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ÍNDICE
1. Caso clínico …………………………………………………………………………………………………….. 3
2. ¿Qué es la HTA? ……………………………………………………………….……………………………… 3
3. Epidemiología de la HTA …..………………………………………..…….…………………………….. 3
4. ¿Qué es la crisis hipertensiva? Tipos ……………………….……….……………………………… 4
5. Diagnóstico de la crisis hipertensiva ……………………………...……………………..………… 5
6. Tratamiento de la urgencia hipertensiva ……………………………………………………….... 6
7. Tratamiento de la emergencia hipertensiva …………………………………………………….. 6
8. Manejo de la HTA en situaciones especiales ………………………………….………………… 7
9. Resumen del tratamiento antiHTA en situaciones especiales …………………………… 10
10. Contraindicaciones del tratamiento antihipertensivo ……….……………………………… 11
11. Consideraciones al alta de Urgencias …………………………………….………………………… 11
12. Ideas clave ……………………………………………………………………….……………………………… 12
13. Bibliografía ………………………………………………..…………………….……………………………… 13
3. 3
CRISIS HIPERTENSIVA Y SU MANEJO EN URGENCIAS
1. Caso clínico
En nuestra guardia del HUMS nos trían…
Paciente: Juan, un hombre de 57 años de edad.
Antecedentes: HTA controlada con enalapril durante los últimos 5 años. DM2 tratada con
metformina. Sobrepeso. Mal cumplidor de dieta y ejercicio.
Juan llega a la sala de urgencias del hospital con síntomas que incluyen dolor de cabeza
intenso, mareos, palpitaciones y visión borrosa. Estos síntomas comenzaron hace unas 3 horas
y han empeorado progresivamente.
Al evaluar a Juan, muestra una TA de 220/130 mm Hg y taquicardia a 110 latidos por minuto.
Presenta sudoración profusa y un aspecto angustiado. La exploración física no revela déficits
neurológicos focales. Se realiza AS para evaluar la función renal, los niveles de potasio y
glucosa en sangre, así como un electrocardiograma (ECG) para evaluar la función cardíaca. Los
resultados muestran una ligera elevación de creatinina sérica, hipopotasemia y un ECG con
cambios no específicos. Se realiza un fondo de ojo sin alteraciones.
2. ¿Qué es la hipertensión arterial?
Se define cómo hipertensión arterial (HTA) al aumento de la presión arterial sistólica (PAS) por
encima de 140 mmHg y/o de la diastólica (PAD) por encima de 90 mmHg. En la práctica clínica
distinguimos varios grados de HTA, los cuales se pueden observar en la Tabla I.
Es importante destacar que la hipertensión es una afección crónica que a menudo no causa
síntomas evidentes. Por lo tanto, es fundamental realizar controles regulares ya que esta
patología es un gran factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares,
accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y arteriopatía periférica.
3. Epidemiología de la hipertensión arterial
La prevalencia de la hipertensión arterial se modifica dependiendo de la geografía, el grupo
de edad, los factores de riesgo que presentan los pacientes y factores demográficos. Así, la
prevalencia mundial de la HTA es muy elevada, afectando a más de mil millones de personas
en el mundo. Tanto es así que representa una de las enfermedades crónicas más frecuentes,
siendo 1 de cada 5 adultos los afectados por esta patología. En Europa la prevalencia de HTA
oscila entre el 30% y el 45%.
4. 4
El porcentaje de hipertensos aumenta con la edad y afecta del mismo modo a hombres y
mujeres. Sin embargo, el consumo excesivo de alcohol, el aporte excesivo de sodio en la dieta,
la obesidad, la inactividad física y la predisposición genética son grandes factores de riesgo
para su desarrollo.
4. ¿Qué es la crisis hipertensiva?
