La educación se define como el proceso a través del cual una sociedad transmite y reproduce saberes entre generaciones para mantener y desarrollar la cultura. Este proceso incluye tanto el desarrollo de las capacidades individuales como la incorporación de elementos culturales externos. La educación toma diferentes formas dependiendo de la sociedad y época histórica, y no se limita a la escolarización formal sino que también incluye la transmisión de conocimientos en la familia y otros ámbitos.
Grinberg y Levy - Pedagogía, currículo y subjetividad. Entre pasado y futuro....Ana Veronica Johansen
Grinberg y Levy - Pedagogía, currículo y subjetividad: Entre pasado y futuro
Cap. 1: Dispositivos pedagógicos e infancia en la modernidad.
Cap. 2: Debates curriculares
Grinberg y Levy - Pedagogía, currículo y subjetividad. Entre pasado y futuro....Ana Veronica Johansen
Grinberg y Levy - Pedagogía, currículo y subjetividad: Entre pasado y futuro
Cap. 1: Dispositivos pedagógicos e infancia en la modernidad.
Cap. 2: Debates curriculares
Presentación realizada el 28 de marzo en el Seminario Liderazgo, Tecnología y Éxito Escolar organizado por Educación 2020 y Fundación Telefónica de Chile.
Sabemos que encontrar y seleccionar recursos en la web es una ardua tarea para los docentes, que requiere mucho tiempo, intuición y paciencia. Por eso, nada mejor que aprovechar el trabajo previo de colegas y expertos que evalúan y recomiendan materiales interactivos en diferentes portales educativos o catálogos de recursos.
El texto presenta una propuesta de acercamiento conceptual a tres categorías claves para la educación y el profesional de la educación, pretende concitar la reflexión al respecto a través del encuentro de la comunidad educativa profesional..
LA EDUCACION
Observamos que en el lenguaje vulgar se habla de tener buena o mala educación, mucha o poca educación. Se dice que una persona es educada cuando posee ciertas cualidades o actúa de una manera reconocida como adecuada para la sociedad -urbanidad, cortesía, buenos modales-. También puede referirse esta educación a la posesión de determinado número de conocimientos
Dibujos de figuras y gráficas usando las herramientas de dibujo de Word. Identificación con letras sus elementos destacados y sombreado de los polígonos:
a) Un par de rectas paralelas cortadas por una transversal marcando por lo menos 4 ángulos con letras griegas)
b) Un triángulo isósceles y su altura (línea punteada)
c) Un hexágono y sus diagonales.
d) Un triángulo rectángulo escaleno cuya hipotenusa sea paralela al borde inferior de la página.
e) Un romboide y sus diagonales.
f) Un pentágono inscripto en una circunferencia.
g) Un sistema de coordenadas cartesianas (sin escalas sobre los ejes), en el que estén identificados con nº romanos los cuadrantes y marcado un punto P(a,b) del 1º cuadrante, con líneas punteadas indicando su ordenada y abscisa.
Today is Pentecost. Who is it that is here in front of you? (Wang Omma.) Jesus Christ and the substantial Holy Spirit, the only Begotten Daughter, Wang Omma, are both here. I am here because of Jesus's hope. Having no recourse but to go to the cross, he promised to return. Christianity began with the apostles, with their resurrection through the Holy Spirit at Pentecost.
Hoy es Pentecostés. ¿Quién es el que está aquí frente a vosotros? (Wang Omma.) Jesucristo y el Espíritu Santo sustancial, la única Hija Unigénita, Wang Omma, están ambos aquí. Estoy aquí por la esperanza de Jesús. No teniendo más remedio que ir a la cruz, prometió regresar. El cristianismo comenzó con los apóstoles, con su resurrección por medio del Espíritu Santo en Pentecostés.
Las capacidades sociomotrices son las que hacen posible que el individuo se pueda desenvolver socialmente de acuerdo a la actuación motriz propias de cada edad evolutiva del individuo; Martha Castañer las clasifica en: Interacción y comunicación, introyección, emoción y expresión, creatividad e imaginación.
Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3.pdfsandradianelly
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Instrucciones del procedimiento para la oferta y la gestión conjunta del proceso de admisión a los centros públicos de primer ciclo de educación infantil de Pamplona para el curso 2024-2025.
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La educación
1. LA EDUCACIÓN
1. SIGNIFICADO VULGAR DE LA EDUCACION.
Si nos fijamos, en primer término, en la significación vulgar, nos encontramos con una apreciación
superficial del fenómeno educativo: generalmente, se concibe la educación como una cualidad
adquirida, en virtud de la cual un hombre o una mujer están adaptados en sus modales externos a
determinados usos sociales. La educación se toma, pues, como el resultado de una pulimentación de
formas superficiales de convivencia social; la posesión de la educación por parte de los hombres de un
determinado grupo social, imprime a éste una peculiar forma de vida que evita violencias en las
situaciones y relaciones humanas.
De esta apreciación superficial y de su carácter predominantemente social nos dice bastante la
relación que en el concepto vulgar tiene la educación con la urbanidad y la cortesía. Generalmente le
decimos “una persona educada” a aquella que sabe comportarse con urbanidad, a aquella que sabe
comportarse cortésmente.
Si nos fijamos en la raíz de estas palabras, “urbanidad” y “cortesía”, nos encontramos con que la
urbanidad hace referencia a la urbs, es decir, al grupo social de hombre frente al hombre aislado del
agro, frente al hombre del campo. Por otra parte, la cortesía, en cuanto originada en la Corte, en el modo
de tratar los que viven en la Corte, nos da ya para la educación una cierta significación aristocrática, una
cierta significación selectiva entre los hombres.
Estas breves reflexiones nos dicen que la educación se concibe como algo adquirido por influjo
externo, ya sea por un influjo difuso que ejerce en nosotros eso que se llama el trato social, ya sea por
el influjo sistemático que ejercen en los hombres y en las mujeres los establecimientos educativos. Por
consiguiente, la educación en el concepto vulgar se ha concebido como el resultado de un proceso que
termina en la posesión de determinadas formas de comportamiento social.
He aquí dos notas características del significado vulgar de la educación: se concibe como resultado
y, al mismo tiempo, como un comportamiento. Ambas cosas, en definitiva, hacen referencia a algo
superficial. La superficialidad corre pareja perfecta con el conocimiento vulgar. Así, la vulgarmente
decimos “un niño bien educado” a aquel que es capaz de saludar, que tal vez utiliza formas de cortesía
correctas o refinadas; hablamos de “un hombre educado” refiriéndonos al que externamente sabe
comportarse también con corrección y nos importa poco –o importa poco en el concepto vulgar- que
este “hombre educado y correcto” sea un malvado en su interior, o que este niño sea un caprichoso
incapaz de dominarse.
