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TEMA 58. REALISMO Y NATURALISMO EN
LA NOVELA DEL XIX.
INTRODUCCIÓN
La novela es el género más relevante del S.XIX,
considerada desde Hegel a Luckaks como la «moderna
epopeya de la burguesía». Mantiene elementos del relato
psicológico y moral del XVIII, rasgos de la Historia y los
métodos de la ciencia. Para Hauser, el Realismo es a un mismo
tiempo la continuación y la disolución del Romanticismo, dado
que toma la observación del costumbrismo y el análisis social,
pero adopta nuevas técnicas narrativas para adaptarlo las
nuevas estructuras socioculturales.
El género novelesco muestra el descontento de las capas
medias de la sociedad, en la que hay mayor conciencia del
dominio de marcado pero también de una serie de valores
individuales (libertad, igualdad, propiedad, tolerancia,
derechos del hombre, desarrollo de la personalidad, etc.) que
acaban impulsando el desarrollo de la biografía individual,
exponente de estas tensiones entre individualismo y
limitaciones de la sociedad.
La novela es crítica, se resiste a la sociedad burguesa a
pesar de que el héroe problemático se revele como una forma
literaria vinculada al mismo (Hauser). Prescinde, sin embargo,
de los héroes desarrollados hasta el XIX. Thackeray subtituló
La feria de las vanidades como «novela sin héroe». Lo mismo
ocurre con Humillados y ofendidos de Dostoievsky,
Miserables de Victor Hugo, en la que en cualquier caso, los
nuevos héroes son las víctimas de la sociedad criticada.
1. REALISMO
Concepto de “Realismo”
Es un término que alude a la semejanza que existe entre
la creación artística y el entorno y que ya venía apareciendo
desde Aristóteles y el arte como imitación de las acciones
humanas y los fenómenos naturales. La obra realista tiene en
cuenta dos aspectos:
1) Conocimiento del mundo que se quiere reflejar
Wellek define el Realismo como la “representación objetia de
la sociedad contemporánea”. Es notable que Galdós titulara
su conferencia de ingreso a la RAE “La sociedad presente
como materia novelable”:
En Rojo y negro (1831), Stendhal refleja la frase de Saint-Real:
“la novela es un espejo que se pasea a lo largo de un camino”,
aspira, pues, a observar todo un entramado de seres y
acontecimientos.
Auerbach determina que el Realismo es, por esencia,
historicista: ha de reproducir no solo los hechos externos, sino
la realidad total, social, política y económica en constante
cambio.
Para Forster, el Realismo tiene limitaciones, puesto que la
obra de arte tiene sus propias leyes: “son reales no porque
sean como nosotros mismos, sino porque son convincentes”.
2) Elección de los medios estilísticos adecuados para
provocar la sensación de que se halla ante su ámbito
cotidiano
Los movimientos literarios que pretenden ser realistas luchan
contra la esclerosis de los géneros y modas precedentes.
Duranty señaló en este sentido que “decir ‘escuela realista’ es
absurdo […], es un ataque a toda convención, a la imitación, a
toda clase de escuelas”.
Jakobson à la impresión de la realidad en la literatura la
proporciona fundamentalmente el rechazo de los clichés
expresivos que ya están desgastados por el uso.
Auerbach à El realismo nace cuando se rompe con la teoría
de los niveles que sustentaba la tradición clásica (tono cómico
y ridículo a clases bajas y trágico a las altas) > Convertir a todo
el mundo en objetos de representación.
Es interesante la distinción de Villanueva:
- “Realismo genético” à pretende reproducir con
puntualidad y exactitud el mundo exterior. Zola como
teórico.
- “Realismo formal o inmanente” à aspira a construir una
obra de arte, internamente coherente, que utiliza como
material lo que rodea al creador. Flaubert > “concibe para
la obra literaria no un mondo externo, previo a ella, sino
una realidad creada, simultáneamente al propio texto,
pues nace y se constituye al unísono con él”.
Realismo decimonónico
Es la realización más perfecta de la tendencia artística que
busca el reflejo en su entorno. Se sitúa en un momento en que
la burguesía está atrincherada en el poder junto con el clero y
la nobleza y la economía de mercado roza el monopolio
capitalista.
Para Oleza, el Realismo está en conexión con la fatiga del
proceso revolucionario y el desencanto por los resultados, por
lo que el artista es un constatador del fracaso del sentimiento
individual.
En este realismo hay un deseo artístico de objetividad
condicionada por la realidad social de la burguesía
conservadora como protagonista, así como la aplicación de
teorías filosóficas y científicas del momento (positivismo).
Aspiración a la objetividad y sus paradojas
Las máximas aspiraciones del movimiento son:
- Impersonalidad à desaparición de la escena, ruptura con el
“yo” romántico, método simbólico y mito.
- Negar la existencia de una realidad de esencias o formas que
no sea accesible a la percepción ordinaria de los sentidos.
- Convertir la literatura en ciencia exacta.
Las contradicciones, por su parte son:
- Su observación ha de ser al mismo tiempo objetiva y
apasionada, porque le es propia.