Una crisis hipertensiva se define como la situación clínica en la cual el paciente presenta una
elevación de la presión arterial de forma aguda. Esta elevación debe ser superior a 180 mmHg
en PAS y 120 mmHg en PAD. La presencia o no de lesión en órganos diana, como son el
corazón, el cerebro o los riñones determinará el tipo de crisis hipertensiva a la que nos
enfrentamos más que el valor absoluto de la presión arterial.
4.1. Tipos de crisis hipertensiva
Urgencia hipertensiva:
Se define como urgencia hipertensiva a aquella elevación de la presión arterial de forma aguda
que no presenta asociada lesión en órganos diana y que puede cursar con clínica inespecífica
o incluso de forma asintomática. No se trata de una emergencia médica, por tanto, deberá
corregirse de forma gradual, siendo de elección la vía oral para la administración
farmacológica. El cuadro debe revertirse en unas 24-48 horas.
Emergencia hipertensiva:
Se define como emergencia hipertensiva a aquella elevación de la PAS>180 mmHg o de la PAD
> 120 mmHg de forma aguda que asocia lesión aguda o progresiva de órganos diana. Estas
lesiones pueden ser irreversibles y presentan un mal pronóstico vital para el paciente. Se trata
de una emergencia médica y, por tanto, debe corregirse de forma inmediata, aunque
controlando la reducción de la presión arterial de forma que se consigan niveles adecuados
de PAS y PAD en menos de una hora. Este tipo de crisis hipertensiva requiere tratamiento por
vía parenteral.
La clínica de las emergencias hipertensivas es muy variopinta dado que la afectación orgánica
puede ser múltiple. Podemos encontrar clínica de encefalopatía hipertensiva, accidente
cerebrovascular, infarto tromboembólico, hemorragia intracraneal y subaracnoidea,
insuficiencia cardiaca congestiva y edema agudo de pulmón, cardiopatía isquémica, disección
aortica aguda, HTA acelerada- maligna, deterioro de la función rena, y todas las
complicaciones que cada una de estas patologías conlleva.
Pseudocrisis hipertensiva:
Se define como pseudocrisis hipertensiva a aquella elevación de la PA en ausencia de síntomas
o de daño en órganos diana y que es secundaria a una causa desencadenante tratable, como
puede ser la ansiedad, el dolor, la retención urinaria, la hipoxia tisular, insomnio,
postoperatorios, etc.
5. 5
5. Diagnóstico de la crisis hipertensiva
En la evaluación inicial de un paciente con sospecha de hipertensión arterial (HTA), se procede
a una serie de pasos esenciales. En primer lugar, se busca la confirmación del diagnóstico de
HTA a través de múltiples mediciones de presión arterial. A su vez, se busca detectar posibles
daños en órganos vitales y explorar las posibles causas secundarias de la hipertensión.
También, se evalúa el riesgo cardiovascular total (RCV).
Las causas secundarias de HTA representan alrededor del 5-20% de los casos y deben
sospecharse en situaciones particulares. Esto incluye la HTA que se manifiesta de forma
abrupta, cifras de presión arterial superiores a 180/110 mm Hg, inicio de la hipertensión a una
edad temprana (menores de 30 años) o en etapas avanzadas de la vida (mayores de 50 años),
antecedentes familiares de enfermedades renales, y signos sugestivos durante la exploración
física del paciente.
5.1. Anamnesis
En la historia clínica de un paciente que acude a urgencias con una sospecha de crisis
hipertensiva debemos tener en cuenta ciertas preguntas esenciales que debemos realizar.
Dentro de los puntos a tener a tratar hay que prestar especial atención en los siguientes: si el
paciente presenta un diagnóstico previo de HTA, el tiempo de evolución de la HTA, el grado
de control de la PA y la presencia de lesiones previas en órganos diana; el tratamiento en el
momento actual ya que fármacos como los antihipertensivos, los anticonceptivos orales, los
gluco y mineralcorticoides, los AINES, la eritropoyetina o los vasoconstrictores nasales pueden
producir modificaciones tensionales; las transgresiones dietéticas, como por ejemplo el
exceso de sal en la dieta; el consumo de tóxicos, como la cocaína o las anfetaminas; el daño
agudo en órganos diana como pueden ser la aparición de cefaleas, vértigos, náuseas, vómitos,
alteraciones visuales, sensitivas, motoras o del nivel de conciencia, el dolor torácico, la disnea,
la aparición de edemas periféricos, el síncope o las palpitaciones, la poliuria, la nicturia, etc.