Hemos de partir de esta noción superficial de la educación porque en último término nuestros
conocimientos arrancan de las primeras impresiones que las cosas nos envían.
2. SIGNIFICADO ETIMOLOGICO DE LA EDUCACION.
Etimológicamente, la palabra educación toma su sentido del verbo latino educare, que significa criar,
alimentar, instruir, hacer crecer. Esta acepción encierra, pues, la idea de “nutrir”, de llevar a otro un
alimento material o espiritual; esto es, de un proceso que va de afuera hacia adentro (heteroeducación).
Pero la palabra educación tiene asimismo un sentido opuesto, de extracción, cuando se le hace
derivar de otro verbo antiguo, ex ducere, que equivale a extraer, sacar afuera, hacer salir
(autoeducación).
De acuerdo con estas dos acepciones, la educación es, o bien un proceso de incorporación de
elementos externos al sujeto, que edificarán su mundo cultural o, en forma opuesta, un proceso que va
2. de adentro hacia fuera, de expansión de gérmenes, de desenvolvimiento de las facultades y
disposiciones originarias del ser joven.
¿Cuál de estos dos procesos estaría de acuerdo con las características del proceso educativo? En
realidad, las dos acepciones etimológicas contrapuestas están vinculadas con las dos interpretaciones
extremistas que han estado en pugna y originado largas controversias a través de distintas orientaciones
pedagógicas. Sólo puede encontrarse solución a este conflicto mediante la síntesis de los dos
conceptos, es decir, ambos concepciones deben complementarse en lugar de oponerse.
Por consiguiente, la educación, considerada en su íntima y verdadera esencia, es, al mismo tiempo,
un proceso de desarrollo de las posibilidades que están latentes en el individuo y de incorporación de
elementos del medio histórico-socio-cultural. Es decir, que la educación es a la vez un proceso
autónomo y heterónomo. Es un proceso autónomo, si consideramos la actividad creadora y libre del
sujeto, la espontaneidad activa del educando como ser individual. Pero, también, es un proceso
heterónomo si consideramos que este ser que se educa está sometido a influencias exteriores, a
coacciones del medio natural y humano, a la presión de los valores y bienes culturales que han de
modificar, inevitablemente, su desenvolvimiento espontáneo y natural.
3. SIGNIFICADO ACTUAL DE LA EDUCACION.
Pero entonces, ¿cómo definimos la educación? A partir de las consideraciones hasta aquí
desplegadas, podemos decir que la educación es el conjunto de fenómenos a través de los cuales
una determinada sociedad produce y distribuye saberes, de los que se apropian sus miembros, y
que permiten la producción y la reproducción de esa sociedad.
En este sentido, la educación consiste en una práctica social de reproducción de los estados
culturales conseguidos por una sociedad en un momento determinado y, a la vez, supone un proceso de
producción e innovación cultural, tanto desde el plano individual como desde el social. Si educar supone
potenciar el desarrollo de los hombres y de la cultura, entonces el proceso educativo debe ser pensado
en su doble acepción productiva y reproductiva, aceptando que, en el acto de reproducción, se asientan
las bases de la transformación y la innovación. Esa capacidad de provocar el advenimiento de nuevas
realidades debe gobernar la práctica y reflexión en torno a la educación.
Los saberes que se transmiten de una generación a otra, y también intrageneracionalmente, no son
sólo, ni sobre todo, saberes vinculados con lo que comúnmente se denomina saber erudito. Los saberes
a los que aquí nos referimos incluyen, como señalamos antes, formas de comportamiento social, hábitos
y valores respecto de lo que está bien y lo que está mal. Educar implica enseñar literatura, arte, física,
pero también, enseñar hábitos y conductas sociales (bañarse a diario, lavarse los dientes, llegar
puntualmente al trabajo o a una cita, saludar de una manera determinada, dirigirnos de distinto modo
según quién sea nuestro interlocutor). Estos saberes, en apariencia tan obvios, que construyen nuestro
día a día, no son innatos; se enseñan y se aprenden en la familia, en la escuela, con los amigos.
Vale ahora una aclaración. Si bien la educación es un fenómeno universal e inherente a toda la
humanidad, las formas de educar y los saberes que se enseñan varían de una sociedad a otra y de una
época histórica a otra. Por ejemplo, para nuestra sociedad actual, el baño diario es un hábito que se
justifica por preceptos de higiene, para evitar enfermedades y por razones estéticas. Pero en la Europa
del siglo XVII, se suponía que el baño acarreaba enfermedades y, por tanto, no era considerado una
conducta recomendable, excepto para determinadas situaciones muy particulares. Entonces, la gente
aprendía el hábito de la limpieza en seco, con toallas sin agua. Vemos así que saberes que hoy se nos
presentan como evidentes no lo eran en otras épocas.
En síntesis, la educación es un fenómeno muy amplio que transmite diferentes saberes y adopta
distintos formatos en cada época y en cada sociedad. La educación es una práctica social y es una
3. acción. Es una práctica, porque es algo que las personas efectivamente hacen, no es algo sólo deseado
o imaginado. Es una acción que tiene una direccionalidad y un significado histórico. Y es social, en tanto
posee ciertas características, entre ellas: es un fenómeno necesario para los seres humanos, pues,
como hemos visto en los apartados anteriores, no es posible la vida humana sin educación. Además, es
un fenómeno universal, pues no existe ninguna sociedad o cultura que no desarrolle prácticas
educativas. La educación se encarga de la transmisión de saberes, en el sentido amplio con que hemos
usado el término, e implica relaciones de poder. Está generalmente pautada o tiene algún grado de
institucionalización, lo que supone un cierto número de reglas, normas de acción o modelos de conducta
tipificados. La educación es, por último, una práctica histórica, en la medida en que las formas que la
educación adopta varían a lo largo del tiempo.
Desde esta perspectiva, educación no es sinónimo ni de escolarización ni de escuela. Esta última, tal
y como la conocemos hoy en día, es un fenómeno muy reciente. A lo largo de la historia, existieron otras
formas de institucionalizar la educación; todavía hoy, siguen existiendo maneras no institucionalizadas
de educación. Antiguamente, en algunas sociedades, los niños aprendían todo lo que debían saber, por
la imitación y el ejemplo, mientras acompañaban a sus mayores en las tareas de caza o de recolección
de frutos. No había maestros, ni edificios especiales para la educación. Pero hoy, cuando la escuela
tiene un lugar destacado dentro del campo educativo, no ocupa ni siquiera el primer lugar entre las
agencias educativas. La familia, la televisión, los diarios, los amigos constituyen también agencias
educativas importantes.