- El autor sabe todo de sus personajes. Para Forsters aquí está
lo que discrimina la realidad y la ficción: la creación literaria
es un mundo en el que la vida secreta es visible. Se
compatibiliza la visión de demiurgo con la verosimilitud à
desapasionamiento.
- Ausencia radical de desviaciones expresivas à negación de
estilo.
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- Propósito moral o político. Mostrar la realidad es, casi
siempre, una invitación a cambiarla > novela de tesis.
El Realismo en Francia
Del Romanticismo quedaban las preocupaciones y los
conflictos entre el deseo y la realidad, o entre la aspiración
individual y la constricción social. Oleza propone que en el XIX,
desde Le rouge et le noir (1830) hasta Resurrección (1899) se
ilustra la ruptura enunciada por Hegel entre la totalidad de
hombre-mundo. En Francia, esta reacción fue más intensa:
allí la ciencia experimental había conseguido un modelo de
pensamiento que derivaba leyes de datos objetivos y positivos
en el sentido de Comte y Claude Bernard.
A. HENRI BEYLE, «STENDHAL» (1783-1842)
Su admiración hacia Napoleón, su imaginación y su inteligencia
crítica fueron configuradoras de su producción literaria. Bajo una
concepción vital que llamó beylismo, un epicureísmo apasionado, en
lo literario quiso reprimir esa impulsividad para ejercitar su mirada
analítica, dado que la novela era un «espejo a lo largo del camino»
que reflejaba el mundo. Prefirió el pensamiento al estilo, hasta el
punto de considerar charlatán a Chateaubriand y considerar
importante leer todos los días unas páginas del Código Civil. Sus
héroes luchan contra obstáculos, prejuicios e incluso contra la propia
moral. Su obra más destacada es Le rouge et le noir (Rojo y negro),
en la que novela un suceso que leyó en un periódico de casos
judiciales, la Gazette des Tribunaux, dando el estilo narrativo a la
ambición desmedida de su personaje, Sorel, que llega a disparar a la
mujer que había seducido, aunque no muere hasta que él es
ejecutado.
1.2. HONORÉ DE BALZAC (1799-1850)
Su obra queda planificada en cuanto a técnica desde 1842 en
torno a la Comédie humaine (Comedia humana), en cuyo «Prólogo»
explica el sistema que seguirá para elaborar el estudio humano que
enfoca la lucha por el poder y el dinero, y que siente una especial
predilección por delincuentes o mujeres de «moral dudosa»:
- escenas de costumbres o de la vida privada
- vida parisina
- vida política
- vida del campo
- estudios filosóficos
- estudio analíticos
Eugénie Grandet es un relato del avaricioso Grandez, capaz de
traicionar a su hermano, frente a la bondad de su hija Eugenia y Le
Père Goriot, que presenta la virtud de la abnegación, y recoge
personajes que aparecen en otros relatos, técnica que también
emplearía Galdós.
1.3. GUSTAVE FLAUBERT (1821-1880)
Se define por su invencible voluntad de estilo y por su
incapacidad de sentirse identificado con la realidad. Literariamente
siente gran amor por el lirismo: son esenciales para él la sonoridad
de la frase y los pequeños hechos. Su Madamme Bovary, Costumbres
provincianas (1857), inspirado en hechos sucedidos en Ry (región de
Rouen). Presenta a una mujer que vive en sus fantasías literarias y
protagoniza una historia de adulterio, porque considera que las
pasiones amorosas como las de los libros existen, lo que le sirve a
Flaubert como análisis de las pasiones humanas. Flaubert sella una
alianza con Emma Bovary: a ambos les une la amargura hacia la
grosería del mundo.
Flaubert reivindicaba el Arte como religión. Solo mediante aquel
podía «reintegrarse la humanidad a un hábitat cósmico». Completa
su producción L’éducation sentimentale y La tentation de Saint
Antoine y Bouvard et Pécuchet.
2. NATURALISMO
Circunstancias y concepto de Naturalismo
Hay una evolución hacia el Naturalismo con las doctrinas
del “realismo genético” formuladas con rigor matemático por
Zola en La novela experimental (1880) y Les romanciers
naturalistes (1881). Estos presupuestos, sin embargo, no
llegan más que a ser utópicos.
López Jiménez subraya que “naturalismo” y “naturalista”
encierran una metáfora, pues establecen paralelismo entre el
escritor y el científico que estudia y describe el mundo
natural. Se trata de aplicar el método experimental a la
literatura.
Entre 1830 y 1848 comenzaron en Francia los primeros
frutos realistas, con espacios urbanos marginados que
mostraban la dificultad de la supervivencia.
-Novelas por entregas de Eugène Sué, Les mystères de
Paris.
-Claude Bernard (1865) Introduction à l’étude de la
médicine expérimentale à tesis positivistas y cientificistas
que darían nueva conciencia al movimiento literario.
Entre 1860-1880 el Realismo se une al positivismo y al
experimentalismo científico y filosófico, lo que lleva al
naturalismo. El escritor intenta reflejar con verismo y
distancia el mundo exterior, renunciando a la idealización y a
la preocupación psicológica o moralizante. El novelista es un
científico que aplica el método experimental basándose una
hipótesis esencial: el ser humano se presenta sin albedrío,
determinado por la herencia genética y el medio en que vive
(“determinismo ambiental”). El naturalismo es determinista
en lo individual, pero también cree en la capacidad colectiva
para el cambio.
