogos de amor de León Hebreo y Los Asolanos de Bembo. Aquí amar es la contemplación de la belleza inaccesible de la dama y Lisi, a quien dedica los 64 sonetos que más destacan, no es más que la recreación de una pasión. El amor es pasión y aflicción en “Fuego, llama, corazón ardiente”. También son mencionables A Flora, A Doris o el majestuoso y ligado a lo metafísico “Amor constante más allá de la muerte”, reflejo del organicismo en el que todo se traduce a “polvo enamorado”. Poesía satírica Las modalidades poéticas anteriores habían alcanzado ese grado de desarrollo que fomenta la aparición de la parodia y de la burla sobre los mismos temas, motivos y estilos que se prolongan. Cultivó la sátira en su modalidad seria y moralizadora al modo de Juvenal, pero también ligera al modo de Marcial. Desfilan ante él todo tipo de personajes y profesiones, así como los desajustes de la vida pública como en la mencionada Epístola al Condeduque o en el Memorial a S.M. el Rey Felipe IV. Entre las sátiras personales, destacan las que van contra Góngora. De estas cabe destacar, quizás, «Receta para hacer Soledades en un día», por cuanto nos demuestra tanto el ingenio verbal de Quevedo como el brillo que proporcionó al la lengua española su enemigo. Hace un tratamiento paródico del género amoroso (“Rostro de blanca nieve, fondo de grajo”); no es oculta su misoginia con la que
  • 5. 5 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com trata a la mujer como bruja, alcahueta, dueñas y prostitutas. También trabaja la parodia de tema histórico (Poema de las necedades y locuras de Orlando), ofrece la deformación de una temática épica de la que se siente cierto hastío. Su metaforismo deformante, feísmo expresionista. Asimismo, tiene un registro de censor moral de modas («Mujer puntiaguda con enaguas») o contra costumbres («Si el mundo amaneciera cuerdo un día»), donde la locura del mundo, el lujo y la destrucción de los ideales constituyen el horizonte de su artificio verbal. Entre las formas tradicionales cabe recordar las letrillas Con su pan se lo coma, Poderoso caballero, Punto en boca, Yo me soy el rey Palomo, etc. Entre sus romances «Aquí ha llegado una niña», «Pariome adrede mi madre», «Mi marido, aunque es chiquito» o «A la corte vas, Perico». Las jácaras en romance cuentan la vida de pícaros reales y sus coimas. También fue autor de mojigangas o fin de fiesta, subgénero entre lírico, dramático y musical que recrea ambientes satíricos del hampa o la vida poltrona. Su inspiración grotesca hace que procure creaciones caricaturescas en las que lo vivo se caracteriza en cosa inerte. Poesía seria Usa motivos y topoi de raigambre ética, comunes al discurso religioso, cristiano, corrientes neoestoicas y filosofía moral del Renacimiento. Son excepcionales Lágrimas de Hieremías castellanas y el Heráclito cristiano (1613), de tensión filosófica y relacionada con tratados en prosa como La cuna y la sepultura, funde lo religioso con lo moral y metafísico: es una reflexión sobre la propia existencia, un diálogo con la divinidad, una honda ansia de regeneración y un amargo desencanto de las cosas terrenas. Aparecen temas estoicos: el nacimiento como empezar a morir, la vida como llanto, la muerte como única realidad. Son interesantes sus 99 sonetos «morales», 15 salmos bajo el título «Lágrimas de un penitente», sus poesías religiosos y las del grupo «varias» (Al sueño, A una fuente…). Es importante su poesía metafísica, una corriente definida a principios del XX por T.S. Eliot. Los temas metafísicos son la unión del espíritu y el cuerpo, la limitación del hombre unida al ansia de inmortalidad, el misterio del amor como creador de unidad a partir de lo diverso. Este tipo de poesía abunda en conceptos, creados por una ruptura entre los extremos que se correlación y que tienen identidad o referencia. Cabe recordar «¡Cómo de entre mis manos te resbalas!», «Si hija del amor mi muerte fuese» o «Cerrar podrá mis ojos la postrera» (ya comentada). 