5.2. Exploración física
A la hora de explorar a un paciente sospechoso de estar sufriendo una crisis hipertensiva
tenemos que observar el estado general y la perfusión periférica, la presencia de soplos
carotídeos o cardiacos ya que, por ejemplo, puede existir un soplo de insuficiencia aortica en
casos de disección o rotura aortica aguda, la presencia de un 3r o 4º tonos y crepitantes
pulmonares. Los pulsos periféricos pueden estar alterados, como es el caso del síndrome
aortico agudo, por lo que será esencial observar su simetría y amplitud. Igualmente es
esencial comprobar la presencia de edemas y la focalidad neurológica aguda ya que pueden
existir alteraciones sensitivas, motoras o del nivel de conciencia. Finalmente, aunque no
menos importante, sería conveniente realizar un examen del fondo de ojo a todo paciente
sugestivo de crisis hipertensiva ya que la presencia de hemorragias y exudados retinianos o
edema de papila definirán la HTA maligna.
5.3. Pruebas complementarias
La gran mayoría de crisis hipertensivas no precisan la realización de pruebas complementarias,
aunque, en el caso de ser necesarias, tendrían que estar encaminadas al diagnóstico y
valoración de la repercusión visceral que conlleva la elevación tensional.
6. 6
En enfermos que presenten una urgencia o emergencia hipertensiva sin previa HTA conocida
será necesario realizar analítica sanguínea con hemograma y bioquímica que nos permita
conocer la glucemia, la urea, creatinina y iones; análisis de orina con iones y sedimento;
electrocardiograma y radiografía de tórax posteroanterior y lateral. Además, existirán pruebas
específicas que en ciertos casos deberán realizarse. En caso de síntomas neurológicos será
necesaria la realización de un TC craneal para descartar ictus. En caso de sospecha de
síndrome aórtico agudo será preciso realizar angioTC aórtico y/o ecocardiograma
transesofágico. En caso de descenso de la función renal será necesaria la ecografía abdominal.
En los casos de pacientes hipertensos ya conocidos que presenten una urgencia hipertensiva
no será necesaria la realización de pruebas complementarias y se optará por derivar el estudio
para realización de forma ambulatoria una vez controlada la PA tras el episodio agudo.
6. Tratamiento de la urgencia hipertensiva
Después de descartar una emergencia hipertensiva, se debe mantener al paciente en reposo
en un lugar tranquilo y considerar la administración de sedación leve si está ansioso o nervioso
(por ejemplo, lorazepam o diazepam). Si la presión arterial sigue elevada después de 30
minutos, se debe comenzar el tratamiento para reducirla. Es importante no reducir la presión
arterial de forma brusca, ya que esto podría causar problemas como isquemia cerebral,
miocárdica o renal, especialmente en personas con hipertensión crónica.
El objetivo es reducir la presión arterial a niveles seguros en un período de 2-3 horas, sin
intentar normalizarla por completo, lo cual debe hacerse de manera gradual en días o
semanas. Se utilizarán medicamentos por vía oral.
Si el paciente ya estaba tomando medicamentos para la presión arterial, se deberá reanudar
su tratamiento si lo había suspendido, aumentar la dosis o agregar otro medicamento por vía
oral. En pacientes sin tratamiento previo, se administrará una dosis oral de uno de varios
medicamentos para reducir la presión arterial, como amlodipino, enalapril, labetalol o
clonidina.