El escritor debe basarse en una documentación exhaustiva
sobre los temas que trata y en una observación exigente del
hombre, su temperamento y su medio. La naturaleza humana
es aquí cuerpo, fisiología y herencia, Dios no cabe aquí. La
novela tiende a hacer desaparecer al narrador y cuida que el
lenguaje convenga al del medio sociocultural de los
personajes.
Hauser propone que la fuente principal de la doctrina
naturalista es la experiencia política de la generación de 1848,
por la que tras el fracaso de los ideales solo cabe atenerse a
los hechos. Presión cada vez mayor del proletariado urbano
1º à observador del mundo natural (Realismo)
2º à experimentación: formular leyes que rigen la realidad:
- Lo morboso, sombrío y repugnante
- Ausencia de trabas morales
- Lacras humanas e instintos
- Lengua soez: “Un hablar en dialecto, sociolecto y ‘psicolecto’”
(Sobejano).
- Determinismo ambiental.
- Herencia biológica.
Realismo à enfrenta al ser problemático con la realidad.
Naturalismo à cree en la capacidad colectiva para el cambio.
Protagonismo de las masas sociales.
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Principales autores naturalistas
El iniciador del naturalismo, y al mismo tiempo su máximo
exponente, es ÉMILE ZOLA (1840-1902), quien después de
trabajar para la editorial Hachette y estar totalmente al
corriente de las nuevas tendencias propuestas por Taine,
piensa que la novela —como la medicina—, tenía que pasar
del estado de observación al de experimentación: se observa
un hecho, individual o social; inventa una situación para
controlar aquella obsersación —la hipótesis—, y se verifica
esta mediante la intriga, que hace pasar al personaje por las
circunstancias en que se le va a experimentar.
Su primera novela naturalista es Therèse Raquin, pero la
serie que realmente sigue sus propios preceptos naturalistas
es Les Rougon-Macquart, subtitulada Histoire naturelle et
sociale d'une famille sous le Second Empire, de 20 volúmenes.
En ella, se narra la historia de una familia que, a lo largo de
varias generaciones, se va transmitiendo por herencia
fisiológica las pasiones y vicios que produce su degeneración.
Parte de dos ideas:
- estudiar en una familia los problemas de la sangre y
el medio
- estudiar el Segundo Imperio en términos sociales
Zola se fija en los casos extremos del mundo real: mineros
sentenciados por la silicosis, tarados, sifilíticos,
alcoholizados… La taberna es epopeya del obrero parisino, y
Germinal (1885) traza el dantesco espectáculo de las cuencas
del norte de Francia, donde la mina es un monstruo
devorador de vidas, a cuyo alrededor se enfrentan intereses e
ideologías. Zola interviene apasionadamente a favor del
capitán Dreyfus, al que una conspiración había encarcelado
acusándolo de traición, con el famoso alegato «J’accuse», que
le valió a él mismo el destierro, pero que sirvió para deshacer
tiempo después la injusticia cometida. Se lo considera el
primer intelectual.
Otros autores son GUY DE MAUPASSANT, con relatos
como Bola de sebo, o ALPHONSE DAUDET, con Cartas de
molino, donde presenta a Tartarín de Tarascón, un nuevo D.
Quijote provenzal arrastrado por la locura de ir a cazar leones
a África.
La época de la gran novela occidental
INGLATERRA:
- CHARLES DICKENS: su novela denuncia abusos sociales y
escándalos en las instituciones, y sensibiliza a la opinión
pública. Oliver Twist (1838) o David Copperfield (1850) son
niños que se abren a la experiencia del mundo y perfilan su
personalidad. Tiempos difíciles o Historia de dos ciudades
muestran el contraste social. La ironía cervantina domina en
Los papeles del Club Pickwick.
- JANE AUSTEN: Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio
- Las hermanas BRÖNTE, en especial Emily, Cumbres
borrascosas (1847)
- Mary Anns Evans, pseudónimo de GEORGE ELIOT, Silas Marner
(1861)
Más cercanos al naturalismo francés son:
- SAMUEL BUTLER, con Erewhon
- ROBERT LOUIS STEVENSON, perfección en la novela de
aventuras con La isla del tesoro y penetración en lo abyecto
del ser humano con El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
- JOSEPH CONRAND, lleva al lector al fondo de las
contradicciones humanas y la corrupción de la conciencia
evidenciada en cuerpos que se pudren en El corazón de las
tinieblas.
EE.UU.: El realismo se asocia a elementos simbolistas y a un
trascendentalismo puritano (Martín de Riquer y Valverde)
- MELVILLE: Moby Dick, vida de los arponeros de los mares del Sur
que persiguen a una extraña ballena blanca que se transmuta en
monstruo simbólico. La persecución es un trasunto de la búsqueda
del ideal perdido.
- STOWE: La cabaña del Tio Tom (1852), como grito antiesclavista
que influyó en la sociedad americana. Convence al estamento
liberal de lo inhumano de la esclavitud.