4. LOPE DE VEGA Lope de Vega fue llamado «Fénix» por sus contemporáneos, dado que, efectivamente, cada género que tocaba renacía y se desarrollaba en sus manos. Nació en Madrid en 1562 y desde pequeño resultó ser un niño precoz y brillante. Después de asistir al colegio de los teatinos, entró hacia 1576 al servicio del obispo de Ávila, y estudió en la Universidad de Alcalá. Se enamoró de la hija de un actor, Elena Osorio, que al mismo tiempo tenía relaciones con Francisco Perronet de Granvela, con quien acabó casándose. Lope fue acusado de hacer circular libelos injuriosos y difamatorios sobre su familia, por lo que fue primero encarcelado y luego desterrado dos años de Castilla y ocho de Madrid. Cuando sale de la cárcel rapta a doña Isabel de Urbina y Cortinas, se casa por poderes y se enrola en la Armada Invencible hacia Lisboa. Después del desastre se establece en Valencia, donde muere su mujer. Después de pasar cinco años en Toledo y Alba de Tormes al servicio de la familia de Alba, vuelve a Madrid, donde es secretario del marqués de Sarria. Se casa con Juana de Guardo, al mismo tiempo que mantiene una relación con la actriz Micaela Luján. En 1605 se instala en Toledo y conoce al duque de Sessa, mientras mantiene dos hogares. En 1613 Juana de Guardo muere y su hijo Carlos Félix también, por lo que toma los hábitos en 1614 y publica las Rimas sacras. En 1616 conoce a Marta de Nevares y la cuida cuando queda ciega. En 1627 el papa nombra a Lope caballero de la orden de San Juan. Un año después, Marta enloquece. En 1632, año de publicación de La Dorotea, ella muere y su vida se ensombrece. Escribe en 1633 la égloga Amarilis dedicada a ella. En 1634 muere su hijo Lope Félix en un naufragio y raptan a su hija Antonia Clara. Lope de Vega muere el 27 de agosto de 1635. Es significativa su relación con el poder y con el resto de escritores, teniendo en cuenta un hecho relevante de su personalidad, como es el que fuera agente de la Inquisición en 1608. 1.1. Poesía Su vida es especialmente relevante en relación con su obra, ya que este es uno de los factores clave que le da coherencia. Al mismo tiempo, es su biografía sentimental la que va transformando los tópicos petrarquistas al tiempo que estos van transformando su modo de sentir. De esta manera, Rozas dividió su obra en «ciclos». La transposición de lo vivido pasa por seudónimos, a veces anagramáticos y marcas de autenticidad autobiográfica: Lope es Belardo, Tomé de Burguilos y Zaide. Estos ciclos son: • Ciclo de Filis (Elena Osorio, 1583-1587): atiende sobre todo al soneto y al romancero morisco. Su comedia Belardo el furioso sugiere la relación con el amante preferido de Elena. La Dorotea (1632) recuerda el despecho sufrido. • Ciclo de Belisa (Isabel de Urbina, 1588-1596): en relación con la casa de Alba: romancero pastoril, La Arcadia (1598), La Dragontea (1598) y el Isidro (1599). • Ciclo de Camila Lucinda (Micaela Luján, 1599-1608): Rimas (1602) con sonetos petrarquistas y poemas épico líricos como La hermosura de Angélica de 1609, que augura una renovación paralela a la del Arte Nuevo. • Ciclo de de la crisis religiosa en torno a la muerte de Juana de Guardo: maduración estética y espiritual antes y después de la muerte de su esposa. Son de entonces las Rimas sacras (1614) en las que humaniza el sentimiento religioso. El amor a la divinidad queda enteramente asimilado a la pasión cordial que desata el amor humano. Se recrea en la visualización de cristo. También de entonces son novelas espirituales como Los pastores de Belén (1612). Lope ya reflexiona sobre la literatura (de este momento es el Arte nuevo). En 1619 se publicó un Romancero espiritual. • Ciclo de Marcia Leonarda/Amarilis (Marta de Nevares): Lope estaba en el cénit pero era censurado por sus amores prohibidos, ya siendo sacerdote. Quería ser el eje del panorama literarario y mantiene batallas literarias contra aristotélicos, gongorinos y cervantinos, confiando su defensa al género de la epístola en verso. Son de este momento La Fiomenta (1621) y Circe (1624). Sus últimos años presentan una escritura distanciada en la que adopta el nombre de Tomé de Burguillos (Rimas divinas y humanas