4. CARACTERISTICAS DE LA EDUCACION.
a) La educación como hecho concreto o realidad individual y social.
Nuestro primer intento será el enfoque descriptivo del fenómeno de la educación, teniendo en cuenta
sus elementos concretos y su condicionamiento sociológico.
En sus distintas formas, la educación es una realidad permanente en la vida individual y social. Atañe
al hombre en su totalidad biopsíquica y espiritual y en su bipolar dimensión de individuo y miembro de la
comunidad. Esta realidad está tan ligada a todos los momentos del quehacer humano que sólo mediante
un proceso de abstracción podemos concebirla aislada de nuestra íntegra actuación en la vida. La
educación no es, pues, un simple accidente circunstancial en nuestra existencia. Es una realidad que
afecta al hombre en su total integridad; de tal modo que sin la educación la misma existencia humana
perdería su sentido.
La realidad de la educación supone una experiencia directa e inmediata.
Esta realidad permanente de la educación la podemos comprobar en nosotros mismos, que
constantemente nos modificamos o transformamos, asimilamos conocimientos, corregimos defectos y
adquirimos hábitos y modos de obrar.
Todos experimentamos los efectos de la educación; todos somos influidos en nuestro modo de ser y
de actuar por otras personas, y todos ejercemos, en mayor o menor grado, un estímulo educador sobre
los individuos que se relacionan con nosotros. En un sentido general, todos somos educandos y
educadores a la vez.
La educación implica un proceso universal y permanente.
Si dirigimos una mirada a nuestro alrededor, ella nos bastará para comprobar la realidad universal y
permanente del fenómeno educativo. En todos los países del mundo son innumerables los niños,
adolescentes y jóvenes que concurren a instituciones especiales consagradas a la educación sistemática
de las nuevas generaciones. Por otra parte, la historia de la civilización nos revela que la educación es
un hecho que se ha producido en todas las épocas y en todos los pueblos, como función esencial de la
4. vida en comunidad. Desde los tiempos más antiguos, el hombre ha sido condicionado en su formación
por la sociedad dentro de la cual vive. Hasta en los llamados pueblos primitivos, de culturas
rudimentarias, en los que no existían maestros ni instituciones docentes, la sociedad formaba a las
nuevas generaciones según sus normas y ordenaciones, de conformidad con sus creencias, sus
costumbres y sus maneras de proceder. Sin técnicas docentes, sin objetivos claros, sin una reflexión
acerca del problema de la educación, la socialización de los futuros integrantes de la tribu se llevaba a
cabo, no obstante, mediante un lento y permanente proceso de impregnación, resultado de la
convivencia con las generaciones adultas.
Actualmente, grandes poblaciones del planeta carecen de una educación sistemática. La tremenda
explosión demográfica, que se hace sentir sobre todo en los países subdesarrollados, ha provocado el
aumento del número de analfabetos en el mundo, pese a que la proporción disminuye, en general bajó la
presión de las grandes campañas alfabetizadoras. En América Latina nos encontramos con naciones en
que la población indígena constituye el 50% o más de la misma y, en muchos países, esos pueblos
originarios viven al margen de la sociedad nacional, es decir, no participan ni política ni económica ni
culturalmente ya que se los excluye socialmente o ellos mismos se marginan para conservar sus propias
pautas culturales.
b) La educación como proceso continuo y permanente.
La educación, por su esencia, es un proceso dinámico que acontece en el sujeto. Este proceso
significa el paso de un estado a otro. El sujeto es imprescindible; es la realidad en la que se lleva a cabo
el proceso; es el ser concreto a quien es preciso estimular en su formación. El proceso implica una
modificación, una transformación que afecta a la total integridad del ser, y supone un perfeccionamiento
continuo.
No obstante, esa realidad que es el sujeto de la educación se mantiene en su identidad a través del
proceso; no pierde su individualidad.
Además, el proceso educativo se realiza ininterrumpidamente en todas las etapas de la vida humana
a través de las cuales se va plasmando y definiendo la personalidad.
El hombre, se educa desde que nace hasta que muere.
c) La educación como acción consciente e intencional.
Muchas definiciones antiguas y modernas del fenómeno educativo lo han caracterizado como un
fenómeno intencional y consciente. Con estos calificativos, distinguen el concepto educativo de
socialización. Según esta división, la educación sería un tipo particular de socialización que trata de
transmitir al individuo ciertos saberes, de una manera intencional y consciente; la escuela, un centro
educativo por excelencia, pues su intencionalidad es educar y tiene conciencia de este acto; la familia
sería, fundamentalmente, una institución de socialización, sólo en algunos casos, educativa. Por
ejemplo, si un padre se sienta a armar un rompecabezas con sus hijos, no lo hace con la intención de
educar, sino de jugar; al efectuar esta actividad, no educa, sino socializa, porque este juego tiene efectos
en el saber de los pequeños.
Frente a esta distinción, los pedagogos han señalado dos tipos de educación. La educación en un
sentido amplio entiende que todo fenómeno social siempre es educativo y forma parte de la
socialización. La educación en un sentido estricto considera que un fenómeno es educativo sólo cuando
la socialización es intencional y consciente.
Acerca de la educación en un sentido estricto, haremos dos observaciones. La primera: una de índole
metodológica. Es muy difícil determinar, con cierta precisión, cuándo un fenómeno es intencional y
consciente, y cuándo, no lo es. En las escuelas, además de enseñarse Matemática, Lengua, Física y
5. Química como lo estipula el currículum, también se enseñan formas de comportarse social e
institucional, que no están escritas, que no figuran en ningún currículum. ¿No son fenómenos educativos
estas enseñanzas?
La segunda: una observación conceptual. Pensemos el caso de un profesor que tiene la intención de
enseñar la geografía mundial a sus alumnos. Para evaluar el aprendizaje, utiliza métodos muy
tradicionales: la calificación mediante una nota numérica es el regulador central de los premios y los
castigos. Los alumnos sólo se preocupan por que la suma de las notas dé un promedio que les permita
aprobar la materia. Esto produce en ellos una conducta especulativa. Este aprendizaje de la
especulación, ¿no forma parte del fenómeno educativo? ¿No sería necesario revisar estos mecanismos
para mejorar las formas de enseñanza? ¿Se pueden excluir estas cuestiones del fenómeno educativo
sólo porque ellas no poseen intencionalidad o conciencia? ¿No son acaso una pieza indispensable para
comprender la educación?