Si se logra reducir la presión arterial a niveles seguros, se remitirá al paciente a un centro de
salud para un seguimiento en las próximas 24 horas, con el objetivo de alcanzar una presión
arterial aún más baja en los días posteriores. Si, a pesar de todas estas medidas (incluyendo
varias dosis de medicamentos orales), la presión arterial sigue siendo alta (por encima de
210/120 mm Hg) en un período de 2-3 horas, se considerará la hospitalización y el inicio de
un tratamiento intravenoso.
7. Tratamiento de la emergencia hipertensiva
La hipertensión con daño orgánico grave requiere ingreso inmediato en unidades
especializadas debido a su potencial amenaza vital y al cambio en el pronóstico a largo plazo.
El tratamiento y la velocidad de reducción de la presión arterial dependen del tipo de daño en
los órganos. Por lo general, se recomienda una reducción del 25% de la presión arterial en las
primeras 1-2 horas, seguida de una disminución más gradual. Sin embargo, el enfoque varía
según el tipo de daño. Para un derrame cerebral, la reducción de la presión arterial debe ser
más cuidadosa, y en casos de disección aórtica o edema agudo de pulmón, se necesita una
7. 7
reducción más agresiva. Se inicia el tratamiento intravenoso para un control preciso de la
presión arterial, seguido de fármacos vía oral. La elección del fármaco depende del tipo de
emergencia hipertensiva y de la experiencia del médico tratante, ya que no existen ensayos
clínicos aleatorizados sobre este tema.
Los fármacos que podemos según la alteración que presenta el paciente se pueden observar
en la siguiente tabla:
8. ¿Cómo manejamos la HTA en situaciones especiales?
Las situaciones que explicaremos son las siguientes:
8.1. Accidente cerebrovascular
La HTA es el mayor factor de riesgo para su desarrollo. Se presenta con focalidad neurológica,
y tras su producción, suele aparecer elevación de la PA. En un paciente que está desarrollando
un ictus, se altera la autorregulación del flujo cerebral alrededor del área lesionada con
vasoespasmo, por lo que la presión arterial es necesaria para mantener el flujo y
disminuciones de la misma pueden empeorar el pronóstico por producir mayor isquemia.
Su tratamiento depende del tipo:
Ictus isquémico: No reducción brusca de la TA, pues puede favorecer el aumento de la
zona de isquemia por hipoperfusión. Así, el objetivo terapéutico consiste en un
descenso de un 10-15 % de la PA en las primeras 24 h en aquellos pacientes que
presentan cifras de PA > 220/120 mmHg (PA > 185/110 mmHg en aquellos pacientes
tratados con fibrinólisis). Se recomienda labetalol (en perfusión continua titulando la
8. 8
dosis, según respuesta de cifras de TA y clínica) o nicardipino si la PAS y PAD son
superiores a 220-120 mmHg respectivamente, y nitroprusiato si la PAD es superior a
140 mmHg.
Hemorragia cerebral: El aumento de la PA puede aumentar el sangrado, y una
reducción excesiva puede producir isquemia. El tratamiento debe realizarse solo si PAS
> 170-180 mmHg, manteniendo la PAS entre 140-170 mmHg, y vigilando activamente
los signos de hipoperfusión cerebral durante el descenso de las cifras de PA. Los
fármacos de primera línea son: labetalol (bolo de 50 mg i.v. directo y repetir cada 5
min hasta una dosis máxima de 200 mg) o nicardipino en perfusión intravenosa. Se
deben evitar los vasodilatarores, pues pueden aumentar la PIC.
8.2. Encefalopatía hipertensiva
Deterioro neurológico agudo o subagudo, caracterizado por cefalea, náuseas y vómitos,
inquietud, confusión, alteraciones visuales y disminución del nivel de consciencia, pudiendo
llevar a convulsiones y coma. Es un diagnóstico de descarte. Suele ser un diagnóstico de
descarte.
El objetivo es la disminución de la PA en un 10-20 % en la primera hora, o TAD 100-110 mmHg
en la primera hora. Posteriormente, se reducirá la PA hasta rango normal en 48-72 horas.
