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ARTÍCULOS ORIGINALES
Hospital Universitario «General Calixto García», Ciudad de La Habana
FRACTURA DEL AHORCADO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Dr. Esteban Roig Fabré1
y Dra. Ivón González Valcárcel2
RESUMEN
La fractura del ahorcado es la lesión traumática del arco neural del axis. El entendimiento
de esta afección comenzó a desarrollarse a principios de este siglo, aunque el proceder del
ahorcamiento judicial se utilizaba desde cientos de años con anterioridad. Este trabajo se
propone revisar los antecedentes históricos hasta el momento actual en el conocimiento de
dicha afección, su presentación natural, el diagnóstico imagenológico y las alternativas del
tratamiento.
DeCS: ARTICULACION ATLANTO AXOIDEA/lesiones; TRAUMATISMOS DE LA
MEDULA ESPINAL/historia; ESPONDILOLISTESIS; VERTEBRAS CERVICALES/
lesiones.
Rev Cubana Cir 2002;41(1):5-10
1
Especialista de II Grado en Neurocirugía. Asistente de la Facultad de Ciencias Médicas “Calixto García”.
2
Especialista de I Grado en Neurocirugía. Facultad de Ciencias Médicas «Calixto García»
Schneider y otros,1
en 1965, plantea-
ron que la similitud de esta lesión con la
provocada por el ahorcamiento judicial
moderno, justificaba su descripción como
fractura del ahorcado. Dieron así el vívido
epónimo de Hangman´s fracture. Tres años
antes, en una conferencia neuroquirúrgica
de la Universidad Médica de Michigan, un
anatomista visitante, G. Hamilton, comentó
la semejanza de la lesión causada por acci-
dente de tránsito con la resultante del ahor-
camiento judicial, como había sido reporta-
do por Wood-Jones. Comenzó así una co-
rrespondencia entre neurocirujanos y
anatomistas, de la cual surgió una armo-
niosa colaboración para el estudio de esta
fractura.
Aunque existen algunas evidencias de
su uso en la época del imperio romano (año
29 antes de JC al 395 después de JC), el
ahorcamiento fue probablemente introduci-
do en el siglo V en Inglaterra por los jutos
y sajones (tribus bárbaras que habitaron
Inglaterra en ese siglo a la caída del domi-
nio romano) para convertirse en el modo
oficial de ejecución de los ladrones comu-
nes en las islas británicas y aquéllos con
sangre noble o real tenían el privilegio de
morir decapitados. En un inicio el proce-
der del ahorcamiento se realizaba sin
6
ninguna prudencia: el nudo del lazo era
corredizo, la víctima podía ser suspendida
o levantada por una soga, desviarse una
escalera sobre la que estaba parada o reti-
rarse una carreta que la sostenía sobre el
patíbulo, así como no existía un largo espe-
cífico de «caída». La muerte raramente era
instantánea y era a veces apresurada por
tracción ejercida por el ejecutor sobre las
piernas de la víctima. Hacia finales del si-
glo XVIII comenzó a hacerse común una
«caída» larga, y fue primeramente utiliza-
da en la prisión de Newgate en Londres
(1784). No obstante, en el caso del infame
Burke ahorcado públicamente en
Edimburgo en 1829, la «caída» permitida
fue de unas pulgadas solamente, y la muer-
te se produjo por estrangulación. El cuer-
po de Burke se disecó y su esqueleto se
preserva en el Museo Anatómico de la
Universidad de Edimburgo. No muestra
fractura del axis (C2), ni de otra vértebra
cervical. La última ejecución pública esco-
cesa, fue la del envenenador doctor
Pritchard, colgado en Glasgow en 1865. El
nudo de la soga fue ajustado en posición
subauricular y se permitió una «caída» ra-
zonable. La base craneal sufrió una aper-
tura violenta y desgarradora, característi-
ca de apalancamiento sobre el temporal. El
empleo de la «caída» larga ciertamente
condujo a una muerte más rápida de la víc-
tima, pero su uso indiscriminado no estaba
exento de consecuencias indeseables
como la decapitación. Esto llevó aHaughtona
trazar en 1886 tablas basadas en principios
matemáticos que regulaban el largo y gro-
sor de la soga en proporción al peso del
cuerpo del condenado. En ese mismo año,
Marshall comenzó a convencer sobre la
eficiencia del nudo submental e inventa, 2
años después, un dispositivo de cuero con
almohadilla para colocar en la barbilla, con
el cual la soga se mantenía en posición
submental. Cuando la caída ocurría, el men-
tón era forzado violentamente hacia arriba
y hacia atrás, lo que, en conjunto con el
rápido y potente tirón por el segmento pos-
terior de la soga, resultaba en una disloca-
ción con ruptura de la médula espinal
(ME).1
En 1913, Wood-Jones reportó 2 tipos
de lesiones distintas resultantes del ahor-
camiento judicial, evidenciados por 2 se-
ries de especímenes preservados en el Mu-