Por lo tanto, ante la disyuntiva de separar la educación en un sentido amplio de la educación en un
sentido estricto, parece preferible acercar el concepto de educación al de socialización, y utilizar el
término educación directamente en un sentido amplio. Así lo propone Durkheim:
No hay período en la vida social; no hay, por decirlo así, ningún momento en el día en
que las generaciones jóvenes no estén en contacto con sus mayores, y en que, por
consiguiente, no reciban este influjo educador. Porque este influjo no se hace sentir
solamente en los instantes, muy cortos, en que los padres o los maestros comunican
conscientemente, y por medio de una enseñanza propiamente dicha, los resultados de
su experiencia a aquellos que vienen detrás de ellos. Hay una educación inconsciente
que no cesa jamás. Con nuestro ejemplo, con las palabras que pronunciamos, con los
actos que realizamos, se moldea de una manera continua el alma de nuestros niños
(1991: 100).
Las diferencias entre socialización y educación se vinculan a las diferencias de mirada o perspectivas
teóricas. Por ejemplo, la Sociología de la Educación estudia la educación sólo como un mecanismo de
producción y reproducción social. En cambio, la Pedagogía, sin dejar de reconocerle un lugar destacado
a la Sociología de la Educación, no se ocupa de la educación sólo como un mecanismo de producción y
reproducción social, sino también, de las formas de distribución del saber, de los procesos específicos de
adquisición del conocimiento en el ámbito social e individual, de las propuestas para mejorar los
procesos educativos, etc.
Sin embargo, y precisamente en razón de la amplitud del fenómeno educativo, se presentará más
adelante una serie de conceptos, provenientes de distintos campos teóricos, que permiten distinguir las
diversas concepciones de la educación y reconocer los variados fenómenos dentro del amplio campo de
lo educativo. ¿Es lo mismo educar dentro de la escuela que en la familia? ¿Se utilizan los mismos
métodos? ¿Es sólo el contenido de lo que se enseña el que establece la diferencia entre un profesor de
básquetball y un profesor de Literatura? ¿Es lo mismo enseñar a un adulto que a un niño?
5. ¿POR QUE EDUCAMOS Y SE NOS EDUCA?
Para justificar la acción educadora, es decir, la influencia que unos ejercen sobre otros suelen
presentarse 4 razones o motivos: porque es una necesidad, porque es una posibilidad (debido a la
educabilidad), porque es una aspiración y porque es un derecho. Veamos cada uno:
a) La educación como necesidad individual y social.
6. Seguramente, alguna vez, a lo largo de nuestras vidas como estudiantes, en especial, frente a algún
examen, nos apareció este pensamiento: “Si tal filósofo, científico o artista no hubiera existido, yo no
estaría estudiando esto”, o frases como la siguiente: “Si Platón no hubiera nacido, yo estaría haciendo
otra cosa”. Estos pensamientos nos inquietan porque, a veces, nos es difícil entender por qué
estudiamos algo determinado; a veces, realmente, parece no tener ningún sentido. Pero todo eso que
hacemos o estudiamos posee un origen, una genealogía: es el producto de múltiples procesos, por lo
general, desconocidos por nosotros. Si tal o cual filósofo, científico o artista no hubieran existido, no
estaríamos estudiando su obra. Esto es cierto; sin embargo, careceríamos de algunos descubrimientos o
ideas que hacen nuestra vida más confortable o interesante. Y además, probablemente, estaríamos
estudiando otra cosa o educándonos de otra manera.
La educación es un fenómeno necesario e inherente a toda sociedad humana para la supervivencia
de todo orden social. Sin educación, cada individuo, cada familia o cada grupo social tendría que
reconstruir por sí solo el patrimonio de toda la humanidad: volver a descubrir el fuego, inventar signos
para la escritura, reconstruir la fórmula para elaborar el papel, reconquistar los saberes para edificar una
casa o para curar ciertas enfermedades. Hacer esto, en lo que dura una sola vida, es materialmente
imposible.
Si bien, por razones éticas, no se realizan experimentos sobre los efectos de la carencia de
educación en un individuo, a lo largo de la historia, entre los siglos XIV y XIX, se conocieron más de
cincuenta casos de niños que vivían completamente aislados de la sociedad, niños abandonados en
selvas que lograron sobrevivir a las inclemencias de la naturaleza, llamados niños lobos. A partir de
ellos, fue posible observar algunas consecuencias de la falta de educación.
Por ejemplo, en 1799, en los bosques del sur de Francia, a orillas del río Aude, se encontró a un niño
de 11 ó 12 años completamente desnudo, que buscaba raíces para alimentarse. Tres cazadores lo
atraparon en el momento en que se trepaba a un árbol para escapar de sus captores. Este niño fue
llevado a un hogar, al cuidado de una viuda. Se escapó, fue recapturado y conducido a París, a la
Escuela Central del Departamento de l’Aveyron para ser estudiado; por eso, se lo conoce como el
salvaje de Aveyron. Los primeros informes indicaban que este niño se encontraba en un estado muy
inferior al de algunos de los animales domésticos de la época. El médico francés, Jean Marc Garpard
Itard, realizó el siguiente diagnóstico:
Sus ojos sin fijeza, sin expresión, erraban vagamente de un objeto a otro sin detenerse
nunca en ninguno, tan poco instruidos por otra parte, y tan poco ejercitados en el tacto,
que no distinguían un objeto en relieve de un cuerpo dibujado; el órgano del oído,
insensible a los ruidos más fuertes como a la música más conmovedora; el de la voz,
reducido a un estado completo de mudez y dejando solamente escapar un sonido gutural
y uniforme; el olfato, tan poco cultivado, que recibía con la misma indiferencia el aroma
de los perfumes y la exhalación fétida de los desechos que llenaban su cama; por último,
el órgano del tacto, restringido a las funciones mecánicas de la aprehensión de los
cuerpos (Merani, 1972: 94).
En un principio, quienes lo investigaban creyeron que este niño, abandonado en el bosque por sus
padres, era sordomudo y sufría de idiocia. Durante un tiempo, fue tratado como a un incurable. No
obstante, Itard reconoció que el problema de este niño era de educación, en la medida en que había sido
privado, desde su infancia, de cualquier contacto con los individuos de su especie. A partir de este nuevo
diagnóstico, Itard comenzó a trabajar con el niño y llegó a una serie de conclusiones, aquí transcribimos
dos de ellas:
· (…) el hombre es inferior a un gran número de animales en el puro estado de la
naturaleza, estado de nulidad y de barbarie que, sin fundamentos, se ha revestido con los
7. colores más seductores; estado en el cual el individuo, privado de las facultades
características de su especie, arrastra miserablemente, su inteligencia, como sin
afecciones, una vida precaria y reducida a las solas funciones de la animalidad.