- MARK TWAIN (Samuel L. Clemens), humor en Aventuras de Tom
Sawyer y Huckleberry Finn.
RUSIA:
- NICOLAS GOGOL: El capote
-DOSTOYEVSKI: Pobres gentes y Noches blancas (narrativa
sentimental). Condenado por sus ideales revolucionarios, es
desterrado a Siberia, donde se inspira Memorias de la casa muerta.
Para él un escritor ruso tenía el privilegio de conciliar «los más
sublimes ideales y las más ruines bajezas». Crimen y castigo es una
de las más sutiles imágenes de la condición humana. El idiota
presenta a un ser cervantino, el príncipe Mischkin, algo loco,
arrebatado por la verdad interior que no puede comunicar a un
mundo grosero y desdeñoso.
3. EL REALISMO Y EL NATURALISMO EN
ESPAÑA
Desarrollo histórico
La época del Realismo se extiende durante la segunda
mitad del S.XIX y, a pesar de las divergencias, tiene como
punto predomínate las formas artísticas vertebradas por el
ideal de verosimilitud y de la voluntad de reflejar la vida
cotidiana.
Durante un cuarto de siglo (1850-1870) se debate entre la
pervivencia de modos románticos y los apuntes de nuevas
formas expresivas que se van alejando de la retórica
grandilocuente.
El enfoque sociológico de Lukacs, Fischer, Hauser o
Goldmann subraya la relación entre el realismo y el triunfo
liberal y la doble revolución burguesa (política e industrial)
que explicó Hobbsbawn. En España se inicia el capitalismo y
los principios de las sociedades del capitalismo liberal
coincidiendo con el realismo. La burguesía pide una literatura
menos exaltada. El recorte de exuberancia llegó a confundirse
a veces con los moldes clásicos del XVIII, de ahí que al periodo
se le llamara Eclecticismo, por combinar elementos clasicistas
y románticos.
La revolución de 1868 trae en rigor el triunfo definitivo del
Realismo. En el caso español existe una etapa de maduración
que no culmina hasta que en la década de 1880-1890 el
Naturalismo permite una narrativa nueva que refleje una
realidad compleja.
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FORMAS NARRATIVAS ENTRE EL ROMANTICISMO Y EL REALISMO:
Romero Tobar señala que a partir de la década de los 70, la
novela popular (folletines) entra en una fase de postración de
la que nunca se recuperará. Es escritura escrita en serie y a
destajo, superficial y efectista. En este momento de transición
encontramos:
- Novela histórica y leyenda.
- Folletín y novela por entregas.
- Cuadro de costumbres
- Novela de sucesos contemporáneos à pretende reflejar
los problemas contemporáneos y alude a hechos y
circunstancias de las que el autor tiene un conocimiento
directo o próximo. Son intentos fallidos en principio, con
mezcla de elementos románticos, folletinescos, realistas y
costumbristas en heterogénea amalgama.
Iniciación del realismo
Según Ferreras, la nueva narrativa “nace con la revolución
de 1868 y de la mano de la revolución”. Clarín afirma en el
Libre examen y nuestra literatura presente que hay que
esperar las libertades que trae ese cambio político para que la
novela pueda “reflejar como se debe la vida moderna, las
ideas actuales, las aspiraciones del espíritu del presente”.
Miller, sin embargo, ha señalado que la situación en que
se encuentra Galdós en 1870 se parece mucho a la de Balzac
y Stendhal en 1830: no tiene una tradición realista detrás.
Hasta 1881 existen tres modalidades novelescas.
1) Novela de sucesos contemporáneos: cada vez más
atenta a la observación y a la coherencia interna del
argumento y los personajes: Galdós à La fontana de
oro (1870), El audaz y La sombra (1781), primeras series
de los Episodios nacionales (1873-1875 y 1875-1879).
2) Realismo idealizante: Juan Valera crea una novela
regusto clasicista y platónico que renuncia a la
representación puntual y compleja de la vida social.
Pepita Jiménez (1874) y Doña Luz (1879). Se centra en
el análisis psicológico de los personajes y la evocación de
una naturaleza cordobesa idílica.
3) Novela de tesis: pone al servicio de las ideas morales del
autor la trama argumental y el desarrollo de los
personajes. En opinión de Galdós, el realismo respondía
a la «soberana ley de ajustar las ficciones del arte a la
realidad de la Naturaleza y del alma, representando
cosas y personas, caracteres y lugares como Dios los ha
hecho». Parece cínica esta afirmación en un escritor
liberal, pero significaba la necesidad de alejar los asuntos
históricos del Romanticismo, para centrarse en lo
cotidiano, y reclamar que el nuevo modo de mirar la vida
social era honesto y justificable.
Para Brian J. Dendle, las novelas de tesis son portadoras de
doctrinas ideologizadas que constituyen un nuevo «género
psicológico-moral» y surgen tras la Revolución del 68, de
forma que responden a la ebullición socio-política y religiosa
de este periodo.