seo del Colegio Real de Cirujanos de Lon-
dres. La primera serie fue de cráneos de
nubienses ahorcados durante el período
del imperio romano. En ellos el nudo de la
soga se colocó debajo del ángulo
mandibular y el apalancamiento resultante
hacia el hueso temporal produjo una le-
sión de la base craneal idéntica a la obser-
vada en el cráneo del doctorPritchard. La
segunda serie era de 5 columnas cervica-
les de criminales de la cárcel de Rangoon
que fueron colgados por «caída» larga con
un nudo submental y en todos los casos C2
sufrió una fractura con avulsión de casi todo
o todo su arco neural del cuerpo. El proce-
so odontoideo se mantuvo intacto y no des-
empeñó ningún papel en la muerte. En este
colgamiento judicial moderno la lesión es
característica: el arco neural de C2, suelto
por estallido, se mantiene unido a C3; mien-
tras que el cuerpo de C2, el proceso
odontoideo y el atlas (C1) se mantienen
unidos mutuamente y con el cráneo.1
Grogono en 1954 publicó las primeras
radiografías de una fractura del arco pos-
terior de C2 en un accidente de tránsito.2
Notó la semejanza en apariencia a la re-
portada por Wood-Jones en el ahorca-
miento judicial. Garber,3
en 1964, propo-
ne el nombre de espondilolistesis
traumática del axis para las fracturas del
arco de C2, considerado por algunos au-
tores más apropiada esta denominación
7
para dicha lesión. En1975,Roy-Camille y
otros nombran a la fractura la fracture du
pendu, para ser más precisa en francés su
denominación.4
No obstante, el término en
inglés sigue siendo el más utilizado en la
literatura.
PRESENTACIÓN NATURAL
Los accidentes de tránsito son la causa
más frecuente de producción de esta frac-
tura, seguidos de caídas y accidentes de-
portivos.1,5-12
El sexo masculino es el predominante.
Todos los grupos de edades pueden verse
afectados, pero es más frecuente entre la
2da y 3ra décadas de la vida.
La sorprendente escasez de hallazgos
neurológicos permanentes es lo usual en esta
lesión. El cuadro puede limitarse a dolor
occipito-cervical con dificultad para movili-
zar el cuello. La neuralgia occipital de
Arnold es un síntoma frecuente. Los sínto-
mas y signos transitorios más frecuentes son:
parestesias de las extremidades, paresia del
VI nervio craneal, hemiparesia, tetraparesia,
diparesia braquial, nistagmo, déficit de los
pares craneales bajos y síndrome de Brown-
Sequard. Estos hallazgos transitorios se pue-
den atribuir a insuficiencia vértebro-basilar
aguda por espasmo, deterioro latente de pe-
queños vasos perforantes con ligero grado de
trombosis e infarto bulbar o pontino, contu-
sión medular directa, entre otros. En algunos
pacientes se ha confirmado una trombosis de
la arteria vertebral por angiografía. El ca-
rácter temporal de estos signos y síntomas
parece también estar relacionado con la au-
sencia de distracción durante el accidente o
el tratamiento.6
El marcado edema
retrofaríngeo que puede acompañarla, pro-
voca dificultad para tragar y respirar.
Las lesiones más frecuentemente
asociadas son: laceraciones faciales con
fracturas del macizo facial o sin éstas,
trauma craneal, trauma raquimedular
cervical alto y bajo, daños torácicos
severos con signos de insuficiencia
pulmonar, ruptura de tráquea y fractura
de clavícula.6,7,9,11,13,14
DISCUSIÓN
El términocervicocranium, puede apli-
carse al cráneo en conjunto con las 2 pri-
meras vértebras cervicales: atlas y axis, las
que profundamente cambiadas en su es-
tructura, actúan como auxiliares de los mo-
vimientos del cráneo con la columna cervi-
cal (CC) no modificada y transmiten el peso
entre ellos.1,15
La unión del cervicocranium
con la propia columna vertebral, constitu-
ye un sitio de debilidad mecánica donde C3
forma un punto fijo. El axis es una vértebra
de transición y el estrecho istmo entre los
procesos articulares superiores e inferio-
res o pars interarticularis es de importante
consideración anatómica, y representa un
punto de debilidad estructural en el arco
neural, vulnerable al daño.5
El término fractura del ahorcado, se
ha utilizado en la literatura médica para
describir la lesión judicial y también la frac-
tura de los pedículos de C2 en accidentes
de tránsito o caídas. No obstante, ambas
difieren en mecanismos, cuadro clínico y
pronóstico. Elliot trata de explicar la apa-
rente contradicción entre los semejantes
hallazgos radiográficos de las lesiones pro-
ducidas por ahorcamiento judicial con se-
veras lesiones medulares que provocan la
muerte, con los producidos en accidentes
donde no había daño medular. Según él, en
ambos casos el mecanismo básico es la
hiperextensión del cráneo sobre el cuello.
