La transfusión en la anemia aguda se basa en la concentración de hemoglobina, la cantidad de pérdida de sangre y la condición clínica del paciente. Generalmente no se requiere transfusión con una pérdida menor al 15% del volumen sanguíneo, pero sí entre el 15-30% si hay anemia previa, enfermedad cardíaca o pulmonar. La decisión de transfusión depende del estado clínico del paciente y no solo del resultado de hemoglobina.