· (…) esta superioridad moral, que se dice es natural del hombre, sólo es el resultado de la
civilización que lo eleva por encima de los demás animales con un gran y poderoso móvil.
Este móvil es la sensibilidad predominante de su especie (Merani, 1972: 139).
Las reflexiones de Itard muestran que el ser humano no posee una genética que lo diferencie del
resto del mundo animal. De hecho, el ser humano, alejado de la influencia de sus congéneres, vive muy
cercanamente al mundo animal. Los niños lobos no sabían hablar, apenas emitían algún sonido, pues el
lenguaje, es decir, el reconocimiento verbal de los objetos culturales, es una construcción
histórico-social. El lenguaje es histórico, porque se hace, se mejora, se perfecciona y cambia a lo largo
del tiempo, y a través de generaciones y generaciones de seres humanos que se suceden. Es social,
porque sólo de construye en el contacto con otras personas.
Es posible afirmar, entonces, que la educación es un fenómeno necesario y que posibilita tanto el
crecimiento individual, como la reproducción social y cultural. Si bien la educación no es el único proceso
que permite la supervivencia en los seres humanos, es uno de los más importantes. Lo que caracteriza a
la especie humana se basa en su aprendizaje social, y no en la transmisión genética, la que sí ocupa un
lugar destacado en el mundo animal.
b) La educación como aspiración y perfeccionamiento.
La educación es, en efecto, una necesidad y una realidad, para la vida individual y social, pero es
también algo más. En el fondo de todo ser humano -niño, hombre, mujer- existe una tendencia al
desarrollo y perfeccionamiento. Así vemos cómo casi todo el mundo aspira a cultivar y mejorar sus
gustos, sus sentimientos, a ampliar sus conocimientos; cómo todos queremos hacer cada vez mejor
nuestro trabajo, cómo tratamos de elevarnos de la situación en que hemos nacido o vivido. Para ellos
realizamos toda clase de esfuerzos, aprendiendo un oficio, siguiendo una carrera, asistiendo a cursos y
conferencias, adquiriendo libros y revistas, en suma, perfeccionando nuestra vida espiritual. Esta
tendencia a la elevación y al perfeccionamiento es uno de los móviles más importantes que hacen
posible la mejora del individuo y el progreso de la humanidad, y constituye también una forma de
educación.
En todos estos casos y otros muchos más se percibe en el ser humano un impulso o tendencia a la
mejora y elevación espiritual, y en todos o en casi todos ellos se trata en el fondo de una autoeducación
o educación realizada por uno mismo. Esta aspiración a la educación propia no es diferente de la
educación dada por los demás, sino que constituye más bien su complemento, o mejor su condición
necesaria, pues en último término toda educación no es más que una autoeducación. Los demás nos
ayudan a educarnos, pero nuestra educación tenemos que realizarla nosotros mismos. Sin esta
tendencia a la propia elevación y mejora no habría, pues, educación ni perfeccionamiento humanos.
La educación es una modificación del hombre. Ahora bien, no tendría sentido que habláramos de
modificación del hombre si esta trasformación no significara, de alguna manera, un mejoramiento, un
desenvolvimiento de las posibilidades del ser o un acercamiento del hombre a lo que constituye su
propia finalidad. Es decir, esta modificación no tendría sentido si no fuera un perfeccionamiento, un
camino hacia la perfección.
La educación es acción y es efecto. Pero, los efectos de toda acción se manifiestan en la aparición de
nuevos seres o nuevas formas. La educación no crea nuevos seres; actúa sobre un ser que ya existe
con anterioridad al proceso educativo; actúa sobre el hombre. Por consiguiente, los efectos del proceso
8. educativo no están en la aparición de nuevos seres, sino que están en la aparición de nuevas formas, de
nuevos modos de ser en el hombre. Pero si el hombre es susceptible de adquirir nuevas formas, lo debe
a que es un ser finito, una realidad incompleta; las nuevas formas que adquieren en virtud de la
educación van colmando el vacío de su finitud, van completando sus posibilidades de ser, es decir, van
perfeccionándose. Vemos aquí que en definitiva toda educación es una perfección.
c) La educación como posibilidad: la educabilidad.
¿Se puede educar? La respuesta a este interrogante constituye el fundamento de toda acción
educativa. A este respecto decía Herbart: “El concepto fundamental de la pedagogía es la educabilidad
del alumno”.
¿Qué se entiende por educabilidad? Ella puede ser definida como la plasticidad o ductilidad del
individuo para moldearse y transformarse por la influencia de múltiplos estímulos educativos. O sea, en
otros términos, educabilidad es la capacidad que posee el ser humano para formarse a través de
sucesivos esfuerzos educativos.
¿Todos los pensadores han estado de acuerdo en proclamar la eficacia (efectividad y posibilidad) de
la educación? A este respecto, la historia de la pedagogía nos muestra dos teorías contradictorias: la
optimista o dogmática, que admite la posibilidad ilimitada de la educación y, la escéptica o pesimista, que
niega rotundamente a la acción educadora toda influencia decisiva sobre el individuo.
La teoría optimista o dogmática considera que la educación es omnipotente. El hombre no es sino la
que de él hace la educación. “El noventa por ciento de los hombres (dice Locke) son buenos o malos,
útiles o nocivos a la sociedad, según la instrucción que hayan recibido; la gran diferencia existente entre
ellos depende de su educación”. Esta concepción se basa en una teoría psicológica según la cual el
alma humana es originariamente como una hoja en blanco; no hay nada escrito ni preformado en ella.
Según esta doctrina, desarrollada en amplitud por Locke, el espíritu es como una tabla rasa que se va
construyendo poco a poco mediante un proceso complejo de combinación de las representaciones del
mundo exterior que surgen de las sensaciones. Toda la estructura de la vida anímica, todo lo que en ella
se da posteriormente, tiene su origen, pues, en las sensaciones (sentidos). La educación, como proceso
de elaboración y multiplicación de representaciones, es, en esta teoría, la que decide el destino del
hombre.