8
En el ahorcado esta hiperextensión se man-
tiene, en los accidentes es transitoria. Ade-
más en el ahorcado, el peso completo del
cuerpo disgrega los fragmentos de fractura
y coloca los músculos craneocervicales y
otros tejidos bajo tensión. La fuerza de ten-
sión de estos tejidos queda sobrepasada y la
ME se rompe fácilmente. Esto puede ser
ayudado por una acción de deslizamiento
del anillo de C1 posteriormente. En oposi-
ción, en la fractura accidental se ausenta
la tracción gravitacional, los fragmentos no
se disgregan y los tejidos no se colocan bajo
tensión continua. La fractura ocurre en el
punto más ancho del canal medular cervi-
cal, así como en el punto de relación máxi-
ma del área conducto-médula, lo que sirve
como una descompresión inmediata de la
ME.7
En 1985, Levine y Edwards9
sugieren
una clasificación teniendo en cuenta el gra-
do de angulación y traslación C2-C3. Rela-
cionan el patrón radiográfico de fractura
con el tipo de lesión:
Tipo I. Fracturas no desplazadas y frac-
turas sin angulación con menos de 3 mm de
desplazamiento. Probablemente resulta de
una fuerza de hiperextensión-carga axial que
fractura el arco neural posteriormente, pero
no es suficientemente fuerte para romper
el disco intervertebral o comprometer la
integridad de los ligamentos anteriores y
posteriores. Como hay una pequeña laxitud
en los ligamentos restrictores, hay un des-
plazamiento anterior mínimo. Puede haber
también una disrupción mínima de la por-
ción anterior del cuerpo de C3.
Tipo II. Fracturas con angulación y tras-
lación significativas. Es probable que se
deba a un mecanismo combinado de lesión.
Inicialmente se produce una carga axial -
hiperextensión, que provoca la fractura del
arco neural pero no más que una ligera le-
sión del ligamento longitudinal anterior,
disco o cápsulas articulares. Como muchas
de estas lesiones se producen en accidentes
de tránsito con fuerzas de aceleración-
desaceleración, la segunda fuerza es flexión
anterior-compresión. La fractura inicial a
través del arco neural permite a la unidad
cabeza-atlas-cuerpo de C2 desplazarse an-
terior y caudalmente, y separarse esta uni-
dad de la porción posterior de C2 con el
resto de la columna cervical. Este compo-
nente de la lesión causa ruptura del liga-
mento longitudinal posterior y del disco en
dirección posteroanterior, lo que con fre-
cuencia resulta en compresión de la por-
ción anterosuperior del cuerpo de C3.
Tipo II a. Fracturas con poca o ningu-
na traslación, pero con severa angulación.
La fuerza predominante es en flexión-
distracción, lo que explicaría la marcada
angulación y provoca que la dirección de la
fractura sea más oblicua que los tipos I y
II, así como que su localización sea justa-
mente anterior a las articulares, diferente
a lo ocurrido en los tipos I y II cuya direc-
ción es predominantemente longitudinal y
corre a través de la unión del pedículo y el
cuerpo o a través de las porciones más an-
teriores del arco neural.
Tipo III. Fracturas del arco neural más
dislocación facetaria C2-C3. Una lesión por
flexión-compresión aguda resulta no sólo en
fractura de la lámina de C2 o su pedículo,
sino también en la dislocación facetaria
C2-C3.
IMAGENOLOGÍA Y CRITERIOS DE ESTABILIDAD
1. Radiografía simple: difícil de
visualizarse en vista anteroposterior, la
fractura del anillo de C2 puede compro-
meter cualquier parte del canal espinal
9
óseo que incluye lámina, faceta articu-
lar superior e inferior, pars interar-
ticularis, pedículos y pared posterior del
cuerpo de C2.6,16
Casi siempre es bila-
teral, pero raramente es simétrica. Pue-
de cruzar elforamen transversarium de
uno o ambos lados. En caso de existir
desplazamiento del cuerpo de C2, éste
puede ser en flexión, extensión o listesis
anterior. Puede observarse una fractura
por avulsión del borde anteroinferior del
cuerpo de C2 o del borde anterosuperior
del cuerpo de C3. Un hallazgo frecuente
es la tumefacción del espacio
retrofaríngeo. En la proyección lateral
de la CC se demuestra la extensión real
de esta lesión. Las vistas oblicuas pue-
den servir para el diagnóstico cuando éste
no puede hacerse con la proyección late-
ral.8
SegúnLeviney Edwards, son esta-
bles las fracturas tipo I, mientras que el
resto se considera inestable. En los ca-
sos con lesiones tipo I, ellos confirman
la estabilidad con la realización de vis-
tas dinámicas, solamente si el paciente
está despierto y neurológicamente in-
tacto.9
2. Tomografía lineal: útil para definir lí-
neas de fractura con trazo dudoso en es-
tudios simples.