Los escritores responden a una actitud religiosa, porque el
ser humano está en el mundo para realizar un propósito
superior. El autor de la novela de tesis plantea conflictos que
parten del apriosimo: debe convencer a su lector del o
verdadero de su tesis, y todos los elementos que componen
la obra están supeditados a esta. Creen en un sistema moral
de validez absoluta, que cumplen o no los hombres o los
sucesos, y así son buenos o malos.
a) Tradicionalistas católicos: (Alarcón, Pereda, Coloma y Pardo
Bazán) à lo que ocurre responde a la Divina Providencia. Hay
que defender la religión como modelo de defensa de la
sociedad. Se vuelve la mirada al pasado, a la verdadera España
de los valores raciales. Hay una proyección del nacionalismo
hispánico. Dendle hace una sutil observación: las tres virtudes
cardinales (fe, esperanza, caridad) están ausentes, y por ello
reina en las novelas un profundo pesimismo.
b) Liberales: (Galdós, Clarín, Palacio Valdés o Blasco Ibáñez) à
creen en el progreso de la Historia hacia una sociedad más
perfecta. Muestran un esperanzado entusiasmo. Sus
personajes creen en el futuro, trabajan por la fraternidad y la
justicia social. La paradoja es que se da en ellos una defensa de
ciertos valores católicos. Sus personajes son generosos y
muestran amplitud de espíritu. No atacan la religión, sino la
falsa vida religiosa, la hipocresía, el modo en que la Iglesia se
alía con el fanatismo. Atacan el desprecio por la técnica y sus
héroes (ingenieros, médicos). Defienden la educación como
pilar de la nueva España, y acatan un nuevo proyecto
evangelizador.
Nuestro realismo inicial, también según Dendle, fue un
realismo debilitado, un «realismos abstracto» o «encauzado»,
una narrativa al servicio de la propaganda.
¡! à “La gran diferencia entre Galdós y Zola es que el
español tiene que salvar más de cuarenta años de novela en
Francia e Inglaterra para poner la española a su nivel […]
Galdós y después Clarín hacen el trabajo de tres generaciones
en menos de quince años” (Miller).
ALGUNOS AUTORES
El fracaso de la novela romántica española de género
histórico al estilo de W. Scott, se condensa en una escritura
heredera del costumbrismo, representada por Cecilia Böhl de
Faber, FERNÁN CABALLERO, quien escribe la priemra de
asunto y decorado contemporáneo, La Gaviota. Esta
tendencia continúa con PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN (1833-
1891), que recogen El capitán Veneno la fuerza del amor, y en
El niño de la bola el triunfo de la pasión y la venganza. El
sombrero de tres picos presenta la inútil estratagema de un
político frente a la inteligencia y virtud de una molinera,
criticándose las instituciones y usos de la España del Antiguo
Régimen. Prestó el tema tanto al ballet de Falla como a una
ópera de Hugo Wolf. El escándalo (1875), inicia las novelas de
tesis en España, que durarían al menos cuarenta años.
José Mª de Pereda (1933-1905), montañés conservador,
inicia su escritura costumbrista antes de la revolución
galdosiana del relato. Escenas montañesas canta la belleza del
espectáculo rural a pesar de la miseria inhumana. Es de tema
marinero Peñas arriba y marinero Sotileza.
1850-1875: Transición. Eclecticismo.
1875-1880: Iniciación del Realismo.
1880-1890: Plenitud del Realismo-Naturalismo.
1890-1920: Realismo espiritualista.
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Palacio Valdés (1935-1938) trata temas de su natal
Asturias (José, el Maestrante), y también de Andalucía en La
Hermana San Sulpicio, con influjo de La Cartuja de Parma de
Stendhal.
JUAN VALERA: El fracaso de la novela romántica española
de género histórico al estilo de W. Scott, se condensa en una
escritura heredera del costumbrismo, representada por
Cecilia Böhl de Faber, FERNÁN CABALLERO, quien escribe la
priemra de asunto y decorado contemporáneo, La Gaviota.
Esta tendencia continúa con PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN
(1833-1891), que recogen El capitán Veneno la fuerza del
amor, y en El niño de la bola el triunfo de la pasión y la
venganza. El sombrero de tres picos presenta la inútil
estratagema de un político frente a la inteligencia y virtud de
una molinera, criticándose las instituciones y usos de la
España del Antiguo Régimen. Prestó el tema tanto al ballet de
Falla como a una ópera de Hugo Wolf. El escándalo (1875),
inicia las novelas de tesis en España, que durarían al menos
cuarenta años.
José Mª de Pereda (1933-1905), montañés conservador,
inicia su escritura costumbrista antes de la revolución
galdosiana del relato. Escenas montañesas canta la belleza del
espectáculo rural a pesar de la miseria inhumana. Es de tema
marinero Peñas arriba y marinero Sotileza.
Palacio Valdés (1935-1938) trata temas de su natal
Asturias (José, el Maestrante), y también de Andalucía en La
Hermana San Sulpicio, con influjo de La Cartuja de Parma de
Stendhal.