La teoría opuesta, la escéptica o pesimista, parte del supuesto de que el carácter es congénito, es
decir, se desarrolla con o a pesar de la acción educativa. La estructura anímica es considerada como un
todo orgánico, pleno de contenido, que se desarrolla desde adentro. Entre los propulsores de esta teoría,
se destaca Schopenhauer, quien sostiene que el hombre viene al mundo con un destino trazado. Cree
Schopenhauer que la herencia es algo todopoderoso que marca en forma inexorable la naturaleza de
cada individuo y determina con antelación su ley de conducta. El carácter es, pues, algo innato e
inmutable; nada puede modificarlo. El egoísta se guiará siempre movido por su interés personal; el
malvado seguirá siéndolo pese a toda influencia exterior. Es inútil, por consiguiente, influir positivamente
sobre él. Cualquiera sea el tipo de educación que se imparta, ésta no transformará la naturaleza
espiritual del hombre; a lo sumo podrá lograr que adquiera un barniz que oculte sus vicios y defectos
pero, en su esencia, íntimamente, continuará igual.
Estas dos posiciones son extremas y exageradas. Ninguna de ellas encierra toda la verdad. No
podemos decir que sólo somos producto de la influencia externa que recibimos de los demás o que sólo
somos resultado de lo que heredamos. Existe otro componente muy importante que es el contexto social
e histórico en el que nos toca vivir. Una teoría de la educabilidad sólo puede referirse al ser humano
como realidad histórica concreta y dentro de un contexto sociocultural. Por lo tanto, la educabilidad,
como categoría humana, está siempre condicionada por una determinada situación concreta histórica.
9. Posibilidad y Límites de la educación.
La pregunta sobre la posibilidad de la educación es, al mismo tiempo, pregunta sobre los alcances de
esa posibilidad. ¿La educación lo puede todo? Por su intermedio ¿puede hacerse del individuo lo que de
él se desee? O, por el contrario, ¿la educación no puede nada? Nuestra respuesta ya ha sido dada al
buscar el equilibrio de una concepción autónoma con la heterónoma de la educación, pero es necesario
indicar aquí que el problema de la posibilidad educativa no puede resolverse si no es con una clara
conciencia de los límites del poder educativo. El problema de la posibilidad se complementa y remata en
el planteo de los límites de la educación.
Pigmalión es una obra de la literatura anglosajona escrita por George Bernard Shaw y fue llevada al
cine con el título de Mi bella dama. Su trama cuenta la historia de Elisa Doolittle, una muchacha de los
barrios bajos, por la que ciertos caballeros hacen una apuesta. Unos dicen que una buena educación
podría cambiarle la tosquedad de sus modales y de su habla, pues creen que una buena educación
podría volverla más culta. Otros sostienen que esto es una empresa imposible, pues, para ellos, la falta
de cultura y la tosquedad de los modales dependen de la naturaleza propia de la protagonista; y ninguna
educación podría modificar esa condición. Estos hombres creen en las palabras de aquel refrán: “lo que
natura no da, Salamanca no presta”.
Tanto la obra teatral como la película se desarrollan en torno a este problema: la educación, ¿es una
variable que depende fuertemente de las condiciones genéticas o de la clase? ¿puede una buena
educación, a partir del trabajo y del esfuerzo, convertir al bárbaro en civilizado, al ignorante en sabio? El
texto y el film concluyen que el hombre no está determinado por su herencia genética ni por su origen
social. Una buena educación puede lograr, en los seres humanos, los cambios más insospechados.
Pigmalión y Mi bella dama constituyen una versión artística de la problemática que se planteó el doctor
Itard respecto del niño salvaje de Aveyron.
Más allá de la anécdota de Elisa Doolittle, la pregunta de cómo influye la naturaleza o el medio social
y cultural en los procesos educativos desveló a muchos educadores. ¿Es la educación un proceso que
convierte en acto las potencialidades no desarrolladas de los seres humanos? ¿Existen las vocaciones
innatas? La educación, ¿sólo tiene a su cargo guiar el desarrollo de las potencialidades genéticas o, por
el contrario, es el ser humano un producto de su ambiente? Lo que un hombre llega a ser, ¿está
determinado por su medio social y cultural?
¿Cuál de estas dos posturas es la más aceptada? ¿Qué se privilegia en la conformación del ser
humano: lo hereditario o lo adquirido? ¿Se trata de desarrollar lo que el hombre trae en potencia desde
su nacimiento, o el hombre es una tabla rasa? ¿Cuál es la proporción, en la importancia, de lo innato y
de lo adquirido: 50 y 50; 30 y 70; 100 y 0?
Aquí creemos que cada una de estas dos posturas resulta un poco radicalizada. Por un lado, sería
necio negar que existen ciertas condiciones materiales, genéticas y congénitas que le permiten al
hombre aprender. Estas condiciones impuestas por el equipo material le ofrecen al hombre ciertas
posibilidades y ciertos límites en el proceso educativo. Sin embargo, no predicen una única dirección en
el crecimiento del ser humano. A partir de esos límites, las personas no están predeterminadas, sino que
pueden construir en muchas direcciones. Las restricciones que le impone al ser humano su equipo
corporal son mínimas en relación con las posibilidades que se le ofrecen: una gran amplitud en el
direccionamiento del proceso educativo y una libertad que es más amplia que el concepto de
potencialidad, uno de los más usados por los partidarios de la primera postura analizada en este
apartado.
La potencialidad presupone una dirección prefijada, pues la única libertad consiste en convertir en
acto lo que está en potencia. Por el contrario, el concepto de condiciones, si bien restringe un poco el
universo de posibilidades educativas, no implica una dirección única, sino que ofrece varias direcciones
posibles. El uso del concepto de potencialidad ha llevado, en algunos casos, a generar situaciones
10. discriminatorias que valoran una única direccionalidad en el ser humano y que niegan la diversidad.
Sobre la base del concepto de potencialidad, se escucha, en el hablar cotidiano, frases como “el chico se
desvío” o “el chico se corrió del camino recto”.
Ahora bien, por otro lado, el hombre, además de su equipo corporal de condiciones materiales,
genéticas y congénitas, cuenta con un equipo extracorporal. Son herramientas, socialmente construidas,
que le permiten adaptarse a una gran diversidad de ambientes. Ellas pueden ser materiales (como las
armas para cazar, los utensilios de cocina, la vestimenta, etc.) o simbólicas (como el lenguaje).