3. La rara simetría de esta lesión, a pesar
de ser casi siempre bilateral, puede ob-
servarse con la ayuda de la tomografía
axial computadorizada (TAC), y es par-
ticularmente útil en diferenciar una frac-
tura de un defecto congénito.17
4. La resonancia magnética nuclear (RMN)
es de gran utilidad para demostrar lesio-
nes medulares en los raros casos en que
actúan fuerzas poderosas de distracción.
¿TRATAMIENTO QUIRÚRGICO O CONSERVADOR?
Todavía es controversial la óptima te-
rapia para las fracturas del arco neural de
C2.18
Los primeros autores le conferían gran
inestabilidad a la lesión, y recomendaban
estabilización temprana mediante cirugía.19
Otros coincidían en que grados menores de
desplazamiento residual eran bien tolera-
dos y no retardaban la curación, por lo tan-
to abogaban por el tratamiento conservador
con ortosis cervicales y diferentes disposi-
tivos tractores cervicales.8,12,20,21
Ellos re-
mendaban el tratamiento quirúrgico sola-
mente si existía una no-unión establecida
por movimiento de la fractura en vistas di-
námicas o por evidencia tomográfica. El
otro criterio para la cirugía es el dolor. Al-
gunos,9,22,23
plantean el tratamiento quirúr-
gico con previa tracción para las lesiones
tipo III si ocurre alguna de las siguientes
variantes: la fractura es anterior a la dislo-
cación facetaria, y sea ésta irreductible de
forma cerrada o cuando la fractura es a ni-
vel o justamente posterior a la dislocación
facetaria. En estos casos la reducción puede
lograrse de forma cerrada, pero se pierde
por la gran inestabilidad de la fractura. Otros
sugieren estabilización quirúrgica en todas
las fracturas con desplazamiento, para evi-
tar así la persistencia de la inestabilidad y
la posibilidad de disfunción medular alta.24,25
SUMMARY
Hangman’s fracture is the traumatic injury of the neural arch of the axis. This affection started to be understood
at the beginning of the last century, though the procedure of the judicial hanging had been used hundreds of years
before. The objective of this paper is to review the historical antecedents of the knowledge of this affection, its
natural presentation, the imaging diagnosis and the treatment alternatives up to now.
Subject headings: ATLANTO-AXIAL JOINT/injuries; SPINAL CORD INJURIES/history, SPONDILOLIS-
THESIS; CERVICAL VERTEBRAE.
10
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Neurosurg 1965;22:141-54.
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immobilization: a rewiew of 64 cases. J Neurosurg 1996;85(4):550-4.
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Analysis of management and outcome in 340 consecutive cases. Spine 1997;22(16):1843-52.
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fracture. Spine 1999;24(3):295-8.
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with a locked C2-3 facet. Case report. J Neurosurg 1997;87(5):757-60.
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of postraumatic spinal instability. Park Rigde: American Association of Neurological Surgeons, 1990:65-76.
Recibido: 19 de diciembre de 2000. Aprobado: 27 de febrero de 2001.
Dr. Esteban Roig Fabré. Calle G, No. 460, entre 19 y 21, Vedado, Plaza de la Revolución, Ciudad de La Habana,
Cuba.

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Fractura del ahorcado

  • 1. 5 ARTÍCULOS ORIGINALES Hospital Universitario «General Calixto García», Ciudad de La Habana FRACTURA DEL AHORCADO. ANTECEDENTES HISTÓRICOS Dr. Esteban Roig Fabré1 y Dra. Ivón González Valcárcel2 RESUMEN La fractura del ahorcado es la lesión traumática del arco neural del axis. El entendimiento de esta afección comenzó a desarrollarse a principios de este siglo, aunque el proceder del ahorcamiento judicial se utilizaba desde cientos de años con anterioridad. Este trabajo se propone revisar los antecedentes históricos hasta el momento actual en el conocimiento de dicha afección, su presentación natural, el diagnóstico imagenológico y las alternativas del tratamiento. DeCS: ARTICULACION ATLANTO AXOIDEA/lesiones; TRAUMATISMOS DE LA MEDULA ESPINAL/historia; ESPONDILOLISTESIS; VERTEBRAS CERVICALES/ lesiones. Rev Cubana Cir 2002;41(1):5-10 1 Especialista de II Grado en Neurocirugía. Asistente de la Facultad de Ciencias Médicas “Calixto García”. 