  • 6. 6 http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com del licenciado Tomé de Burguillos, 1634), para dar salida a la función paródica y burlesca. A él le atribuye La Gatomaquia, parodia de la poesía épica. También da a la imprenta la «acción en prosa», La Dorotea. El otro punto eficaz para dotar de coherencia a la obra es el lenguaje poético. En un sentido amplio, constituye la materia común del teatro, de las rimas, de las églogas, de los poemas mitológicos, las epopeyas, las prosas y las novelas. Tienen el soporte de una materia verbal, matafórica y asociativa perfectamente probada y estructurada por ritmos familiares, así como un repertorio adaptable de formas y sintaxis siempre semejantes y siempre renovadas. El efecto de «naturalidad» que proporciona se debe a un dominio perfecto de la materia erudita. Sus poemas conjugan las formas y los metros tradicionales, el conceptismo de los cancioneros y las invenciones de la poesía del renacimiento. Su estilo muestra, pues, la intensidad y la amplitud de sus registros. Lope intentó fundir el concepto con el ornato italiano, lo que le permitió un barroco equilibrio siempre inestable entre lo medieval y el Renacimiento, la depuración técnica de la escritura y la incitación permanente a que la vida lo empujaba. CONCLUSIÓN La poesía del Siglo de Oro es densa, profunda, brillante, en todos los géneros, modos y estilos, de lo culto a lo popular, lo religioso a lo profano. La poesía es fruto de un momento histórico determinado en que es fácil ver el surgimiento técnico de violentas superposiciones, perspectivas vertigionosas y contradicciones (Wölfflin). Mientras que en Góngora cantaba a la vida, mientras que culminaba la tradición petrarquista que había pasado por Garcilaso cantando a las almas bellas y extrayendo la esencia de las cosas, Quevedo se situaba dentro de un conjunto social orgánico, en el que Dios era el centro y la vida una simple forma de alcanzarlo de nuevo a él, o a Satán. Lope, por su parte, supo conjugar a la perfección las tendencias de su época con una técnica impecable y con un desbordamiento de su obra/vida absoluta, no en vano sus versos a Lupercio Leonardo de Argensola: ¿Que no escriba decís o que no viva? Haced vos con mi amor que yo no sienta, que yo haré con mi pluma que no escriba. La fuerza descomunal de estos tres escritores he ensombrecido a otros grandes poetas (se dice que los grandes escritores nunca aparecen en el vacío), como lo son Villamediana, Bocángel, Medrano o Soto de Rojas. Especialmente relevante es también la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz y su magnífico Primer sueño. También esa fuerza hizo que la Generación del 27 celebrara el aniversario de la muerte de Góngora y diera nombre a su grupo, que Alberti escribiera la Tercera Soledad, o que Borges afirmara con rotundidad que más que un poeta, «Quevedo es una literatura». BIBLIOGRAFÍA Alonso, D. (1950). Poesía española, Madrid: Gredos Arellano, I. (1983), Historia de la literatura española, dirigida por Menéndez Peláez, León: Everest Aubrun, C. (1955) «Caducidad y perennidad en la poesía de Lope», en Materia y forma de la poesía, Madrid: Gredos. Blanco Aguinaga, C & Zavala, I. & Rodríguez Puértolas, J. (2000) Historia social de la literatura española, Barcelona: Akal Blecua, J.M. (1969) ed. Lope de Vega Obras poéticas. Barcelona: Planeta. —— (1969) Francisco de Quevedo, Obra poética, ed. crítica, Madrid: Castalia Canavaggio, J. (1995) Historia de la literatura española, vol. III. Barcelona: Ariel Egido, A. (1983) «Góngora» en Bruce Wardropper (ed.) Historia y crítica de la Literatura Española. Siglos de Oro. Barroco. 3. Barcelona: Crítica ——- (1992) «Temas y problemas del barroco español» en Historia crítica de la literatura española, dir. por F. Rico, vol 3. Siglos de Oro Primer suplemento. Barcelona: Crítica. Hauser, A. (1969) Literatura y manierismo, Madrid: Guadarrama. Kelley, E. (1973) La poesía metafísica de Quevedo. Madrid: Guadarrama, 1973. Lázaro Carreter (2000) «Quevedo: la invención por la palabra», Ínsula, nº 648 Orozco, E. (1970) Manierismo y Barroco, Salamanca: Anaya Parker, A. (1952) «La agudeza en algunos sonetos de Quevedo. Contribución al estudio del conceptismo» en Estudios dedicados a Menéndez Pidal, Madrid: CSIC Pedraza Jiménez, F. Y Rodríguez Cáceres, M. (2012) Las épocas de la literatura española, Barcelona: Ariel Rozas, J.M. (1990) Estudios sobre Lope de Vega, Madrid: Cátedra. Zamora Vicente, A. (1961), Lope de Vega, su vida y su obra, Madrid: Gredos.