El lenguaje es una herramienta socialmente construida. En efecto, el lenguaje se adquiere en el
medio social. Apenas nacidos, el hombre y la mujer no saben usar ni su equipo corporal ni su equipo
extracorporal. Son los otros miembros de la sociedad quienes les enseñan a emplear esos equipos de
acuerdo con la experiencia acumulada por esa sociedad. La sociedad en que cada ser humano nace le
impone una serie de condiciones sociales y, asimismo, le ofrece una serie de posibilidades. Estas
condiciones y posibilidades funcionan como el cauce fluvial, es decir, permiten el flujo del agua en ciertas
direcciones pero, lo impide en otras. Sólo a partir del concepto de condiciones, es posible comprender
que el ser humano tiene márgenes de libertad para educarse, para pensar y para actuar.
d) La educación como derecho: legitimidad de la educación.
Las cuestiones de la posibilidad y de la legitimidad de la educación son, para Wyneken, las dos
“esfinges” que custodian la entrada de la filosofía de la educación. El citado autor expresa que “uno de
los problemas es, en efecto, de un género científico-intelectual, y el otro ético-práctico; el primero es
¿se puede educar? (o, ¿cuánto es posible educar?), y el segundo, ¿se debe educar (o, ¿es lícita la
educación?)”.
La legitimidad de la educación supone la dilucidación previa de la posibilidad educativa, pues antes
de determinar si tengo derecho, es necesario saber si puedo educar. Pero ambas cuestiones no tienen la
misma antigüedad en la teoría pedagógica. El problema de la posibilidad está implícito en el concepto
mismo de la educación intencional; por el contrario, el de la legitimidad es muy nuevo. No sólo porque
recién en la época contemporánea se ha tomado el tema pedagógico en la totalidad de sus aspectos y
consecuencias, sino porque la misma organización social de nuestros días exige el planteo de la
cuestión. Al resquebrajarse la autoridad externa, en beneficio de otro tipo de autoridad, es inevitable caer
en el problema. Antes no, porque el autoritarismo y el capricho individual que fundamentaban la acción
del maestro y su soberanía dentro del proceso pedagógico, hacían innecesaria la pregunta sobre el
derecho y el deber de educar.
La cuestión del derecho a educar -”caso de conciencia para el educador”, opina el mismo Wyneken-
ha sido planteada de diversas maneras. Nos parece correcta la empleada por Mantovani (“¿de dónde
extrae la generación formada el derecho a ejercer influencias sobre la generación en formación?”)
porque ubica el problema en el terreno social además del individual. Con este criterio, reducir la cuestión
a la fórmula “¿debo educar?” sería nada más que contemplar uno de sus aspectos: el que se conecta
con el sentimiento ético del educador. El deber de educar tiene que ver con la estructura íntima de quien
se propone hacerlo y obedece a sus propios imperativos. Encuadrándola en lo social, la legitimidad
educativa tiene alcances más amplios que llegan hasta lo jurídico, donde el problema del deber se
convierte en el del derecho a educar.
Por lo dicho se ve que el derecho a educar requiere un serio análisis de los elementos individuales y
sociales, morales y jurídicos, científicos y prácticos que lo fundamentan. Porque, estrictamente hablando,
la educación implica un acto de violencia por el cual se interfiere en el desarrollo de otro ser. De ahí otra
manera del planteo: “¿qué justifica la violencia inherente a toda educación?” (Cohn). La respuesta no
puede darse si no se esboza otro problema preliminar de la pedagogía: el derecho a recibir educación.
11. El derecho a la educación se inscribe en el marco de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales, así como de los principios y metas planteados por las principales cumbres y
convenciones internacionales. Prescribe que todos los niños y niñas tienen derecho a la educación libre,
gratuita y de calidad adecuada, y que los Estados son responsables de garantizarlo a lo largo de todas
las etapas de la vida de los niños y niñas, en sus distintas expresiones: derecho a la escolarización, a
una educación de calidad y a un trato justo en las escuelas.
El pleno derecho a la educación de calidad y pertinencia es condición esencial para superar la
pobreza y avanzar hacia una mayor igualdad de oportunidades. El aumento de los niveles
educacionales, en especial entre los grupos más pobres, así como la disminución en brechas de género,
incrementarían la movilidad social y elevarían los retornos del trabajo y la calidad misma de los recursos
humanos. A la vez que permitirían democratizar el acceso pleno a la ciudadanía.
La educación, entonces, es una herramienta esencial para el desarrollo de las personas, tanto en el
aspecto individual como en el social. Las personas que no reciben educación pierden la posibilidad de
insertarse en la sociedad y de participar activamente. En la actualidad, cada vez se requiere mayor
preparación para acceder a un puesto de trabajo. Por este motivo, la educación, además de un derecho,
se convierte en un instrumento de inserción social porque puede permitir a los sectores más
desfavorecidos salir de su situación de pobreza. Por eso, la violación del derecho a la educación trae
consigo la violación de muchos otros derechos. Los niños que no van a la escuela, por ejemplo, son
vulnerables a convertirse en víctimas del trabajo forzoso y de otras formas de explotación.
El derecho internacional de los derechos humanos entiende que la educación debe orientarse a 3
propósitos principales:
El desarrollo del sentido de la dignidad de la personalidad humana.
La capacitación para participar efectivamente en una sociedad libre.
El favorecimiento de la comprensión entre todos los grupos étnicos y religiosos y entre las
naciones.
6. ¿PARA QUE SE EDUCA?
Ahora bien, la educación sola tampoco alcanza. Una sociedad y sus miembros, para su
supervivencia, necesitan de tres tipos de reproducción:
a) La reproducción biológica. Una sociedad crece cuando la cantidad de nacimientos es mayor
que el número de muertes, y decrece cuando se produce el fenómeno inverso. Con una muy
baja cantidad de nacimientos, una sociedad tiende a desaparecer.
b) La reproducción económica. Para subsistir en el tiempo, una sociedad necesita producir, al
menos, lo que consumen sus miembros en alimentación, vestimenta y vivienda.
c) La reproducción del orden social o cultural. Esta depende de la cantidad de producción y de la
forma de distribución de los saberes adquiridos. La educación es el fenómeno por el cual se
transmiten aquellos saberes considerados socialmente valiosos a los nuevos miembros de esa
sociedad que aún no los han obtenido.
Cuando las prácticas educacionales tienden a conservar un orden social establecido (conocido como
statu quo), estamos ante fenómenos educativos que favorecen la reproducción. En la familia, se puede
encontrar esta situación cuando sus prácticas educacionales incentivan que el hijo estudie o trabaje en la
misma profesión que el padre, o incluso, que ambos trabajen juntos, que escuchen la misma música, que
vivan en el mismo barrio, que tengan una vestimenta similar y conductas sociales parecidas.