2 Especialista de I Grado en Neurocirugía. Facultad de Ciencias Médicas «Calixto García» Schneider y otros,1 en 1965, plantea- ron que la similitud de esta lesión con la provocada por el ahorcamiento judicial moderno, justificaba su descripción como fractura del ahorcado. Dieron así el vívido epónimo de Hangman´s fracture. Tres años antes, en una conferencia neuroquirúrgica de la Universidad Médica de Michigan, un anatomista visitante, G. Hamilton, comentó la semejanza de la lesión causada por acci- dente de tránsito con la resultante del ahor- camiento judicial, como había sido reporta- do por Wood-Jones. Comenzó así una co- rrespondencia entre neurocirujanos y anatomistas, de la cual surgió una armo- niosa colaboración para el estudio de esta fractura. Aunque existen algunas evidencias de su uso en la época del imperio romano (año 29 antes de JC al 395 después de JC), el ahorcamiento fue probablemente introduci- do en el siglo V en Inglaterra por los jutos y sajones (tribus bárbaras que habitaron Inglaterra en ese siglo a la caída del domi- nio romano) para convertirse en el modo oficial de ejecución de los ladrones comu- nes en las islas británicas y aquéllos con sangre noble o real tenían el privilegio de morir decapitados. En un inicio el proce- der del ahorcamiento se realizaba sin
  • 2. 6 ninguna prudencia: el nudo del lazo era corredizo, la víctima podía ser suspendida o levantada por una soga, desviarse una escalera sobre la que estaba parada o reti- rarse una carreta que la sostenía sobre el patíbulo, así como no existía un largo espe- cífico de «caída». La muerte raramente era instantánea y era a veces apresurada por tracción ejercida por el ejecutor sobre las piernas de la víctima. Hacia finales del si- glo XVIII comenzó a hacerse común una «caída» larga, y fue primeramente utiliza- da en la prisión de Newgate en Londres (1784). No obstante, en el caso del infame Burke ahorcado públicamente en Edimburgo en 1829, la «caída» permitida fue de unas pulgadas solamente, y la muer- te se produjo por estrangulación. El cuer- po de Burke se disecó y su esqueleto se preserva en el Museo Anatómico de la Universidad de Edimburgo. No muestra fractura del axis (C2), ni de otra vértebra cervical. La última ejecución pública esco- cesa, fue la del envenenador doctor Pritchard, colgado en Glasgow en 1865. El nudo de la soga fue ajustado en posición subauricular y se permitió una «caída» ra- zonable. La base craneal sufrió una aper- tura violenta y desgarradora, característi- ca de apalancamiento sobre el temporal. El empleo de la «caída» larga ciertamente condujo a una muerte más rápida de la víc- tima, pero su uso indiscriminado no estaba exento de consecuencias indeseables como la decapitación. Esto llevó aHaughtona trazar en 1886 tablas basadas en principios matemáticos que regulaban el largo y gro- sor de la soga en proporción al peso del cuerpo del condenado. En ese mismo año, Marshall comenzó a convencer sobre la eficiencia del nudo submental e inventa, 2 años después, un dispositivo de cuero con almohadilla para colocar en la barbilla, con el cual la soga se mantenía en posición submental. Cuando la caída ocurría, el men- tón era forzado violentamente hacia arriba y hacia atrás, lo que, en conjunto con el rápido y potente tirón por el segmento pos- terior de la soga, resultaba en una disloca- ción con ruptura de la médula espinal (ME).1 En 1913, Wood-Jones reportó 2 tipos de lesiones distintas resultantes del ahor- camiento judicial, evidenciados por 2 se- ries de especímenes preservados en el Mu- seo del Colegio Real de Cirujanos de Lon- dres. La primera serie fue de cráneos de nubienses ahorcados durante el período del imperio romano. En ellos el nudo de la soga se colocó debajo del ángulo mandibular y el apalancamiento resultante hacia el hueso temporal produjo una le- sión de la base craneal idéntica a la obser- vada en el cráneo del doctorPritchard. La segunda serie era de 5 columnas cervica- les de criminales de la cárcel de Rangoon que fueron colgados por «caída» larga con un nudo submental y en todos los casos C2 sufrió una fractura con avulsión de casi todo o todo su arco neural del cuerpo. El proce- so odontoideo se mantuvo intacto y no des- empeñó ningún papel en la muerte. En este colgamiento judicial moderno la lesión es característica: el arco neural de C2, suelto por estallido, se mantiene unido a C3; mien- tras que el cuerpo de C2, el proceso odontoideo y el atlas (C1) se mantienen unidos mutuamente y con el cráneo.1 Grogono en 1954 publicó las primeras radiografías de una fractura del arco pos- terior de C2 en un accidente de tránsito.2 Notó la semejanza en apariencia a la re- portada por Wood-Jones en el ahorca- miento judicial. Garber,3 en 1964, propo- ne el nombre de espondilolistesis traumática del axis para las fracturas del arco de C2, considerado por algunos au- tores más apropiada esta denominación