El giro hacia el naturalismo
En el marco del realismo, se enfocaba demasiado cerca la
realidad, hasta el punto de poder desagradar, lo que llevó a la
pregunta de si era lícito mostrar esos aspectos feos, viles y
miserables de la condición humana. Clarín respondió que solo en
cuanto que existían en el mundo real, pero no haciéndolos materia
exclusiva de la novela. Galdós añadió que la realidad mostrada
sugiriera un parentesco simbólico con nuestra historia cultural y
literaria.
W. T. Pattison ha estudiado con minuciosidad la penetración del
naturalismo en España desde el primer artículo del corresponsal en
París de la Revista Contemporánea, Charles Bigot-, que hace
referencia a Zola y que trata de describir las características de
su novela. Esto ocurría en 1876. Siguen una serie de artículos que
culminan con el escandaloso éxito de L’Asommoir. A partir de este
momento empieza a generalizarse la reacción en España ante
el naturalismo. Las primeras reacciones son de escándalo por lo que
se considera inmoralidad del naturalismo, y de congratulación por no
tener en España tales porquerías. A partir de 1880 empiezan a
traducirse novelas naturalistas, y Ortega Munilla puede escribir que
estamos en «plena era naturalista y escéptica».
Las reacciones se dividen en dos grupos, los conservadores que
lo consideran obscenidad y grosería, y los liberales como Clarín, para
los que era válida esa investigación, observación de la realidad y
tributo a la perspectiva científica.
Como supuso Zola respecto a Emilia Pardo Bazán, nuestro
naturalismo era formal, una moda artística y literaria con tendencia
a transigir entre una fórmula que integrara la materia y el ideal. El
origen de esta búsqueda del justo medio está en los “armónicos”: los
Ekrausistas y el espíritu de la tolerancia.
La obra teórica más decisiva del naturalismo es La cuestión
palpitante, que para la propia Emilia Pardo Bazán, es una obra
realista, no materialista (naturalista), y sujeta al espíritu de la
tolerancia y la conciliación. Se destaca, al igual que lo hacen casi
todos los naturalistas, el entronque que tratan de realizar con la
novela realista del Siglo de Oro. Según su planteamimento, el
naturalismo estaba en Quevedo, Mateo Alemán, y en Zola no es más
que una desviación de aquella línea tradicional. Estas declaraciones
responden al tradicionalismo y patrioterismo exaltado de buena
parte del mundillo literario español, además de obedecer a la
necesidad de que, frente a las acusaciones de que el naturalismo
introducía un lenguaje bajo y grosero, lo que se hacía, en palabras de
Munilla, era reproducir la vida, y si parecía inmoral no era culpa de
la novela, sino de la vida, y para ello podían traerse a colación pasajes
de obras de nuestros clásicos. Francisco Ayala ha estudiado en
Galdós la trascendencia de las miserias de la realidad gracias al
humor.
Al naturalismo español no le servía la fórmula francesa, como no
le sirvió al ruso, porque nuestro proceso cultural era muy distinto del
francés, donde la evolución política y social había llevado a un
escepticismo y desconfianza totales frente al espíritu, frente a todo
lo que oliera a «ideal» o a «subjetividad», mientras que en España
estábamos todavía en una fase de esperanzada lucha, de conquista
y estabilización de los grandes ideales democráticos. Cuando la
realidad democrática española, con la Restauración, no satisfaga
estos ideales, toda Europa habrá girado ya su mirada desviándola, en
un nuevo subjetivismo, de la realidad exterior. Entonces, la última
fase de la obra de Galdós, la Pardo Bazán, Clarín, girará desde el
naturalismo hacia un espiritualismo progresivo que encontrará en su
camino a los hombres del 98.
La gran conquista de nuestro naturalismo es haber descubierto
que la trascendencia está en la materia misma del espíritu. Lo que
Galdós, Pardo Bazán y Clarín hacen es revelar la idea, el espíritu, que
impregna la materia, en lugar de –como sucede en las novelas de
tesis-, tratar de imponerle a la materia un espíritu que es ajeno, lo
que implica, muy románticamente, que son cosas pertenecientes a
dos planos distintos.
Si en España se produce un eco del naturalismo francés, este es
puramente superficial, visible en algunos de los recursos
tremendistas y declamatorios de La tribuna, Los pazos y La madre
Naturaleza y, sobre todo, en una subescuela que más que crear sigue
ciegamente la moda francesa, con obras como las de López Bago (La
prostituta, La pálida, La buscona, La querida, La monja, etc.) y
Alejandro Sawa (Crimen legal, La mujer de todo el mundo, etc.).
Debido a esto el naturalismo no representa en España el
comienzo de la crisis de la ideología burguesa, con la consiguiente
ruptura de la identificación entre novela y burguesía, sino todo al
contrario: es la expresión de una cierta burguesía liberal, de una
vanguardia burguesa. Dado el fracaso de una profunda revolución
burguesa en España y su consecuencia más inmediata, la falta de
coherencia y de solidez ideológica de la burguesía española, sus
vacilaciones y contradicciones internas, el naturalismo no conseguirá
hacerse representativo de toda una clase social, sino tan sólo de
algunos de sus grupos de vanguardia: de ahí precisamente su
carácter minoritario y su moderación, de ahí precisamente lo
efímero de su paso por la historia de la literatura española.
