El documento resume la grave crisis económica y social que sufre Venezuela bajo el gobierno de Nicolás Maduro. La economía se ha contraído un 45,5% en los últimos 3 años, con altas tasas de hiperinflación, escasez generalizada y el éxodo de más de 2 millones de personas. A pesar de tener las mayores reservas de petróleo del mundo, la industria petrolera opera a niveles de 1947 debido a la mala gestión. Las recientes medidas monetarias anunciadas por el gobierno parecen incapaces de estabilizar
1. Manfred Nolte
La memoria histórica está ahí obviamente para recordar, pero siempre
agregando juicio y valoración a los hechos recordados. Bajo la premisa de un
comportamiento racional, las reminiscencias positivas darían pie al aplauso y a
la repetición, mientras que las experiencias de carácter negativo solo deberían
cosechar el propósito de no ser reproducidas jamás en el futuro. Entre estas
últimas se halla lamentablemente la trayectoria de la economía y las finanzas
venezolanas bajo el gobierno de Nicolás Maduro.
El primer problema a la hora de analizar la evolución reciente de la república
bolivariana reside en la ausencia de estadísticas fiables sobre sus variables
económicas fundamentales. Las páginas oficiales en la red no responden o
proveen de datos retrasados o confusos. La actitud refractaria de Maduro hacia
los Organismos multilaterales hace que las publicaciones de estos sean
estimativas, aunque en cualquier caso supuestamente más objetivas que las
estimaciones de la oposición al Gobierno o la prensa no oficialista. No obstante
lo cual, y aunque el Fondo Monetario Internacional no ha realizado misiones ‘in
situ’ en Venezuela desde 2004 y basa sus previsiones en los datos parciales que
recibe, sus proyecciones deberían ser suficientemente fiables, y en ellas nos
basamos. En relación a algunos parámetros, seguimos a la oficina USA de
estadísticas laborales.
Dicho lo cual pasamos al diagnóstico del país. Es indiscutible, no solo por la
evolución de las cifras sino por los testimonios de quienes viven en el país
suramericano, que Venezuela se halla sumida en una crisis económica y social
extrema. Sus orígenes no pueden ignorar la inestabilidad política de 2013 y
2014, tras la apretada victoria presidencial de Maduro, la alta criminalidad y la
corrupción pública de entonces que marcaron el comienzo del deterioro de la
economía. Desde entonces el país ha sufrido sucesivas caídas del PIB, del 16,5%
en 2016, del 14% en 2017 y del 15% en 2018, (5% para 2019) según la ultima
proyección del FMI. En total, la actividad económica del proyecto chavista se ha
2. reducido un 45,5% en tres años. En el último lustro, el país ha perdido la
mitad de su Producto Interior Bruto.
La quinta economía de América latina sufre adicionalmente el azote de una
hiperinflación que el FMI sitúa en el millón por ciento para fines de 2018,
situación similar a la de Alemania en 1923 o Zimbabue a fines de la década de
2000. Consecuencia directa de lo anterior es la dramática desvalorización del
bolívar a lo largo de los últimos años. En los días anteriores a las reformas del
20 de agosto el cambio oficial del dólar se situaba en 248.521 bolívares mientras
que en el mercado negro cotizaba a 6.670.079 bolívares, con una prima del
2.584%. El colapso de la actividad económica, la hiperinflación y el deterioro
cada vez más grande de la oferta de bienes públicos (salud, electricidad, agua,
transporte y seguridad), junto con la escasez de alimentos a precios subsidiados,
han generado grandes flujos migratorios. El viernes pasado, el canciller
colombiano Carlos Holmes ha calificado la llegada masiva de venezolanos a su
país como un asunto de seguridad nacional . Según datos de la ONU, unos 2,3
millones de venezolanos han huido principalmente hacia Colombia, Ecuador,
Perú y Brasil, de una población total estimada de 31,3 millones de habitantes. A
lo anterior cabe añadir que las agencias de calificación internacional han
declarado a Venezuela y a la petrolera PDVSA -controlada por el Gobierno -
en default parcial. Esto significa que el país y la compañía corren el peligro de
no atender los pagos exteriores que se les presentan.
Días atrás el gobierno de Maduro ha decretado una recalificación del bolívar
corriente en ‘bolívar soberano’ en la proporción de uno a cien mil, junto a un
paquete de medidas cuando menos sorprendentes, que obviamos comentar. En
la práctica, la permuta supone la eliminación de los últimos cinco ceros de la
vieja unidad de cuenta. A su vez ha devaluado el signo venezolano en un 96 por
ciento en relación al dólar que quedará anclado al ‘petro’, una quimérica
moneda virtual que se adscribe a las reservas de petróleo del país. Un dólar vale
ahora 60 bolívares soberanos.
Venezuela tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo y es uno de los
principales exportadores del oro negro. La industria petrolera aporta el 96% de
los ingresos al país, pero una pésima gestión pública ha llevado a que el pasado
mes de julio, Venezuela estuviese en niveles de producción de 1947 con 1,2
millones de barriles diarios.
El problema monetario de Venezuela no es cuestión de correr la coma de los
ceros a su moneda sino de entender que no se pueden financiar los déficits
astronómicos de una economía ordenando al Banco Central de Venezuela que
imprima billetes muy por encima –exponencialmente por encima- de la
evolución del PIB. Mientras el 18 de mayo pasado había 1.016 billardos (1
billardo=1.000.000.000.000.000 bolívares, o sea mil millones de millones) en
circulación, para el 10 de agosto la cifra había aumentado a 4.016 billardos de
bolívares. La ‘ecuación de Fisher’ explica desde hace décadas que el aumento de
la oferta monetaria puede servir para pagar las deudas del gobierno a corto
plazo, pero que quienes finalmente las pagan son los poseedores de bolívares,
debido a que el exceso de dinero impreso devalúa sistemáticamente su valor
real.
3. De acuerdo con las proyecciones del FMI , el presupuesto venezolano seguirá
registrando grandes déficits fiscales, financiados exclusivamente con la
expansión descontrolada de la base monetaria, lo cual seguirá alimentando la
inflación a ritmos insoportables. Las recientes medidas se advierten inoperantes
para estabilizar la economía de la República bolivariana.