  • 3. 7 para dicha lesión. En1975,Roy-Camille y otros nombran a la fractura la fracture du pendu, para ser más precisa en francés su denominación.4 No obstante, el término en inglés sigue siendo el más utilizado en la literatura. PRESENTACIÓN NATURAL Los accidentes de tránsito son la causa más frecuente de producción de esta frac- tura, seguidos de caídas y accidentes de- portivos.1,5-12 El sexo masculino es el predominante. Todos los grupos de edades pueden verse afectados, pero es más frecuente entre la 2da y 3ra décadas de la vida. La sorprendente escasez de hallazgos neurológicos permanentes es lo usual en esta lesión. El cuadro puede limitarse a dolor occipito-cervical con dificultad para movili- zar el cuello. La neuralgia occipital de Arnold es un síntoma frecuente. Los sínto- mas y signos transitorios más frecuentes son: parestesias de las extremidades, paresia del VI nervio craneal, hemiparesia, tetraparesia, diparesia braquial, nistagmo, déficit de los pares craneales bajos y síndrome de Brown- Sequard. Estos hallazgos transitorios se pue- den atribuir a insuficiencia vértebro-basilar aguda por espasmo, deterioro latente de pe- queños vasos perforantes con ligero grado de trombosis e infarto bulbar o pontino, contu- sión medular directa, entre otros. En algunos pacientes se ha confirmado una trombosis de la arteria vertebral por angiografía. El ca- rácter temporal de estos signos y síntomas parece también estar relacionado con la au- sencia de distracción durante el accidente o el tratamiento.6 El marcado edema retrofaríngeo que puede acompañarla, pro- voca dificultad para tragar y respirar. Las lesiones más frecuentemente asociadas son: laceraciones faciales con fracturas del macizo facial o sin éstas, trauma craneal, trauma raquimedular cervical alto y bajo, daños torácicos severos con signos de insuficiencia pulmonar, ruptura de tráquea y fractura de clavícula.6,7,9,11,13,14 DISCUSIÓN El términocervicocranium, puede apli- carse al cráneo en conjunto con las 2 pri- meras vértebras cervicales: atlas y axis, las que profundamente cambiadas en su es- tructura, actúan como auxiliares de los mo- vimientos del cráneo con la columna cervi- cal (CC) no modificada y transmiten el peso entre ellos.1,15 La unión del cervicocranium con la propia columna vertebral, constitu- ye un sitio de debilidad mecánica donde C3 forma un punto fijo. El axis es una vértebra de transición y el estrecho istmo entre los procesos articulares superiores e inferio- res o pars interarticularis es de importante consideración anatómica, y representa un punto de debilidad estructural en el arco neural, vulnerable al daño.5 El término fractura del ahorcado, se ha utilizado en la literatura médica para describir la lesión judicial y también la frac- tura de los pedículos de C2 en accidentes de tránsito o caídas. No obstante, ambas difieren en mecanismos, cuadro clínico y pronóstico. Elliot trata de explicar la apa- rente contradicción entre los semejantes hallazgos radiográficos de las lesiones pro- ducidas por ahorcamiento judicial con se- veras lesiones medulares que provocan la muerte, con los producidos en accidentes donde no había daño medular. Según él, en ambos casos el mecanismo básico es la hiperextensión del cráneo sobre el cuello.
  • 4. 8 En el ahorcado esta hiperextensión se man- tiene, en los accidentes es transitoria. Ade- más en el ahorcado, el peso completo del cuerpo disgrega los fragmentos de fractura y coloca los músculos craneocervicales y otros tejidos bajo tensión. La fuerza de ten- sión de estos tejidos queda sobrepasada y la ME se rompe fácilmente. Esto puede ser ayudado por una acción de deslizamiento del anillo de C1 posteriormente. En oposi- ción, en la fractura accidental se ausenta la tracción gravitacional, los fragmentos no se disgregan y los tejidos no se colocan bajo tensión continua. La fractura ocurre en el punto más ancho del canal medular cervi- cal, así como en el punto de relación máxi- ma del área conducto-médula, lo que sirve como una descompresión inmediata de la ME.7 En 1985, Levine y Edwards9 sugieren una clasificación teniendo en cuenta el gra- do de angulación y traslación C2-C3. Rela- cionan el patrón radiográfico de fractura con el tipo de lesión: Tipo I. Fracturas no desplazadas y frac- turas sin angulación con menos de 3 mm de desplazamiento. Probablemente resulta de una fuerza de hiperextensión-carga axial que fractura el arco neural posteriormente, pero no es suficientemente fuerte para romper el disco intervertebral o comprometer la integridad de los ligamentos anteriores y posteriores. Como hay una pequeña laxitud en los ligamentos restrictores, hay un des- plazamiento anterior mínimo. Puede haber también una disrupción mínima de la por- ción anterior del cuerpo de C3. Tipo II. Fracturas con angulación y tras- lación significativas. Es probable que se deba a un mecanismo combinado de lesión. Inicialmente se produce una carga axial - hiperextensión, que provoca la fractura del arco neural pero no más que una ligera le- sión del ligamento longitudinal anterior, disco o cápsulas articulares. Como muchas de estas lesiones se producen en accidentes de tránsito con fuerzas de aceleración- desaceleración, la segunda fuerza es flexión anterior-compresión. La fractura inicial a través del arco neural