En España el Naturalismo presenta características muy
particulares. Adoptaron tan solo algunos de sus temas y
técnicas. No se profundiza tanto en lo morboso, desagradable
y obsceno. Los instintos se muestran con menos ferocidad.
Barroso opina que nuestro Naturalismo es “tenue, mitigado y
hasta optimista. Ofrece un aspecto mucho más humano que
el de Zola, pues a la máquina humana le ha añadido el
espíritu”. Uno de los grandes puntos de divergencia es la
ausencia de determinismo: defienden el libre albedrío pese a
los influjos biológicos. Tantas son las diferencias, que incluso
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se llegó a dudar de su existencia (de aquí la polémica de La
cuestión palpitante).
Entre 1880-1890 aparecen las obras maestras del
Realismo español: La desheredada, Tormento, Fortunata y
Jacinta, Miau y el resto de “novelas contemporáneas” de
Galdós; Pedro Sánchez y La Montálvez de Pereda; La Tribuna,
Los pazos de Ulloa, La madre naturaleza de Emilia Pardo
Bazán; La Regenta de Clarín.
AUTORES FUNDAMENTALES
Emilia pardo Bazán
Pepita Jiménez le reveló las posibilidades de la novela. en
1879 publicó las primeras suyas, pero a partir de los artículos
de La cuestión palpitante es cuando comienza su matizada
defensa del naturalismo narrativo. La tribuna es una novela
social sobre el mundo de las obreras y de la fábrica de tabacos
de La Coruña para la que se documentó meticulosamente. En
1886-1887 publicó el ciclo de Los Pazos de Ulloa y La madre
naturaleza, intensa descripción de la decadencia de la
hidalguía gallega, con un tosco vástago feudal, una víctima
femenina y un sacerdote enamorado y débil, grupo que, en la
segunda parte, dio paso a una suerte de idilio incestuoso,
paradójicamente opuesto a su título. También cultivó los
relatos, publicados en diversas colecciones como Cuentos de
Marineda, Cuentos de amor, y Un destripador de antaño y
algunos cuentos más. Apasionada hasta la pedantería por lo
moderno, construyó una «novela de artistas», La quimera. En
1887, La revolución y la novela en Rusia siguió las noticias del
vizconde de Vogüé, pero añadió lecturas personales muy
interesantes de Tolstoi y Dostoievki.
Galdós
Galdós es el autor realista que mejores frutos ha obtenido.
Comenzó con La fontana de Oro a escribir novelas con relatos
de historia reciente. Doña Perfecta fue el inicio de sus
«novelas contemporáneas», en la que tampoco falta la
dialéctica de la historia ideológica del momento: carlistas del
Orbajosa frente al ingeniero Pepe Rey. Se inicia con ella un
ciclo de relatos de tendencia en los que el matrimonio
dificultado o amargo viene a ser una metáfora de las
resistencias de la sociedad española a su modernización
liberal: Gloria y La familia de León Roch. En los Episodios
nacionales quiso explicar a sus coetáneos los orígenes de la
España contemporánea. En 1881, se produce un giro en su
novela, tal y como declarara Clarín, dado que escribe «507
páginas la historia de una prostituta». La desheredada abre
una etapa relacionada con el naturalismo, donde
comparecieron los elementos más queridos de Galdós para la
novela: la locura generosa, la debilidad sentimental femenina,
el egoísmo masculino, la inquietud romántica y la dureza
pragmática. Sus personajes, como ocurría con los de Balzac,
van reapareciendo en las novelas, de tal manera que recrea
un mundo propio. El mayor logro, a ojos de la crítica, de
Galdós, fue Fortunata y Jacinta y el profundo misterio de las
relaciones humanas y de posesión y amor a un mismo tiempo
que el abismo abierto entre las clases sociales.
Leopoldo Alas, Clarín
Con una vida externa bastante convencional, según la
describe Azorín, su vida interior fue muy rica. Recibió el influjo
de Salmerón y Giner de los Ríos, lo que lo impulsa a afianzar
su krausismo: idealismo, ética sin dogmas, tolerancia,
pensamiento armónico y ética de la conducta recta dirigida al
bien progresivo de la humanidad. Su temple ideológico es el
de la burguesía liberal. Denuncia la hipocresía de Cánovas y
los reaccionarios, el caciquismo, la farsa parlamentaria, y
proclama la necesidad de sanear la vida pública y la defensa
de los derechos civiles, la separación de Iglesia y Estado, la
libertad de culto y el sistema representativo. Se preocupa por
la mujer, mediatizada por la clerecía y por su educación
(Sobejano).
Se consideraba a sí mismo como periodista sobre todo, y
pensaba que en un país que leía tan pocos libros el periódico
tenía fundamentalmente una función formativa, no solo
informativa.
Como crítico literario, cultiva la sátira, el elogio y la
exégesis interpretativa. Su credo literario le induce a admirar
la vida interior, al contrario que sus compañeros del
naturalismo. A pesar de su admiración, censura a Galdos, que
en Realidad solo refleje lo que los personajes creen de sí
mismo, y no una amplia introspección del novelista en el alma.