Los agentes de elección son: Labetalol 10-20 mg (3 bolos máximo; si no 100mg en 100 ml de
S. fisiológico a pasar en 30 minutos), antagonistas del calcio (nicardipino 5-15 mg/h i.v hasta
alcanzar la PA objetivo y luego disminuir a 3 mg/h; está contraindicado en estenosis aórtica
grave, angina inestable o infarto agudo de miocardio [IAM] reciente, y hay que tener
precaución si hay insuficiencia cardíaca congestiva [ICC]).
8.3. Insuficiencia cardiaca - Edema agudo de pulmón
Una de las causas de la insuficiencia cardíaca aguda/EAP es una descompensación de cifras de
PA. Se debe sospechar en aquellos pacientes que presentan signos y síntomas compatibles
con ICC en el contexto de cifras elevadas de PA.
Los fármacos de elección en este caso serían los nitratos (sobre todo la perfusión de
nitroglicerina) y los diuréticos de asa (furosemida), ambos por vía intravenosa. Su uso debe
ser en una zona de cuidados agudos, con perfusión continua y titulación de dosis progresiva
hasta lograr corrección de cifras de PA y mejoría clínica.
Si estos no son efectivos se puede emplear nicardipino, urapidilo e incluso nitroprusiato. Los
vasoconstrictores e inotropos negativos deben evitarse. En casos de episodios repetidos de
EAP en el contexto de crisis hipertensivas, se debe descartar estenosis de las arterias renales.
8.4. Síndrome coronario agudo
Se debe sospechar en aquellos pacientes que presenten clínica anginosa y/o cambios
electrocardiográficos en el contexto de cifras elevadas de PA. El objetivo es una reducción
9. 9
gradual hasta conseguir PAD entorno a 100 mmHg, para no disminuir el flujo coronario. Se
recomienda el uso de nitroglicerina o labetalol.
En el síndrome coronario agudo se suelen utilizar los nitratos como vasodilatadores coronarios
y además por su efecto de descenso de resistencias vasculares periféricas. Se puede plantear
el uso adicional de betabloqueantes (labetalol a 15 mg/h hasta 120 mg/h máximo o
metoprolol, por ejemplo) para reducir el consumo de oxígeno por parte del miocardio, reducir
la isquemia coronaria subyacente y mejorar el pronóstico. El uso ha de hacerse en función de
la respuesta clínica y hemodinámica procurando no disminuir la PAS por debajo de 90-100
mmHg.
8.5. Síndrome/ Disección aórtica
Puede manifestarse por dolor lancinante, por focalidad neurológica o por isquemia arterial
aguda en miembros inferiores. El objetivo será conseguir rápidamente una PAS de 100- 120
mmHg, así como la disminución de la frecuencia cardiaca hasta conseguir unos 60 lpm. Este
descenso de la TA ha de hacerse de forma precoz (20 min aproximadamente) para conseguir
cifras de PAS en torno a 100-110 mmHg, para disminuir el riesgo de rotura o progresión de la
disección
El tratamiento de elección son los betabloqueantes intravenosos como labetalol (10 mg/h,
subiendo 10 mg cada 5 min hasta conseguir respuesta), metoprolol y esmolol, junto a
vasodilatadores como nicardipino o nitroprusiato si fuera preciso para lograr el objetivo de
cifras de TA. No se debe emplear nitroprusiato sin haber administrado previamente
betabloqueante.
8.6. Exceso de secreción de catecolaminas
Constituyen un grupo de patologías con hiperactividad del sistema simpático que puede ser
de causa endógena (feocromocitoma, disfunción autonómica) o exógena (ingesta de drogas,
abstinencia de drogas/fármacos).
• Feocromocitoma: la tríada clásica consiste en cefalea, sudoración y taquicardia, aunque la
mayoría de los pacientes no presentan los tres signos de forma simultánea. Otros síntomas
incluyen hipotensión ortostática, miocardiopatía y elevaciones paroxísticas de la PA. El
tratamiento farmacológico consiste en beta- y alfabloqueo. Los fármacos más utilizados son
la doxazosina (alfabloqueante) y el propranolol (betabloqueante). Se debe iniciar antes el
alfabloqueo. El tratamiento definitivo es quirúrgico.