Sin embargo, la enseñanza y el aprendizaje social en sus distintas formas no son meramente
reproductivos. A diferencia de lo que acontece con la conducta y con el aprendizaje instintivo de los
animales, no hay en el hombre posibilidad de una reproducción pura, total o completa. En primer lugar,
12. porque las condiciones de vida cambian constantemente y exigen nuevas habilidades de adaptación:
vivir en diversos climas, en variadas regiones geográficas, en desiguales ambientes sociales e históricos.
Para ello, las personas se adaptan y actúan de distintas maneras, generan conductas específicas para
cada caso. En segundo lugar, la comunicación social es, en esencia, inestable. Los mensajes que se
envían de una generación a otra, de miembros de un grupo social a otro, de un individuo a otro están
sometidos a la distorsión y a la interferencia comunicativa. Es imposible que un hijo repita todo lo que
hace su padre, aun cuando mantenga la profesión o carrera de este último. Ciertas formas de conducta
serán diferentes, porque habrán variado algunas condiciones histórico-sociales (por ejemplo, ciertas
leyes). Además, existen distorsiones en la comunicación, que transforman los mensajes del progenitor a
su hijo. Esas distorsiones son involuntarias en ciertos aspectos, y voluntarias en otros. Por una parte, se
produce una distorsión inherente a la transmisión de un sujeto a otro: un mensaje, a medida que pasa de
boca en boca, cambia su significado. Por otra parte, hay una distorsión voluntaria, que depende del
consenso que suscite el mensaje. Puede ocurrir que quien lo envía le haga cambios, porque, por
ejemplo, no está de acuerdo con el mensaje original. También puede suceder que quien lo reciba lo
altere por otras tantas razones. La generación de nuevas conductas y de nuevos saberes tiene varios
orígenes: la imposibilidad de una reproducción total por la propia naturaleza del aprendizaje social; los
deseos de introducir innovaciones; las variaciones en las condiciones sociales, históricas, geográficas,
etc., que favorecen la producción de nuevas prácticas.
Cuando las prácticas educacionales tienden a transformar el orden establecido y a crear un nuevo
orden, estamos ante prácticas educativas productivas. En una familia, las prácticas educativas son de
este modo cuando favorecen, voluntariamente o no, que los hijos actúen de una manera autónoma, sin
repetir las conductas de los padres.
7. TIPOS DE EDUCACION.
Existen dos grandes formas en que se realiza la educación: sistemática y asistemática. Para hablar
de educación sistemática primero, debemos definir qué se entiende por sistema. Éste es un conjunto
ordenado de cosas o ideas, que tienen relación entre sí y que contribuyen a un fin. Esto quiere decir que
en todo sistema (estructural o funcionalmente) sus diversos componentes se articulan de manera
interdependiente, con vistas al logro de un fin determinado. De esta manera, en todo sistema, lo que
realizan o les sucede a las partes influye sobre las otras y repercute en el todo pero, la armonía del
conjunto debe quedar a salvo o el sistema perece o se destruye. En su funcionamiento los sistemas se
ajustan a leyes o normas que les confiere cierta unidad de procesamientos y posibilita la regulación de
las acciones, encauzándolas para el logro de las finalidades. En consecuencia, un sistema educativo es
un conjunto de elementos interdependientes (sean personas, elementos materiales y simbólicos) que
interactúan para el logro de fines y objetivos educacionales señalados por un determinado sistema legal.
7.1. En síntesis, la educación sistemática es toda acción planificada, reglada y graduada y,
encontramos dos maneras de realizarla:
a) La Educación Formal; es la impartida por las instituciones que dependen de los organismos
oficiales (ministerios y secretarias de educación) de gestión pública o privada, tanto a nivel
nacional como provincial y municipal. Esta enseñanza es organizada, planificada, llevada a cabo
por personal especializado y evaluada por autoridades oficiales. Es decir, es la que se realiza en
la escuela (Educación Inicial, Primaria, Secundaria y Superior).
b) La Educación No Formal; es la que se realiza fuera de la escuela y engloba situaciones
muy heterogéneas. Es el resultado de la participación del individuo dentro de determinadas
instituciones (empresas, sindicatos, clubes, etc.) en un espacio propicio para la democratización
13. educativa. Entre otras podemos citar: los cursos de formación o perfeccionamiento profesional,
la educación a distancia (empleando los medios masivos de comunicación e Internet), los cursos
de enseñanza programada mediante libros y guías, los cursos de educación sanitaria, los cursos
de enseñanza de diferentes oficios, etc. En Rafaela existe una Escuela No Formal N° 5 y otros
tantos cursos de capacitación en los que se planifica y organiza la enseñanza y se recibe una
certificación una vez sean terminados.
7.2. Dentro de la educación asistemática podemos encontrar la denominada Educación Informal.
Es el producto de las relaciones del individuo con sus familiares, amigos, vecinos, compañeros
de trabajo o de estudio, etc., que tienen una gran influencia durante toda la vida de un sujeto. Es
una educación natural, espontánea, ocasional y de acuerdo a la circunstancias de cada
momento. Es decir, no está planificada ni organizada ni evaluada de manera rigurosa y
científica como la educación sistemática. Son ejemplo de ella: la práctica de actividades
deportivas y artesanales, la concurrencia a conferencias y a diversos espectáculos, la lectura
personal, etc.
La Educación Sistemática y la Asistemática (No Sistemática) deben complementarse, no excluirse.
Por ello, una de las funciones de la escuela es modificar o enriquecer las influencias que reciben los
educandos de su medio ambiente. La familia, por su parte, sigue siendo el principal agente educador y,
debe colaborar con las acciones realizadas desde la escuela. Otros agentes importantes, en la
actualidad, son los medios masivos de comunicación e Internet, la escuela no debe oponerse no
prescindir de ellos sino que, debe formar un alumno que emplee de manera crítica y reflexiva las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación.
8. BIBLIOGRAFIA.
BALLESTEROS, Juan Carlos (1987).Introducción al saber pedagógico. Buenos Aires.
ITINERARIUM.
GVIRTZ, S.; GRINBERG, S. y ABREGU, V. (2007). La educación ayer, hoy y mañana: el
ABC de la pedagogía. Buenos Aires, AIQUE.
MANGANIELLO, Ethel (1984) Introducción a las Ciencias de la Educación. Buenos Aires.
Librería del Colegio.
TEDESCO, Juan Carlos (1987). Conceptos de sociología de la educación. Buenos Aires.
CE.A.L.