permite a la unidad cabeza-atlas-cuerpo de C2 desplazarse an- terior y caudalmente, y separarse esta uni- dad de la porción posterior de C2 con el resto de la columna cervical. Este compo- nente de la lesión causa ruptura del liga- mento longitudinal posterior y del disco en dirección posteroanterior, lo que con fre- cuencia resulta en compresión de la por- ción anterosuperior del cuerpo de C3. Tipo II a. Fracturas con poca o ningu- na traslación, pero con severa angulación. La fuerza predominante es en flexión- distracción, lo que explicaría la marcada angulación y provoca que la dirección de la fractura sea más oblicua que los tipos I y II, así como que su localización sea justa- mente anterior a las articulares, diferente a lo ocurrido en los tipos I y II cuya direc- ción es predominantemente longitudinal y corre a través de la unión del pedículo y el cuerpo o a través de las porciones más an- teriores del arco neural. Tipo III. Fracturas del arco neural más dislocación facetaria C2-C3. Una lesión por flexión-compresión aguda resulta no sólo en fractura de la lámina de C2 o su pedículo, sino también en la dislocación facetaria C2-C3. IMAGENOLOGÍA Y CRITERIOS DE ESTABILIDAD 1. Radiografía simple: difícil de visualizarse en vista anteroposterior, la fractura del anillo de C2 puede compro- meter cualquier parte del canal espinal
  • 5. 9 óseo que incluye lámina, faceta articu- lar superior e inferior, pars interar- ticularis, pedículos y pared posterior del cuerpo de C2.6,16 Casi siempre es bila- teral, pero raramente es simétrica. Pue- de cruzar elforamen transversarium de uno o ambos lados. En caso de existir desplazamiento del cuerpo de C2, éste puede ser en flexión, extensión o listesis anterior. Puede observarse una fractura por avulsión del borde anteroinferior del cuerpo de C2 o del borde anterosuperior del cuerpo de C3. Un hallazgo frecuente es la tumefacción del espacio retrofaríngeo. En la proyección lateral de la CC se demuestra la extensión real de esta lesión. Las vistas oblicuas pue- den servir para el diagnóstico cuando éste no puede hacerse con la proyección late- ral.8 SegúnLeviney Edwards, son esta- bles las fracturas tipo I, mientras que el resto se considera inestable. En los ca- sos con lesiones tipo I, ellos confirman la estabilidad con la realización de vis- tas dinámicas, solamente si el paciente está despierto y neurológicamente in- tacto.9 2. Tomografía lineal: útil para definir lí- neas de fractura con trazo dudoso en es- tudios simples. 3. La rara simetría de esta lesión, a pesar de ser casi siempre bilateral, puede ob- servarse con la ayuda de la tomografía axial computadorizada (TAC), y es par- ticularmente útil en diferenciar una frac- tura de un defecto congénito.17 4. La resonancia magnética nuclear (RMN) es de gran utilidad para demostrar lesio- nes medulares en los raros casos en que actúan fuerzas poderosas de distracción. ¿TRATAMIENTO QUIRÚRGICO O CONSERVADOR? Todavía es controversial la óptima te- rapia para las fracturas del arco neural de C2.18 Los primeros autores le conferían gran inestabilidad a la lesión, y recomendaban estabilización temprana mediante cirugía.19 Otros coincidían en que grados menores de desplazamiento residual eran bien tolera- dos y no retardaban la curación, por lo tan- to abogaban por el tratamiento conservador con ortosis cervicales y diferentes disposi- tivos tractores cervicales.8,12,20,21 Ellos re- mendaban el tratamiento quirúrgico sola- mente si existía una no-unión establecida por movimiento de la fractura en vistas di- námicas o por evidencia tomográfica. El otro criterio para la cirugía es el dolor. Al- gunos,9,22,23 plantean el tratamiento quirúr- gico con previa tracción para las lesiones tipo III si ocurre alguna de las siguientes variantes: la fractura es anterior a la dislo- cación facetaria, y sea ésta irreductible de forma cerrada o cuando la fractura es a ni- vel o justamente posterior a la dislocación facetaria. En estos casos la reducción puede lograrse de forma cerrada, pero se pierde por la gran inestabilidad de la fractura. Otros sugieren estabilización quirúrgica en todas las fracturas con desplazamiento, para evi- tar así la persistencia de la inestabilidad y la posibilidad de disfunción medular alta.24,25 SUMMARY Hangman’s fracture is the traumatic injury of the neural arch of the axis. This affection started to be understood at the beginning of the last century, though the procedure of the judicial hanging had been used hundreds of years before. The objective of this paper is to review the historical antecedents of the knowledge of this affection, its natural presentation, the imaging diagnosis and the treatment alternatives up to now. Subject headings: ATLANTO-AXIAL JOINT/injuries; SPINAL CORD INJURIES/history, SPONDILOLIS- THESIS; CERVICAL VERTEBRAE.