• Ingesta de drogas/fármacos: se da sobre todo en sujetos que ingieren derivados
anfetamínicos o cocaína, aunque se debe tener precaución en los pacientes que tomen
inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) de forma crónica y que consuman alimentos
ricos en tiramina. Los fármacos de elección en nuestro medio para estos pacientes son el
labetalol y el nitroprusiato.
• Abstinencia de fármacos/drogas: se ve en la retirada brusca de clonidina y propranolol,
aunque también se puede dar con otros betabloqueantes. La reinstauración del tratamiento
previo, sobre todo la clonidina, suele revertir el cuadro de forma rápida (en 1 h
10. 10
aproximadamente), aunque algunos betabloqueantes de vida media más larga necesitarán
más tiempo, siendo incluso necesario el uso de otros agentes de vida media más corta.
• Disfunción autonómica grave: puede darse en pacientes con síndrome de Guillain-Barré,
atrofia multisistema o lesiones agudas de la médula espinal. El manejo es similar al de los
procesos anteriores y se pueden utilizar distintos agentes incluidos el labetalol y el
nitroprusiato.
8.7. HTA postquirúrgica
La HTA posquirúrgica es la elevación de la TA de forma significativa en el postoperatorio
inmediato. Suele ser más frecuente en cirugías cardica, de cabeza y cuello, y en neurocirugía,
ydesarrollándose a las 2 horas de la cirugía. Debe tratarse de forma urgente y al menos
durante 6 horas, ya que puede tener importantes consecuencias sobre la salud del paciente.
Su manejo debe individualizarse, dependiendo de la TA basal. Debemos tener en cuenta que
la ansiedad y el dolor que rodean al acto quirúrgico pueden contribuir en estos aumentos e la
TA, por lo que primero debemos tratar estos y después debemos dar tratamiento
antihipertensivo.
Los fármacos antihipertensivos que han demostrado ser beneficios en el manejo de la HTA
postquirúrgica son: Urapidilo, esmolol, labetalol y nicardipino.
8.8. Pre - Eclampsia
Es una complicación obstétrica muy grave, que puede poner en peligro la vida de la madre y
del bebé. Se recomienda tratamiento farmacológico antihipertensivo si cifiras de TA > 150/100
mmHg. Los fármacos de elección son:
Labetalol: En bomba de perfusión continua de 20 mg/h, duplicando cada 30 min hasta
160 mg/h, según respuesta.
Hidralazina: 1 mg/min hasta alcanzar TAD 90-100 mmHg, con dosis de mantenimiento
de 5-10 mg/h.
Contraindicados: IECA y nitroprusiato.
9.Resumen del tratamiento antihipertensivo en situaciones especiales
Ictus isquémico: ↓ 10-15 % de la PA en las primeras 24 h. Labetalol
Ictus hemorrágico: Tratamiento sólo si PAS > 170-180 mmHg. Labetalol
Feocromocitoma: 1º Alfa-bloqueo (doxazosina) + 2º Beta-bloqueo (propanolol)
HTA postquirúrgica: Individualizar y considerar BZD
11. 11
Julián Jiménez A et al. Manual protocolos y actuación en Urgencias. 5ª ed. Toledo: Hospital
Universitario de Toledo; 2021
10. Contraindicaciones de los fármacos antihipertensivos
Aguilar Rodríguez F et al. Manual de Diagnóstico y Terapéutica Médica. 7ª ed. Madrid: Hospital
Universitario 12 de Octubre; 2013
11.Consideraciones al alta de Urgencias
ESENCIALES: Dieta, restricción del consumo de sal y alcohol, control de peso, ejercicio
físico, abstención del consumo de tabaco y otros tóxicos, y adecuada cumplimentación
terapéutica.
