El momento histórico que atravesamos con la solidaridad europea ayudando a la recuperación de la pandemia obliga a reflexionar sobre nuestras debilidades.
Politicas publicas para el sector agropecuario en México.pptx
El bache estructural de nuestra productividad
1. EL BACHE ESTRUCTURAL DE NUESTRA PRODUCTIVIDAD
Manfred Nolte
La recuperación en ciernes de la economía española y la sutura de las graves
heridas que la crisis Covid nos ha producido tiene su propio afán y el alto grado
de incertidumbre que aun nos atenaza nos fuerza a vivir el día a día sin ánimos
para levantar la mirada y escrutar el medio plazo. Es comprensible. En ocasiones
la evidencia de nuevas obligaciones que nos incumben nos resta fuerzas, en lugar
de añadírnosla, para la hercúlea tarea de la reconstrucción.
No obstante lo cual las verdades son inconmovibles y la evidencias irrefutables.
La dureza que define la reparación de los estragos de la pandemia no puede
hacernos olvidar los problemas de fondo que han venido aquejándonos en los
últimos decenios. Y tampoco cabe desconocer la fatalidad contenida en la célebre
dicho de Alberto Einstein de que ‘haciendo más de lo mismo se llega
invariablemente a más de lo mismo’. Y en nuestra economía hay cosas que
amenazan con el signo de la perpetuidad.
Uno de los problemas sobre el que venimos haciéndonos eco de forma recurrente
en estas páginas es el del bajo crecimiento de nuestra productividad, tanto la
laboral como la de los factores, que conviene recordar ahora que Bruselas está ya
facultada para iniciar el envío de ayudas a las economías devastadas por la crisis,
muy en particular a la nuestra. Y estodebe decirse ahora que España atraviesaun
momento histórico gracias a la integración y a la solidaridad europea.
Lo primero, no obstante, como sucede con algunas enfermedades endógenas es
que el paciente sea consciente del mal que le aqueja. Y es que, en los últimos
treinta años nuestro crecimiento del PIB por trabajador, esto es la productividad
laboral, no ha llegado al 1%. A este ritmo sería imposible alcanzar los niveles de
2. productividad de las economías europeas más avanzadas, que algunos informes
señalan distar de los nuestros en 20 puntos porcentuales en las últimas cuatro
décadas.
En los últimos veinte años, nuestra productividad total de los factores ha caído
un 10,5%, en contraste con aumentos de la Unión Europea (+4,5%), Alemania
(+8,5%) o Estados Unidos (+9,2%). Lamenor productividad de un sistema es una
lacra para el crecimiento. La evidencia empírica atribuye al crecimiento de la
productividad hasta el 80% del crecimiento del consumo total per cápita, e
incluso puede estimarse que a largo plazo un punto de crecimiento de la
productividad genera el mismo porcentaje de aumento en el consumo y, en
consecuencia, en la renta nacional y en el empleo. El crecimiento del PIB de
España viene produciéndose, cuando crece, por el mero aumento de los factores
de producción -mas trabajadores o más maquinas- y no por el crecimiento de la
productividad. Además, los problemas específicos de nuestro mercado de trabajo
reclaman las reformas que sean necesarias para evitar, al margen de la merma en
la productividad, que vengamos soportando tasas de desempleo diez puntos por
debajo de nuestros homónimos europeos durante los últimos cuarenta años.
Como señala una reciente publicación de BBVA Research, tres son las causas,
entre otras, de nuestra insuficiente productividad, pero pueden ser muchas más.
Comenzando por nuestro capital humano, comparativamente menos preparado,
hay que abordar el tema educacional, desde el fracaso escolar a la generalización
de la educación incluso desde los cero años, renovando la metodología
universitaria, su gobernanza y su orientación hacia la investigación, desplegando
la asignatura inexistente de la formación continua. Según Eurostat, el 40,5% de
los autónomos y el 35,1%delos empresarios españoles carecen deestudios, frente
al 24,8% de los autónomos y el 20,1% de los empresarios europeos. En general,
los ciudadanos españoles estamos muy alejados en espíritu de superación
intelectual de los europeos y asiáticos.
En segundo término, España tiene un marco regulatorio obsoleto en lo que afecta
al mundo del trabajo. Nuestro sistema necesita acoger con más flexibilidad la
creación de nuevas empresas, borrando barreras y fiscalidades disuasorias.
Nuestro porcentaje de inversión publica y privada en I+D+i deben asimismo
incorporarse a las medias europeas en porcentaje de PIB.
En tercer lugar, la economía española dispone de un escasonivel de digitalización
y de un bajo capital intangible, con un universo empresarial en el predominan las
micro y pequeñas empresas con escasa o nula capacidad para investigar e
innovar. Los contratos temporales suelen ser de muy corta duración y ofrecen
escasos incentivos -tantoa los trabajadores como a los empleadores- para invertir
en formación, lo cual, a su vez, obstaculiza el crecimiento de la productividad.
El verbo reformar es fácil de entender, pero muy difícil de realizar, porque, por lo
general, deben vencerse las resistencias regulatorias, las miopías de los
diagnósticos y las apatías de las voluntades, además de requerirse como regla
ordinaria una amplia asignación de tiempo.
Pero es el momento del salto cuántico. Para ello es oportuno volver sobre el
célebre recordatorio del Nobel Paul Krugman, cuando afirma que “la capacidad
3. de un país para mejorar su nivel de vida a lo largo del tiempo depende, casi
enteramente, de su capacidad para que la producción por trabajador empleado
aumente”.