  • 6. 10 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Schneider RC, Livingston KE, Cave AJE, Hamilton G. “Hangman´s fracture” of the cervical spine. J Neurosurg 1965;22:141-54. 2. Grogono BJS. Injuries of the atlas and axis. J Bone Joint Surg 1954:36-B:397-410. 3. Garber JN. Abnormalities of the atlas and the axis vertebrae-congenital and traumatic. J Bone Joint Surg 1964;46-A:1782-91. 4. Roy-Camille R, Saillant G, Sagnet P. Lésions traumatiques du rachis cervical sans complication neurologique. Encycl Méd Chir Paris, Techniques chirurgicales (Orthopédie). 1975;A-10:15825. 5. Brashear HR Jr, Venters GC, Preston ET. Fractures of the neural arch of the axis. A report of twenty-nine cases. J Bone Joint Surg 1975;57-A:879-87. 6. Effendi B, Roy D, Cornish B, Dussault RG, Laurin CA. Fractures of the ring of the axis. A classification based on the analysis of 131 cases. J Bone Joint Surg 1981;63-B:319-27. 7. Elliott JM Jr, Rogers LF, Wissinger JP, Lee JF. The hangman´s fracture. Radiology 1972;104:303-7. 8. Francis WR, Fielding JW, Hawkins RJ, Pepin J, Hensinger R. Traumatic spondylolisthesis of the axis. J Bone Joint Surg 1981;63-B:313-8. 9. Levine AM, Edwards CC. The management of traumatic spondylolistesis. J Bone Joint Surg 1985;67- A:217-26. 10. Roda JM, Castro A, Blázquez MG. Hangman´s fracture with complete dislocation of C-2 on C-3. Case report. J Neurosurg 1984;60:633-5. 11. Williams TG. Hangman´s fracture. J Bone Joint Surg 1975;57-B:82-8. 12. Razak M, Basir T, Hyzan Y, Johari Z. Halovest treatment in traumatic cervical spine injury. Med J Malasia 1998;53A:1-5. 13. DeLorme TL. Axis-pedicle fractures. J Bone Joint Surg 1967;49-A:1472. 14. Zanette G, Ori C, Zadra N, Giusti F, Pittoni G. Hangman´s fracture in a paediatric patient. Considerations for anaesthesia. Paediatr Anaesth 1997;7(6):473-5. 15. Menezes AH. Congenital and acquired abnormalities of the craniovertebral junction. En: Youmans JR, ed. Neurological surgery: a comprehensive reference guide to the diagnosis and management of neurosurgical problems. 4. ed. Philadelphia: WB Saunders, 1996:1035-89. 16. Kleinman PK, Shelton YA. Hangman´s fracture in an abused infant: imaging features. Pediatr Radiol 1997;27(9):776-7. 17. Willians JP, Baker DH, Millier WA. CT appearance of congenital defect resembling the hangman´s fracture. Pediatr Radiol 1999;29(7):549-50. 18. Verheggen R, Jansen J. Hangman´s fracture: arguments in favor of surgical therapy for type II and III according to Edwards and Levine. Surg Neurol 1998;49(3):253-61. 19. Cornish BL. Traumatic spondylolisthesis of the axis. J Bone Joint Surg 1968;50-B:31-43. 20. Wilson TAS Jr, McWhorter JM. Atlantoaxial injuries. En Camins MB O´Leary PF, eds. Disorders of the cervical spine. Baltimore: Willians and Willkins, 1992:285-90. 21. Coric D, Wilson JA, Kelly DL Jr. Treatment of traumatic spondylolisthesis of the axis whith nonrigid immobilization: a rewiew of 64 cases. J Neurosurg 1996;85(4):550-4. 22. Greene KA, Dickman CA, Marciano FF, Drabier JB, Hadley MN, Sonntag VK. Acute axis fractures. Analysis of management and outcome in 340 consecutive cases. Spine 1997;22(16):1843-52. 23. Wilson AJ, Marshall RW, Ewart M. Transoral fusion with internal fixation in a displaced hangman´s fracture. Spine 1999;24(3):295-8. 24. Choi WG, Vishteh AG, Baskin JJ, Marciano FF, Dickman CA. Completely dislocated hangman´s fracture with a locked C2-3 facet. Case report. J Neurosurg 1997;87(5):757-60. 25. Menezes AH, Muhonen M. Management of occipito-cervical instability. En: Cooper PR, ed. Management of postraumatic spinal instability. Park Rigde: American Association of Neurological Surgeons, 1990:65-76. Recibido: 19 de diciembre de 2000. Aprobado: 27 de febrero de 2001. Dr. Esteban Roig Fabré. Calle G, No. 460, entre 19 y 21, Vedado, Plaza de la Revolución, Ciudad de La Habana, Cuba.