Iniciar tratamiento antihipertensivo con fármacos de vida media-larga.
Objetivo de TA < 140/90 mmHg (excepciones: PA diastólica < 85 mmHg en diabéticos,
PA sistólica < 150 mmHg en mayores de 80 años).
Control por Atención Primaria en 2-4 semanas.
12. 12
Derivar a Nefrología o Cardiología, en caso de: insuficiencia renal, repercusión
sistémica importante (retinopatía, miocardiopatía), sospecha de HTA secundaria y
embarazo.
12.Conclusión - Ideas clave
La hipertensión arterial (HTA) se define como una elevación crónica de la presión arterial
sistólica (PAS) por encima de 130 mmHg y/o de la presión arterial diastólica (PAD) por encima
de 90 mmHg. Puede presentar diferentes grados de severidad. La HTA es una condición
crónica que, a menudo, no causa síntomas evidentes, pero representa un importante factor
de riesgo para enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia
renal y arteriopatía periférica.
La prevalencia de la HTA varía según la geografía, el grupo de edad y los factores de riesgo. A
nivel global, afecta a más de mil millones de personas, siendo una de las enfermedades
crónicas más comunes. En Europa, la prevalencia oscila entre el 30% y el 45%. La hipertensión
es más frecuente con la edad y afecta a hombres y mujeres por igual, aunque ciertos factores
como el consumo de alcohol, la dieta rica en sodio, la obesidad, la inactividad física y la
predisposición genética aumentan el riesgo.
Una crisis hipertensiva se define como una elevación aguda de la presión arterial, con valores
superiores a 180 mmHg en PAS o 120 mmHg en PAD. La presencia o ausencia de lesiones en
órganos diana, como el corazón, el cerebro o los riñones, determina el tipo de crisis
hipertensiva. Pueden ser:
Urgencia hipertensiva: Elevación aguda de la presión arterial sin daño en órganos diana, que
se puede presentar de manera asintomática o con síntomas inespecíficos. No es una
emergencia médica y se corrige gradualmente por vía oral en 24-48 horas.
Emergencia hipertensiva: Elevación de la PAS por encima de 180 mmHg o de la PAD por
encima de 120 mmHg con daño agudo o progresivo en órganos diana. Es una emergencia
médica que requiere tratamiento inmediato por vía parenteral.
Pseudocrisis hipertensiva: Elevación de la presión arterial en ausencia de síntomas o daño en
órganos diana, debido a causas desencadenantes tratables, como la ansiedad o el dolor.
El diagnóstico de una crisis hipertensiva se basa en una anamnesis que incluye antecedentes
médicos, síntomas y factores desencadenantes, una exploración física que evalúa signos
vitales y posibles complicaciones, y pruebas complementarias, como análisis de sangre, orina,
electrocardiograma y radiografía de tórax, según las necesidades del paciente.
Es importante destacar que la mayoría de las crisis hipertensivas no requieren pruebas
complementarias y su manejo se centra en controlar la presión arterial y tratar las
complicaciones si están presentes. En pacientes con hipertensión previamente diagnosticada,
se pueden realizar evaluaciones adicionales de forma ambulatoria una vez controlada la
presión arterial.
Existen ciertas patologías que se acompañan de HTA y que requieren un manejo especial.
13. 13
13.Bibliografía
Aguilar Rodríguez F et al. Manual de Diagnóstico y Terapéutica Médica. 7ª ed. Madrid:
Hospital Universitario 12 de Octubre; 2013
Bibiano Guillén C. Manual de Urgencias. 3ª ed. Madrid: SANED Grupo; 2018
Jiménez Murillo L, Montero Pérez FJ. Medicina de Urgencias y Emergencias. Guía
diagnóstica y protocolos de actuación. 6ª ed. Madrid: Elsevier; 2018
Julián Jiménez A et al. Manual protocolos y actuación en Urgencias. 5ª ed. Toledo:
Hospital Universitario de Toledo; 2021