Cultivó un naturalismo donde la ciencia y el arte debían
decir la verdad de los hechos y de la experiencia. Se
necesitaba documentación, imitación de la realidad moral y
social, personajes complejos, diálogos, estilo indirecto libre,
etc. Con estos supuestos construyó La Regenta.
Escribió otras obras, como la larga Su único hijo (1891),
pero sus para él «novelas cortas» son memorable, como Pipá.
Tiene colecciones de cuentos, como El Señor y lo demás, son
cuentos (1893), El gallo de Sócrates o los reunidos
póstumamente bajo el título de Doctor Sutilis.
Vicente Blasco Ibáñez
Hondo dramatismo de sus historias y colorido de los
escenarios, ya sea el campo de Valencia (La barraca, Cañas y
barro), la rebeldía social (La bodega, La horda) o el mundo del
arte (La maja desnuda, Sangre y arena). Se ha dicho que su
sensibilidad de escritor se parece a la de Maupassant por su
vitalidad y su incapacidad para la sublimación de los oscuros
matices del ser humano, aunque más bien sintió el influjo de
Flaubert en su estilo denso y pintoresco y en la forma de
concebir el relato. Aprendió de Zola la necesidad de reflejar la
vida de las comunidades primitivas.
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CONCLUSIÓN
Aunque en torno a los noventa tenemos aún importantes
novelas naturalistas como La espuma de Palacio Valdés,
Peuqeñeces del padre Luis Coloma o Dulce y sabrosa de
Jacinto Octavio Picón, el movimiento camina hacia su ocaso
siguiendo los derroteros del Realismo espiritualista, en el que
se adverte un proceso interiorizador y una nueva valoración
del mundo moral, patentes en obras como Ángel Guerra,
Nazarín o Misericordia, de Pérez Galdós; La quimera o La
sirena negra de Pardo Bazán. Valera, decaído el Naturalismo,
volverá a ofrecer una última serie narrativa que abarca desde
la novela idealizante y de evocación (Juanita la Larga) a la de
carácter simbólico (Morsamor).
Realismo y Naturalismo son la batalla sobre el papel de la
literatura en la sociedad. La aventura de la novela como
género literario consciente de sí mismo y de sus posibilidades
de transformación de la sociedad se alinea con los duros
enfrentamientos ideológicos del siglo revolucionario. La
narrativa se pone al servicio de los intereses de clase.
La cultura occidental camina a grandes pasos hacia los
movimientos que, como el impresionismo y el simbolismo,
representan la crisis del sistema de valores erigido por la
burguesía en el siglo XIX. La crisis del capitalismo liberal viene
acompañada por una crisis de la ideología burguesa, cuyas
primeras fases vienen representadas por la quiebra del
positivismo y el progresivo distanciamiento de la realidad.
Apresada entre el temor a la revolución del proletariado y la
inviabilidad de perpetuar el sistema del capitalismo liberal,
que la conduce a la primera conflagración mundial, a la
revolución soviética y a la crisis de 1929, la burguesía trata de
encontrar un nuevo camino y de escapar a la
alternativa proletaria. La solución extrema del nacional-
socialismo y del fascismo se anuncia tentadora y amenazante.
Esta fase de desconcierto, de crisis del sistema vigente y de
búsqueda de una alternativa no proletaria, se expresa en la
cultura burguesa europea por la -37- aparición del
irracionalismo en sus múltiples formas. El asalto a la razón ha
comenzado y va a dominar el arte y la literatura del primer
cuarto del siglo XX, llevando en su seno no sólo el reflejo de
una quiebra y del consiguiente desconcierto, sino también la
subversión de todos los valores establecidos (Oleza).
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Biblioteca Central de Venezuela
La Regenta: Novela de estética naturalista que también
alberga una preocupación religiosa por el sentido de la existencia
y la razón del dolor humano. Su acción se centra en el asedio al
que se ve sometida Ana Ozores, casada insatisfecha y soñadora,
por el sacerdote Fermín de Pas y por Álvaro Mesía. Ana Ozores es
otra Mme. Bovary de «Vetusta» (Oviedo), que distrae la soledad
con sus ensoñaciones de relatos románticos. Su marido, el
regente de Correos, vive una existencia literaturizada también y
se sitúa en el mundo del honor calderoniano, lo cual facilitará su
tragicómico final en duelo para salvar la honra.
El alma anhelante de Ana, como la laberíntica conciencia del
cura, se exhiben en sus sueños y cavilaciones, para lo que Clarín
adopta el estilo indirecto libre adaptado de Flaubert y Zola. Se
trataba de aplicar la voluntad estética de adentrarse en el
personaje y en su mundo («estilo latente», para Clarín).
Sergio Beser dice: «La Regenta es un estudio de una
concepción romántica de la vida, pero situado en un marco
realista (…) el conflicto entre la subjetividad de la protagonista y
el mundo social, actuando este como impedimento insalvable
para la realización de aquélla, se establece como núcleo temático
de la obra».
Por otra parte, representa lo que Lukács ha llamado «novela
del romanticismo de la desilusión», caracterizado por presentar
almas más amplias que los destinos que la vida puede ofrecerles.